¡¡Exijamos lo Imposible!!
Operación carrusel o el voto reciclable Juan José Morales
Impacto Ambiental
Pasado mañana serán las elecciones. Y sería ingenuo pensar que no se intentarán maniobras ilegales para coaccionar, comprar o amedrentar a los electores. Por ello, a través de la Internet está circulando un mensaje que advierte sobre la técnica de compra de votos que algunos llaman “operación carrusel” y otros “voto reciclable”.
En esencia, el procedimiento se desarrolla a través de los siguientes pasos:
1.- Un participante en la operación entra a la casilla, se identifica con su credencial de elector, recibe sus boletas y pasa al sitio donde, tras cortinillas o mamparas, debe marcarlas en secreto. Pero se las guarda entre la ropa, y en lugar de ellas, deposita en las urnas hojas dobladas de papel blanco que lleva para tal fin.
2.- El individuo en cuestión se dirige a una casa de seguridad cercana a la casilla, donde entrega las boletas a los organizadores del “carrusel” y se le paga por ello.
3.- Esas boletas son marcadas en favor del partido que realiza la operación y se le entregan a un votante registrado en esa casilla, quien debe depositarlas y devolver en blanco las boletas que les entregaron. Desde luego, se le pagará por hacerlo.
4.- Esas nuevas boletas son marcadas y entregadas a otro votante, quien repite lo anterior. Y así sucesivamente.
Esta forma de comprar votos es muy antigua, y para neutralizarla, el mensaje de Internet recomienda que los observadores electorales, los representantes de partido, y en general todos aquellos ciudadanos interesados en garantizar la limpieza de los comicios, recorran los alrededores de las casillas, hasta varias cuadras de distancia, para observar movimientos sospechosos o situaciones anómalas que indiquen la existencia de una operación carrusel. Por ejemplo, casas a las que acude demasiada gente extraña, frecuente ir y venir entre esa casa y la casilla, presencia de vehículos extraños o pertenecientes a algún partido, etc.
En caso de detectar situaciones de ese tipo, se sugiere correr la voz a través de las redes sociales y avisar a varios periódicos y a los representantes de distintos partidos, para que tomen las medidas del caso. Todo ello discretamente, sin exponerse a ser agredido por quienes se sientan descubiertos.
Una amplia y estrecha vigilancia ciudadana puede desde luego inhibir y reducir en gran medida la compra de votos, pero no evitarla del todo. Quienes la practican aprovechan la situación de extrema pobreza de millones de mexicanos que, como señalábamos hace unos días, aceptan vender su voto para recibir unos cientos o, si acaso, un par de miles de pesos y satisfacer temporalmente sus más agobiantes necesidades.
No todos quienes son obligados a participar en estas operaciones fraudulentas, sin embargo, lo hacen impulsados por la necesidad económica. Hay también maestros, burócratas, beneficiarios de programas sociales, estudiantes becados y otros que actúan así bajo la amenaza de quedarse sin empleo o de que les sean suspendidos sus beneficios.
Pero, sea cual sea su razón o motivación, quien es forzado a vender su voto tiene en sus manos —literalmente hablando— una manera muy sencilla de frustrar esa maniobra y burlar a los mapaches: basta con que antes de depositar las boletas previamente marcadas que se le entregaron, tache todos y cada uno de los símbolos de los demás partidos. De esta manera, la boleta quedará inutilizada y el voto será nulo. No contará para ningún partido. Y el que haya pagado por ese voto se quedará con un palmo de narices.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
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