¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
El Congreso se independiza del pueblo
MÉXICO, D.F. (Proceso).- -Yo saludo su valentía, congresistas –inició
su discurso el senador Gamboa Patrón–: nos hemos independizado del
pueblo de México.
El lugar: el magno salón del Congreso. La fecha: el 3 de enero del
año 2014, en una sesión extraordinaria en la que se reunieron los
legisladores de todos los partidos políticos, excepto los de la
izquierda.
–Al fin la derecha somos por mucho
mayoría –habría de explicarnos el propio senador Gamboa Patrón, en
entrevista de banqueta ese mismo día.
–Durante los meses previos a la votación de la Reforma Energética
–siguió desde el podio el senador Patrón–, nos fueron llegando noticias
de que el pueblo no quería su aprobación.
–Una encuesta y luego otra expresaban que la mayoría de los
ciudadanos temían que nuestro petróleo se abra para la explotación de
los empresarios privados. Y luego los opinadores populistas de siempre
interpretaron esos datos en el sentido de que las privatizaciones en el
pasado resultaron mal, a decir: resultaron en corrupción de los
operadores de las privatizaciones y en la escalada de precios para el
ciudadano medio.
–Pero al final, nosotros los congresistas, optamos por el camino responsable, y votamos contra los deseos del pueblo mexicano.
Los congresistas se alzaron de pie para corear una consigna,
misteriosamente articulada en un idioma extranjero, al parecer el
griego:
–Cracia cracia cracia/ellos son muchos,/nosotros muchos menos,/ pero a los hechos pecho/, ¡Democracia sin demos!
El senador Gamboa Patrón, al que la senadora Layda Sansores hace días
bautizó como “el patrón de los borregos”, pidió con ambas manos a los
legisladores que tomaran asiento, y explicó el tamaño de la hazaña.
–Sincerémonos –dijo–. El texto de la reforma nos llegó 24 horas antes
de la votación. Algunos legisladores acabaron de leerla en sus camas,
mientras otros encontraron en sus camas cosas de mayor interés qué
hacer. Así que una mayoría eligió votar en un acto de fe en el
Presidente. Un acto de fe sólo equiparable al del mismo Presidente en
sus asesores, los redactores de la reforma.
–México no había visto un momento de mayor fe, desde aquel en que el
indio San Juan Diego se arrodilló ante la Virgen morena, abjuró de la
Coyoxauhqui y convirtió su fe a la nueva diosa.
–Congresistas –concluyó el Patrón alzando la voz–, se han ustedes hincado y se han hincado bien.
A continuación se acomodó en el podio el diputado Manlio Fabio
Beltrones, representante de… –perdón, pero nadie me supo decir de qué
estado de la república– y con su voz de terciopelo expresó la dimensión
histórica del momento.
–Amigos y amigas –inició–. México se esforzaba en el arduo tránsito a
la democracia. Hoy la llamada “transición a la democracia” ha
concluido, con esta sorpresa: no transitamos, nos regresamos.
–México se había dividido en demasiados fragmentos. Tres poderes del
Estado. Seis partidos políticos. 32 entidades federativas. Cinco clases
sociales. Y cada facción con sus propios intereses.
–Para poner orden al borlote, hubiésemos tenido que aprender los
mecanismos del debate productivo, donde la verdad de unos se agranda con
la verdad de otros, un proceso que no tengo idea de cómo sucede, y
hubiésemos tenido que crear un nuevo pacto social con el pueblo, un
evento fantástico que con sólo considerar me causa taquicardia.
–Pero hicimos lo que los choferes de tráiler responsables hacen
cuando el camino se adentra en una noche demasiado inquietante: dimos
vuelta en U.
A continuación fue el turno del presidente del PAN de acercarse al
micrófono de los oradores. Imagen y semejanza perfecta de su abuelo,
Francisco I. Madero, padre de la Democracia mexicana, Gustavo Madero
dijo:
–No sé qué hago acá. Pero pretendo seguir haciéndolo. Muchas gracias.
Al levantarse la sesión, se distribuyeron entre los legisladores
sobres blancos con una tarjeta dentro, para que apuntaran sus deseos
para el año que inicia. Cada sobre estaba rotulado: Al Único Rey Mago.
Bajo el sol blanco de invierno, en la banqueta del Congreso, el Patrón del Congreso explicó a esta reportera:
–Decidimos abolir a los otros dos reyes magos, para no disgregar
tampoco en ello las voluntades nacionales. Se los prometo, México va a
simplificarse en los próximos años mucho.
La mañana del Día de
Reyes AMLO regresó a la política formalmente. De hecho, había estado ya
muy activo 15 días después del ataque cardiaco que sufrió. Día con día,
hora con hora, hizo llamadas telefónicas sus principales enlaces para
organizar las últimas asambleas constitutivas de Morena en los estados.
Al principio parecía un tanto desencanchado, pero poco a poco recuperó,
no sólo su brío, sino su fina astucia al proponer antídotos para la
manipulación de las candidaturas, enfermedad de los partidos de
izquierda. Dio un breve discurso que remató con aquello de que hay que
mantener viva la llama de la esperanza, que parece el motivo de toda su
vida pública.
Ningún personaje ha sido más odiado, aclamado y amado en la etapa contemporánea de México. Y hoy, después de un quebranto muy serio, continuará encabezando la construcción de su partido que tiene ya más de 400 mil afiliaciones y que además ha podido celebrar 25 asambleas estatales, lo que técnicamente le garantiza el registro y su incorporación a las grandes ligas.
La recuperación de Andrés coincide con una
Twitter: @ortizpinchetti
cuesta de eneroparticularmente dura. La reforma energética fue aprobada en un golpe de mano institucional. Será difícil que los defensores del régimen puedan convencer de que vivimos en una democracia. Son muy dudosas las ventajas que recibirá el país por la entrega de sus recursos. Basta con oír a los especialistas financieros: si el mercado se restringe, la producción y el comercio continúan en retroceso. Con razón el índice de confianza del consumidor ha caído en más de 9 por ciento. Los malos tiempos económicos están firmemente asociados con el tema de la inseguridad. La violencia se lleva cada año 2.26 billones de pesos. Ni los grandes empresarios creen que haya verdaderos efectos positivos de la reforma energética en menos de 4 años. Ya hemos olvidado que Peña pidió un plazo de 120 días para mejorar las cosas. Pronto lo oiremos decir que la prosperidad está a la vuelta de la esquina.
Twitter: @ortizpinchetti