A quién quieren engañar pinches felones

En plena acción los achantados mercenarios

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Editorial

Sospechoso, muy sospechoso.

El que el señor Calderón haya calificado como terrorismo la barbarie cometida en Nuevo León.

Lo que en su momento por algunos analistas fue visto como ignorancia del lenguaje, pues el terrorismo es otra cosa que nada tiene que ver con lo sucedido (baste ver diccionarios)

Otros consideraron que ahí había gato encerrado, y que don Felipe, con sus necias declaraciones, estaba aprovechando la infame coyuntura para así facilitar la entrega de la Patria a los norteamericanos (misma que ya ha comenzado)

Pues la “solidaria” actitud asumida por el nefasto señor Obama, ratificando que la ayuda que dan para combatir a los narcotraficantes la incrementarán con personal de inteligencia y logística.

Además de que están prestos a ayudarnos a combatir el terrorismo y al narcotráfico.

Lo que resulta increíble, sobre todo cuando ellos no lo han podido combatir eficazmente, pues se han asociado con los delincuentes y además se han convertido en productores de drogas.

De esas mismas drogas que combaten en otras naciones; o hacen que otros las combatan sin tener que meter las manos y solo proporcionándoles armas a todos.

Por lo que de inmediato enviarán tres helicópteros, que ya fueron debidamente recibidos por personal de la Armada de México (¡cuánta eficiencia!)

Aunque dados los antecedentes, tantos los históricos, como los presentes, bien se puede sospechar que los EEUU les venderán a los narcotraficantes misiles anti-helicópteros -tierra aire- para que los derriben; pues sabido es que así es la política internacional de los yanquis y así se las gastan ellos.

El asunto es que las declaraciones de Obama solo vinieron a hacer más sospechoso el atentado; si no es que a confirmar que el criminal hecho fue mandado a hacer.

Solo falta saber si los autores intelectuales fueron los EEUU (a solicitud de Calderón, o de mutuo propio, da lo mismo, para eso se pintan solos) o si quien lo mandó a hacer fue el propio Gobierno mexicano.

Emulando lo de las Torres Gemelas y pensando que a ellos, a diferencia de lo sucedido en los EEUU, sí les iba a salir bien y nadie se iba a dar cuenta de su felonía.