Editorial
El que los
republicanos, alegando que para los EEUU representan un peligro para su
seguridad, hayan aprobado que se combata a los cárteles mexicanos como
terroristas, es todo lo que nos faltaba.
Y aunque ya se
había previsto que esto sucedería, cuando desde que hace unas semanas
comenzaron a hablar de que los citados cárteles estaban ligados con
Hezbolá y Hamás, ambas organizaciones islámicas a las que consideran
terroristas; y que coludidas pretendían asesinar al Embajador saudí en
Washington. Lo que fue tan irrisorio como lo de las armas de
destrucción masiva en Irak.
Lo cierto es que
ahora sus soldados (o mercenarios) con ese pretexto ya se van a meter
en cualquier lugar y van a detener o a ejecutar a cualquiera que ellos
consideren delincuente.
Y si ya lo
hacían, pues desde que asesinaron a Arturo Beltrán Leyva allá en
Cuernavaca, se rumoraba que habían sido comandos estadounidenses los que
dirigieron la operación, pues ya no tendrán ningún impedimento para
actuar por sobre las Autoridades de la Patria.
Y ante el hecho
de tener un Presidente que ha traicionado a la Patria entregándoselas en
charola de plata a los invasores, lo único que podemos hacer los
ciudadanos que todavía amamos a nuestro México, es, siguiendo las
enseñanzas del inmenso Mahatma, llevar a cabo un boicot en contra de los
productos del Imperio del consumismo. Especialmente a la Coca-Cola que
es su símbolo y un negocio todavía más lucrativo que el petróleo.
Y aunque habrá
sin duda muchos que prefieran que a la bandera de las barras y las
estrellas le pongan una estrella más, quienes sigan comprando en sus
tiendas correrán el riesgo de que el resto los veamos como traidores.
Pues cada
corcholata de Coca-Cola que se destape, será como una bala que les
estaremos poniendo en sus manos para que nos sigan humillando.
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