Peor que el gatopardismo en el Trife
Álvaro Cepeda Neri
Sabemos que el Instituto Federal Electoral (IFE) y los de cada entidad federativa y sus tribunales organizan las elecciones y dirimen los conflictos de carácter electoral. Son manipulados por los gobernadores y el jefe del gobierno capitalino, y obedecen consignas para favorecer sus intereses personales, de grupo y partido. En la competencia federal, el IFE, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (conocido como Trife), y la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) con plena autonomía resuelven los conflictos en esa materia. Partidos y políticos participan en el nombramiento de sus integrantes como consejeros-ciudadanos y magistrados. Y hasta el presidente de la República en turno y su esposa (como hoy Felipe Calderón y la primera dama Margarita Zavala) meten mano negra para llevar agua a su molino.
El Trife renovó su presidencia mediante una peculiar “elección”, al desplazar a María del Carmen Alanís (amiguísima de la esposa de Calderón, y de simpatías para Peña Nieto, al grado que en su casa organizó una cena para, en lo oscurito, convenir en pasar por alto faltas del galán mexiquense y protegerlo en su ambición por la candidatura presidencial priísta). Y en el colmo de la desfachatez, Alanís votó por sí misma para reelegirse… ¡y sólo obtuvo su voto! También Flavio Galván, cínicamente, votó… ¡por Flavio Galván!
Los demás magistrados sufragaron por Alejandro Luna Ramos (inmerecidamente electo, ya que parte de su pasado lo condena) incluyéndolo a él mismo. Los integrantes del Trife, el IFE, la Presidencia de la República y la SCJN, sin ética republicana y en el vil descaro, a cualquier precio quieren obtener (“haiga sido como haiga sido”, célebre frase de Calderón para justificar su ilegitimidad democrática) un cargo, cobrar sueldos millonarios y seguir resolviendo contra el principio constitucional de “gobernar en beneficio del pueblo”.
La columna Plaza Pública¸ titulada “TEPJF: ¿vuelta atrás?”, del siempre certero periodista (el Zarco de nuestro tiempo) Miguel Ángel Granados Chapa (Reforma, 11 de agosto de 2011) muestra cómo lo sucedido en el Trife fue algo peor que un gatopardismo: cambiarlo todo, para que todo permanezca igual.
Hubo maromas y un acierto: hacer a un lado a Alanis, quien ensució al Trife que necesita, al menos, una “limpia” de las que practican en la capital del país frente al vetusto edificio que alberga a la SCJN, hoy de Injusticia de la Nación, pues cuatro ministros, con el voto en contra de Olga Sánchez Cordero (que honró la Constitución y la enaltece) avalaron a Gerardo Sosa Castelán, un bribón sin honor ni decoro y personaje del veraz libro del periodista Alfredo Rivera Flores, que en su título dice todo: La Sosa Nostra: porrismo y gobiernos coludidos en Hidalgo. Es un ataque, una estupidez, de esos 10 ministros que interpretaron antidemocrática y antirrepublicanamente las libertades constitucionales para escribir sobre cualquier materia. La nación ha sufrido un revés autoritario.
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