¡¡Exijamos lo Imposible!!
Democracia Ya
En defensa del bla, bla, bla
Pedro Miguel
De seguro ya lo saben, pero igual les platico: para quienes tenemos el
lenguaje como materia prima de nuestra chamba resulta muy graciosa esa
contraposición infundada que establecen algunos entre acción y palabra,
entre discurso y praxis, como si el hablar no fuera parte del hacer,
como si la formulación verbal o escrita no fueran, en sí misma, acciones
concretas.
Se suele usar las expresiones “bla, bla, bla” o “palabrería” para
referirse a un discurso mentiroso y hay la creencia rústica de que la
comunicación, por sí misma, no sirve para nada.
Bueno, pues resulta que La Ilíada, El Capital, la Constitución, el Ágora
de los griegos, una asamblea de #YoSoy132 y los discursos de Martin Luther King
son, en rigor, 100 por ciento palabrería; que la civilización es un
edificio de palabras y que el “bla, bla, bla”, oral o escrito, es el
único componente tangible de la filosofía, la historia, el periodismo y
la poesía, y el elemento predominante en la política, el conocimiento
científico, la psicología y la enseñanza. Entre otras actividades.
¿Cuáles son las tareas básicas de un dirigente o gobernante? Pues
escuchar y leer (no música clásica ni el ruido de la lluvia sino las
expresiones de sus gobernados), dialogar (y no se dialoga intercambiando
estampitas sino vocablos) pensar (intenten hacerlo sin lenguaje) y
luego, formular, mediante palabras, directivas, lineamientos,
instrucciones.
Pero como es muy fuerte el prejuicio despectivo hacia los actos
idiomáticos, el dirigente o gobernante se ve presionado a "la acción” y
de cuando en cuando agarra una pala y siembra un arbolito para que le
tomen fotos mientras “hace algo concreto”.
¿Bla, bla, bla?
Je, je, je.
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