¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Llegó la hora de luchar por la vida
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
El
año 2013 concluyó con una triste temporada navideña, luego de un año
sin crecimiento real en el país. La tónica del nuevo gobierno federal,
que inició sus labores un año antes, fue la contracción presupuestal. El
gasto público se ejerció de manera deficitaria, en rubros incluso
fundamentales como el de obras públicas, no obstante que Pemex siguió
generando ingresos a niveles históricos, gracias a que el petróleo
mantuvo su precio de alrededor los cien dólares el barril en el mercado
internacional. Enero de 2014 presagia iguales dificultades para la
sociedad, porque inicia con un aumento más a las gasolinas, cuyas
repercusiones se dejan sentir de inmediato en más presiones
inflacionarias.
La inercia del año que acaba de terminar será una carga de por sí muy
pesada para la economía popular, de ahí el imperativo de que se ejerza
el gasto público sin restricciones incomprensibles, sino con un realismo
ajeno a subterfugios que nadie entiende. Este deberá ser el primer
propósito del año que inicia su marcha, a fin de hacer menos pesada la
carga. En el gobierno federal se afirma que con la aprobación en el
Congreso de las reformas estructurales, no hay justificación para nuevos
fracasos o un estancamiento económico similar al del año 2013. Sin
embargo, sin presión popular las cosas seguirán iguales o peor.
Se aprobó un presupuesto federal sin precedente, de 4 billones de pesos,
que ejercido con honestidad y racionalidad permitiría evitar más
fracasos. Con todo, es preciso ejercerlo con un elemental sentido social
a fin de que se obtenga un resultado progresista, aspecto imposible en
el marco del neoliberalismo. Es fundamental que se destine también a
renglones que generen un crecimiento real, pues no tendría caso
derivarlo a actividades que sólo favorezcan especulación y mayores
presiones inflacionarias, lo que también parece imposible con la derecha
en el poder.
Este año 2014, se cumplirán dos décadas de haber sido puesto en práctica
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). La
convicción generalizada es que no ha traído beneficios tangibles al
país, sino al contrario. Se frenó el desarrollo del campo y se propició
una emigración interna muy negativa en la mayoría de los casos. Fruto de
ese tratado ha sido también el desequilibrio en el transporte público,
pues la contraparte estadounidense jamás ha respetado la reciprocidad a
la que debía sujetarse, en detrimento de los transportistas mexicanos.
Tal situación se complicó con la privatización de los ferrocarriles
mexicanos, medida que afectó gravemente al país al privarlo de un medio
de transporte barato y eficiente. De ahí que se tenga también la
convicción de revisar dicho acuerdo trilateral, pero para finiquitar
injusticias. Sin embargo, sin una firme presión popular será imposible
suponer que haya una mínima voluntad gubernamental para dar ese paso
patriótico. Se trata de un objetivo irrenunciable para propiciar una
elemental conciencia de cambio progresista. El 2014 debe ser el del
inicio de tal conciencia, bajo la directriz de una organización de
izquierda verdadera, ajena a sectas y partidos. En este sentido, MORENA
tiene la obligación histórica de encabezar la lucha a favor de una
democracia participativa que acabe con los abusos de la oligarquía y el
entreguismo del grupo en el poder.
Otro aniversario este año, el primero de enero, es el del levantamiento
armado del llamado Ejército Zapatista. Se le considera la primera gran
protesta organizada contra los abusos del neoliberalismo, el primer
grito desesperado de un pueblo largamente humillado y marginado. En
veinte años, sin embargo, el modelo que agudizó las arbitrariedades
contra los pueblos más indefensos, se mantiene con firmeza. No importa
que ello sea resultado de cada vez más cuantioso gasto público en el
fortalecimiento de las fuerzas armadas.
En veinte años ha quedado plenamente confirmado que el neoliberalismo es
la causa de los males que tienen a México en una postración penosa.
También es un hecho que la oligarquía no va a renunciar a sus
privilegios por las buenas, sino mediante presiones populares firmes,
perfectamente organizadas por una vanguardia política progresista, ajena
a camarillas corruptas. Este año debe ser el del inicio de una lucha de
clases en la que el pueblo pase a la ofensiva, de manera articulada y
sin dar un mínimo margen a provocaciones de los fascistas en el poder.
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