¡¡Exijamos lo Imposible!!
Plan B
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Lydia Cacho
19 de mayo de 2008
Y tú, ¿explotas a alguien?
Y tú, ¿explotas a alguien?
Cuando era niña, mi madre nos advertía que nunca hiciéramos caso a desconocidos que quisieran regalarnos dulces o llevarnos a algún lugar. En la colonia Mixcoac, donde crecimos, rondaba una vieja apodada La Robachicos. Una niña de cinco años desapareció. Luego se supo que había una gran banda que les vendía para prostituirles. La idea además de espeluznante nos parecía irreal. Ahora las autoridades hablan de la trata de menores y personas adultas como “la esclavitud del siglo XXI”.
En 1990 la ONU determinó que deben combatirse los diversos tipos de trata: de mujeres, de menores, de hombres; para explotación laboral, sexual, servitud doméstica y adopción ilegal. México por sus altísimos niveles de corrupción e impunidad, es un país en el cual se incrementa la trata interna e internacional.
Millones de niñas indígenas son vendidas a familias ricas y de clase media alta. Las dueñas de la casa las explotan 12 horas diarias, les permiten salir unas horas el domingo y les arrebatan el derecho a la educación y a la libertad. Argumentan que les dan de comer y deberían agradecer la buena cama y el techo. Kamel Nacif trae a cientos de jóvenes chinos para su maquiladora, al pedir los permisos de internación al Instituto Nacional de Migración, le asegura al agente que no deben preocuparse de que los chinos escapen, él los tendrá encerrados en las galeras de su maquiladora, porque le cuesta 5 mil dólares traer a cada uno y no les dejará ir hasta que recupere la inversión y la triplique al menos. Un hotelero español de la Riviera Maya quiere construir su hotel en un tiempo récord. Un sujeto le ofrece traer a 400 albañiles de Chiapas que trabajarán día y noche sin pedir nada más que un salario mínimo, tacos de frijol y un petate. Trae camiones e implementa galeras en las que los jóvenes tzotziles y tzeltales viven con techo de lámina, a 40 grados centígrados, en piso de tierra, sin servicios y sin derechos. Argumentan que les dan a los indios la oportunidad de su vida. Un argentino ex militar abre un Puticlub en la zona hotelera de Cancún, trae mujeres de Cuba, Argentina, Brasil y Venezuela. Les coopta sus papeles y las explota. Su clientela es la más poderosa del polo turístico. Consigue que un juez le ampare para que ni el gobernador pueda sacar el prostíbulo de la zona de lujo. La trata no sería tan buen negocio si no estuviera insertada en la estructura empresarial y gubernamental, con protección policiaca y cuentas bancarias localizables.
En tanto el gobierno mexicano no revise cómo se inserta la trata en los regímenes migratorios, en el fortalecimiento de la industria maquiladora basada en el cohecho; en el servicio doméstico, o en el castigo de la prostituta y no del consumidor, poco podrá hacer. Mientras tanto miles de niñas, niños y personas adultas serán vendidas. Y encima la justicia culpabilizará a las madres por distraerse, y a los indígenas y a las mujeres por caer en el engaño y la esclavitud.
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