viernes, 8 de abril de 2011

Las masacres las hace el éjercito

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Los buenos y los malos
Luis Javier Garrido

El discurso propagandístico del gobierno de Felipe Calderón en que ha sustentado su “guerra contra el narco” y con el que busca eludir su responsabilidad histórica por el desastre al que ha llevado al país, pretendiendo culpar de la violencia que ha destruido a México en los últimos cuatro años a las fuerzas del mal denominadas el crimen organizado, ha fracasado por completo y sólo los panistas parecen no darse cuenta de ello.

1. La ejecución de siete personas, en su mayoría jóvenesentre ellos el hijo del poeta Javier Sicilia–, el pasado 28 de marzo en las cercanías de Cuernavaca, ha constituido un momento de viraje en la actitud de los mexicanos ante lo que acontece, pues ha colmado a amplios sectores que hasta ahora habían permanecido pasivos ante la depredación del país llevada a cabo por el gobierno calderonista, y se están sumando ya a los sectores más conscientes de la población manifestando por todos los medios su hartazgo ante las políticas con las que el gobierno del PAN ha ido hundiendo a México en lo que va de este sexenio y que no dudan ya en calificar de criminales.

2. Las imágenes de diversos noticiarios de televisión del miércoles 6 de abril tras las manifestaciones llevadas a cabo en Cuernavaca y otras ciudades del país no dejan lugar a dudas del sentir popular pues, al igual que con sus pancartas, los asistentes gritaban que se vayan, ¡Fuera Calderón! y los asesinos están en Los Pinos, a pesar de que varios de los medios masivos intentaron presentar las movilizaciones como una demanda al gobierno para extremar sus políticas represivas o buscaban culpar del crimen al gobernador panista Marco Antonio Adame, molestos por la filtración de la información en la que el procurador estatal había afirmado que serían militares los responsables del homicidio de Juan Francisco Sicilia y sus compañeros.

3. Las ejecuciones de Cuernavaca han puesto de esta manera a discusión de nuevo la cuestión central de lo que acontece: ¿dónde está el lindero que permite distinguir las acciones de las fuerzas armadas del Estado y de las agencias estadunidenses, que están actuando de continuo violando la ley para amedrentar al pueblo y defender ciertos intereses del narco asociados a la clase política y financiera oficial, y las fuerzas armadas de los otros cárteles?

4. La militarización de México o “guerra contra el narco”, impuesta al gobierno de Felipe Calderón por Washington a cambio de respaldarlo en la elección fraudulenta de 2006, ya se sabe que buscaba desde un principio generar un escenario de caos y amedrentamiento, que permitiese a Estados Unidos controlar más directamente el aparato de Estado mexicano con el pretexto de velar por su seguridad interna, pero en realidad para adueñarse de nuestros recursos estratégicos, y a los panistas usufructuar el poder político en beneficio de diversos grupos mafiosos, y por lo mismo esa supuesta guerra se sustentó en un discurso maniqueo y mentiroso que pretendía que se libraba entre las fuerzas del bien y las del mal. Es decir, el mismo discurso que a Washington le ha permitido, de Afganistán e Irak hasta Libia, tratar de alcanzar objetivos económicos, uno de los cuales es desde luego el de reordenar en su beneficio el mercado del narcotráfico.

5. La revisión de algunos de los episodios más terribles de este sexenio muestra que en buena parte de ellos no se trató de masacres cometidas por “los cárteles”, como dijo la versión oficial con la lógica de los buenos y los malos, sino de crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad del Estado por diversos motivos: la política de amedrentar a los jóvenes y a los sectores marginales, la connivencia de sectores de esas fuerzas de seguridad oficiales con grupos del narco, la represión ciega y no controlada de un personal poco preparado, los errores. En suma, la fascistización a la colombiana de las fuerzas oficiales.

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