¡¡Exijamos lo Imposible!!
Lo que natura no da: “la prole no presta”
Por María Teresa Jardí
Muchos nos preguntamos: ¿cómo es que los estudiantes chilenos conservan la capacidad de indignación? Mientras que la inmensa mayoría de los privilegiados estudiantes mexicanos. Privilegiados en cuanto a que tienen acceso a una escuela, aunque ya se vaya viendo que lo que “la natura no da: “la prole no presta”. No se diga los millones que no tienen acceso a la escuela o que tienen acceso a un espacio llamado así, sin baños y a veces sin techo, y del que salen sin alcanzar a juntar las letras, como hacen algunos de los privilegiados que logran unirlas, aunque tampoco alcancen a entender el contenido del lo que dicen las letras juntadas.
Cómo es que con tantos motivos para estar encabronados, como bien han señalado ya otros, los mexicanos ni nos enteramos de lo que la cultura significa, al grado de que nos conformamos con burlarnos de los incultos que aspiran a gobernarnos sin exigir de inmediato su reemplazo.
Exhibición vergonzosa de los aspirantes Prianistas en clara competencia para demostrar cuál de los dos gana el primer lugar como producto de la telebasura.
Cual monigotes manejados por hilos, se disputan el dinero, que no la prestación de lo que ha dejado de ser un servicio, convertida la utilización del poder en beneficio propio. Llegar para llenarse los bolsillos a lo largo de otros seis años de desgobierno protegidos por la impunidad convertida en regla del sistema político. Exhibición vergonzosa de que “la natura –aquí— no da”, lo que la telebasura no puede prestarles, porque tampoco a ella “la natura le da”, ya ni para entender que de mala manera va a perderlo todo más pronto que tarde.
Por alguna razón desconocida, desde hace un tiempo me llega una serie de correos con los eventos y otras publicaciones de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), Filial Gabriela Mistral, Región de Coquimbo, dirigida por el escritor Luis E. Aguilera. Sociedad que todos los años se da la tarea de realizar el “Encuentro del Mundo de la Cultura y las Letras”. Lo que se ha convertido, visto el nombre de los asistentes, en una de las manifestaciones literarias más importante para Chile y en uno de los más prestigiosos eventos culturales que se llevan a cabo en Latinoamérica. Este año, del lunes 24 al 29 de octubre tuvo lugar la XVI entrega de ese evento al que asistieron gran cantidad de escritores chilenos y de otros países hermanos invitados al mismo.
Pero también en Chile “... hay quienes miran a este valioso grupo de intelectuales como algo que debe ser distraído, separado del resto y tratado con afabilidad séptica. No saben esos personajes el daño que se causan a sí mismos y por antonomasia a todo Chile. Lo bueno es que los escritores chilenos tienen: “Aquello que da Natura, y un escritorio no presta...” y de la reseña del evento es de donde copio el título de mi colaboración de hoy con ligeras modificaciones.
“... Sabemos por experiencia, con cuánta cortesía nos tratan. Nos observan atentos con caras de impasibles, pero también sabemos cuánta desazón interior los embarga a la hora que nos reciben, como que les diera pavor al vernos en nuestros afanes y empeños denodados irrenunciables. Vamos de una oficina en otra, recibidos como alguien que entorpeciera el afán público. Se parapetan detrás del poder que da el estar tras ese mesón de servicio. Se ofuscan con mucha facilidad, olvidando el hecho que son funcionarios al servicio de la comunidad y que con nuestra participación, junto al accionar de ellos, la nación se fortalece, pero al parecer cuesta mucho que lo entiendan. Somos parte de quienes pagamos sagradamente nuestros impuestos y al acudir a ellos sólo le estamos solicitando algo que nos pertenece por derecho propio. ¡Además la cultura no es un gasto, ni un antojo, ni mucho menos un problema...!
Suertudos los chilenos con esos intelectuales que se agrupan y se defienden de la misma burocracia que es hoy remedo de hacer política en medio de la globalización impuesta por un imperio asesino que se niega a morir.
Allá los jóvenes se indignan, porque allá los intelectuales convocan a coloquios culturales. Mientras aquí los intelectuales mexicanos, convertidos en a modo, la inmensa mayoría —y los que no lo son del todo, se mueren— se pelean para ser los favoritos del siguiente “haiga sido como haiga sido” de entre los que pretenden llegar para seguir destruyendo al país.
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