Jorge Lara Rivera
Tras la obvia cortina de humo que ante las malas cuentas económicas y sociales parece esa delirante fábula, noticia vieja de octubre (sobre desmantelamiento de una red de falsificadores que introduciría ilegalmente al país al sanguinario hijo del extinto dictador libio), a cargo del dúo de voceritos Alejandro Poiré –aunque ya sea cabeza de Gobernación– y Alejandra Sota Mirafuentes (culpable de tanta pifia y ridiculez en el Ejecutivo federal), vista la ineptitud del gobierno panista y su obcecación, su necedad, de no querer cambiar un ápice su proyecto privatizador neoliberal ni su fracasada “estrategia” de seguridad pública, es entendible que hasta un incompetente contumaz como José Luis Luege Tamargo, director de la CONAGUA, se sienta con derecho a tener desmedidas pretensiones políticas, el mismo que se niega a acatar una recomendación de la CNDH porque personal a su cargo atropelló derechos humanos durante afectaciones causadas por la incuria de la dependencia (el Senado ya lo citó para que aclare el porqué de su negativa), y busque ser candidato blanquiazul al gobierno del DF.
Y es que en el “gabinete de cuates” impera el absurdo. Así, a su pesar, y pese al enredo con los usos del tiempo gramatical en el lenguaje de la ex Secretaria de Educación, quedó claro durante la escaramuza verbal que libran Chepina Vázquez y Ernesto Cordero, cuyo 3er. episodio permitió a la verdad abrirse paso entre tanta simulación: Cordero es el lobo del mexicano, pues en SEDESOL provocó que aumentaran la pobreza extrema y alimentaria, y la diputada con licencia fue –gracias a Dios y los otros partidos– incapaz de lograr consensos, necesarios para cumplir su sucia tarea de despojar al pueblo de la Ley Laboral, privatizar PEMEX y CFE y legitimar el fascismo.
Mas la improvisación cuesta a los saltamontes oportunistas: así, además de Alonso Lujambio, a quien no importó dejar la cátedra y violar las restricciones del IFE por convertirse en titular de la SEP al servicio de la lideresa magisterial, su madrina, y cuya salud quebrantada, fruto que recoge, fue nota principal distractora en recientes semanas para el duopolio, se suma ahora el recién nombrado y ya desgastado director de la CFE, Antonio Vivanco Casamadrid, quien de “coordinar asesores” de la Presidencia (o sea telefonearles, ofrecerles algo de beber, abrirles la puerta, etc.) pasó a dirigir, primero “adjunto” con Alfredo Elías Ayub (al final de cuya gestión ocurrieron las prácticas corruptas para concesionar el mantenimiento de las torres de alta tensión a una empresa gringa), y después per sé, a esa Empresa de Calidad Mundial entre cuya responsabilidad queda revisar y mantener la seguridad de la nucleoeléctrica Laguna Verde, Ver., (suficiente para hacer estremecer al pensar lo que sigue costando a Japón la privatización de Fukushima); se ha hecho público que parece resentir ya el peso de esa estratégica dependencia. De veras que a los todólogos ya no los hacen como antes.
Por eso no puede uno menos que indignarse ante la desvergüenza de Gloria Guevara Manzo, empresaria controladora del negocio de reservaciones convertida en Secretaría de Turismo, quien al tiempo que celebra que Quintana Roo encabece la comisión de Turismo de la CONAGO anuncie una inversión federal en Cancún, el principal fondo recaudador de divisas extranjeras para el país, que alcanza los 200 millones de pesitos.
Baste traer a cuenta el despilfarro de los 1 mil 200 millones de pesos que en mala hora se destinaron a la tortuosa erección de la Torre del Bicentenario y comparar. Sucede que en Q. Roo también se encuentra el municipio Solidaridad, lo que queda de él tras formarse el de Tulum; como quiera que es el de mayor crecimiento en Latinoamérica y donde está Playa del Carmen, la ciudad más limpia del país, que le merece a la federación 100 millones de pesos. De nuevo haga cálculos.
Recién ante la CANACINTRA el panista titular del Ejecutivo federal se ha quitado la máscara para garantizarles lo que todo mundo sabía: que el suyo es y seguirá siendo un gobierno servil (hasta el Senado estadounidense pide el cese de funcionarios de su país responsables de “Rápido y Furioso”), entreguista, proclive a empresarios. Con semejantes criterios se entiende que lo superfluo obtenga la tajada del león del PIB y por qué 56 millones de mexicanos, según cifras oficiales, viven privados de lo indispensable, careciendo de agua, luz, hospital, escuela, drenaje y amenazados por el hambre.
No puede obviarse la denuncia contra el ocupante de Los Pinos de acallar a los defensores de Derechos Humanos que el padre Solalinde, activista protector de migrantes, le hace tras comparecer ante PGR acusado de maltrato a un guatemalteco (la maquila de expedientes con consigna de Marisela Morales continúa), mientras Cecilia Romero, luego de la masacre del rancho San Fernando, Tamps., y exhibidos abusos del personal del Instituto Nacional de Migración y complicidad en redes de tráfico, explotación y prostitución, dejara esa dependencia de Gobernación para ocupar –impune y premiada– la Secretaría General del CEN panista.
Ya puede el mandatario seguir con sus discursitos hipócritas edulcorados de legalidad y moralinas, dirigidos a ese “niño” que “lo entiende”; pero no pretenda venirnos con más engañifas ni pasar a la historia como “salvador de la Patria” cuando cada vez refleja más al infame vendepatrias Gral. Antonio López de Santa Anna.
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