¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
En el misterio total
Jorge Carrillo Olea
¿Y la Fiscalía General de la República?
¿Qué, no tiene enemigos?
¿Nunca ha dicho la verdad?
Santiago Ramón y Cajal
Ante la bataola informativa generada por las reformas constitucionales
referidas a lo energético, se pasó por alto la referida a una nueva
institución sobre procuración de justicia que parece llevar el nombre de
este texto. Nada o poco más que nada se supo de la iniciativa
presidencial sobre ella. Esta oscuridad es un hecho premeditado y ello
preocupa por no saberse qué se decidió esconder.
A un año de gobierno, aún no se cumple la propuesta de Enrique Peña de
combatir la impunidad que hoy genera la pésima procuración de justicia
federal. La nueva idea, hasta hoy mantenida en lo oscurito, sería
complementaria de la reforma del 2008 sobre procedimientos penales,
podría ofrecer alguna esperanza. Para mí muy poca.
Mi escepticismo se deriva de conocer la materia por haber colaborado con
la PGR muy cerca de 1982 a 1990 y haber pertenecido a ella misma tres
años más. Los problemas internos de esa sombría institución son quizá
los más graves de todo el poder ejecutivo federal. Alguien concentró su
opinión sobre sus integrantes diciendo que son “insuficientes,
ineficientes y corruptos”.
La tarea de revivir esa dependencia va muchísimo más allá de cambiarle
de nombre, lo que sería terriblemente irresponsable. De manera
desconcertante no se ha permitido a la opinión pública conocer nada del
proyecto, pero queda claro que no se hizo el saneamiento necesario antes
de la supuesta nueva institución. Sería terrible que se arrastraran las
flaquezas acumuladas.
No se tiene conocimiento de que se hayan corrido las formalidades
inteligentes y obligadas de consultar a la excelencia existente en la
materia. Ellas hubieran sido el Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM, donde laboran dos apreciables exprocuradores de la
república: Sergio García Ramírez y Diego Valadés; el Instituto Nacional
de Ciencias Penales o la Academia Mexicana de Ciencias Penales, todos
ellos de enorme prestigio.
Tampoco se sabe de consultas a eminentes penalistas que los hay muchos y
del mayor prestigio. De haberse prescindido de estas consultas como
parece, ante la oscuridad premeditada, el proyecto, lejos de promover la
confianza propiciatoria, promueve todo lo contrario.
Hubiera sido deseable que antes de legislarse sobre la nueva institución
se hicieran a la luz pública varias consideraciones alternas, sus
ventajas y desventajas, eso hubiera ganado mucho para la bienvenida de
ella.
La academia y cualquier jurista tendrían derecho y razón para merecer un
espacio y plantear sus ideas. No soy abogado, dejo a otros comentar
diversas posturas sobre fórmulas jurídicas que no conozco. Lo que es
inaceptable es que nada se haya develado y menos explorado con rigor.
Lo que sí sé, es que la todavía PGR tuvo en lo últimos 25 años, de 1989 a
la fecha, doce titulares. Algunos muy respetables, los más sin nivel,
otros sin convicción ni compromiso y otros con prisas.
La falta de proyecto y algunos con cortísimos plazos fueron sus peores
adversarios. Hubo uno que sólo ocupó el cargo cinco meses. Esto es una
revelación no discutible del grado de interés de los presidentes por la
función.
El 30 de mayo de este año Peña dijo: “Es indispensable contar con un
Estado de derecho sólido y eficaz donde la ley se cumpla sin
excepciones, sin preferencias y sin demoras. Esto demanda una
reestructuración a fondo en todas las procuradurías. Debemos alentar la
especialización, tener investigadores con renovadas capacidades
científicas y técnicas, contar con servidores públicos más comprometidos
con su responsabilidad social”. Nada de esto encuentra respaldo en la
realidad.
Si como es la liturgia los estados siguen el mismo camino, las cosas
pueden ir peor. Es de muy serio temor que las procuradurías estatales
siguiendo el estilo, se transmuten en fiscalías clonadas. Copiamos o nos
alineamos sin saber ni cómo ni a qué ni por qué. Copiar a gran
velocidad sin haber liquidado sus enormes pasivos de ineficacia y
corrupción es fácil pero es para asustar a cualquiera. Sería el
hundimiento definitivo del sistema de procuración de justicia que hoy
hace agua por todos lados.
La preocupación es seria. ¿Por qué el futuro de la procuración de
justicia sería diferente si durante décadas ha estado en constante
decadencia? Esto nos lo tendrían que haber explicado. Hubiera sido
alentador conocer el proyecto y en su momento aplaudirlo. Nadie lo ha
explicado, por lo menos hasta el 27 de diciembre en que se envió este
texto.
hienca@prodigy.net.mx
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