María Teresa Jardí
Finalizado el saqueo del petróleo y otros bienes en los países ocupados, en otros lares del mundo, por el criminal e imbécil imperio gringo, ahora ayuda a dar un golpe en Paraguay, al estilo del que ya habían dado en Honduras, para imponer a otro “Gorileti” ahora en el Sur, como advertencia de que la expansión al resto de países de América Latina está decidida. Claro, falta que ver qué dicen los pueblos dignos de nuestra Latinoamérica.
También Napoleón, con la ayuda de los Felipes Calderón, quiso imponer un gobernante francés en España y el propio Bonaparte escribió, citado por Las Cases, en su memorial de Santa Helena, que los españoles: “Desdeñaron su interés sin ocuparse más que de la injuria recibida. Se indignaron con la afrenta y se sublevaron ante nuestra fuerza, corriendo a las armas. Los españoles en masa se condujeron como un hombre de honor”.
Como advertencia de que como amo de las haciendas de los pueblos (a los capitales lo que les interesa es el dinero, no las personas) quiere ahora emprender el criminal vecino del pueblo mexicano la embestida al Sur, usando a los Poderes Legislativos. Para eso se baja también la educación y ya aquí nos impusieron por la puerta de atrás a un usurpador.
Para eso se implementó la guerra que como en un laboratorio se ha llevado adelante a lo largo de los últimos, atroces, seis años, en contra de los mexicanos, jóvenes, pobres, pensantes, viejos, periodistas, mujeres, daños colaterales, luchadores y niños, que a manera de exterminio y como genocidio, se ha llevado a cabo en México. La guerra de ocupación y exterminio que los amos del mundo le imponen al lacayo yanqui que haga o propicie. Dando lo mismo que sea, el lacayo en turno, negro que blanco.
Obama no quiere irse y la entreguista Marina mexicana detiene a un cualquiera, que pagará como si fuera narcotraficante o, peor aún, para hacerlo pasar como hijo de un narcotraficante amigo al que se finge que se le quiere detener o se le busca asesinar por razones meramente electoreras tanto en México como en los Estados Unidos de Norteamérica.
El regreso de las penas trascendentes como si no fuera la cancelación de las mismas uno de los logros más importantes conquistados por la humanidad, hace siglos, como forma propiciadora de la vida civilizada.
Mientras que no sólo no se toca a los inmensos criminales del estilo de García Luna. Sino que además a esos se les deja crear al alimón un ejército paramilitar para lo que se ofrezca.
A un cualquiera, a un nadie. Al que se les cruza por delante. Se le convierte en hijo de “El Chapo” como golpe electorero de la despreciable derecha asesina que Calderón, usurpando el puesto que la mayoría de los mexicanos NO le otorgamos en las urnas, encabeza. Y como nada hacen bien, en menos de 24 horas se les cae el teatro y resulta que el presentado NO era lo que afirmaban que era: hijo de “El Chapo”.
Un ilegítimo, como cabeza, como el de Honduras y como el que se impondrá en Paraguay, que son los que a los yanquis les gustan porque esos son siempre los más entreguistas.
A final de cuentas quien llega elegido mayoritariamente por su pueblo, por poca conciencia que tenga siempre le queda aunque sea un poco de lealtad al que lo hizo gobernante.
En el prólogo del libro que contiene la investigación del periodista José Reveles sobre el narcotráfico a la mexicana y sus consecuencias y las falsedades y las muchas mentiras y las verdades, que ni por asomo el acabado aparato procurador de justicia realiza. El Dr. Edgardo Buscaglia nos dice que “... La decadencia continuará hasta que un movimiento de red social constituido por miles de organizaciones no gubernamentales, no cooptadas por el poder en turno, salga a la calle a protagonizar una revolución política y social pacífica con propuestas concretas de cambio, y al mismo tiempo las élites políticas-empresariales perciban sus vidas y patrimonios en jaque, y se vean forzadas a generar un pacto de proporciones históricas para refrenar las versiones más obscenas de corrupción vigentes en lo más alto del sector público y privado...”
Para terminar Buscaglia sentenciando: “... A lo largo de la historia no existen determinismos y fatalismos, sólo oportunidades históricas que se ganan o se desperdician”.
O elegimos el 1 de julio apostando los mexicanos como un hombre de honor por el cambio con AMLO o nos enfrentamos a continuar con más de lo mismo, en peor cada día, quién sabe hasta cuándo.
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