¡¡Exijamos lo Imposible!!
Cómo no estar en un lío gravísimo
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
El coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas Gutiérrez, reconoce que “el país está metido en un lío, un lío gravísimo que nunca habíamos experimentado en la vida: un problema de inseguridad como la que estamos sufriendo”. Y la solución, según él, está en que se apruebe la Ley de Seguridad Nacional, “un éxito legislativo enorme si logra acotar las facultades hasta ahora discrecionales del Ejecutivo federal y definir las necesidades que requieren las Fuerzas Armadas para actuar”, afirmó.
Es evidente que el diputado de extracción tecnocrática pretende burlarse de los mexicanos. Como ha sido multitudinario el rechazo ciudadano a dicha ley, ahora pretende engañar a la sociedad diciendo una mentira: que habría de restarle facultades al Ejecutivo para disponer de las tropas del Ejército y la Armada como lo considere conveniente, sin tener que pedir autorización a nadie. Esto es precisamente lo que se busca con este ordenamiento, aduciendo que México vive un estado de emergencia que sólo así podría corregirse.
En efecto, el país está metido en “un lío gravísimo”, que no se va a corregir con el uso indiscriminado de la fuerza del Estado. Lo que urge es corregir las causas que lo propiciaron, no agravar aún más semejante lío. Según Alfonso Navarrete Prida, ex procurador del Estado de México y principal impulsor de dicho mamotreto dizque legal, “es falso que se le dé un poder excesivo al Ejecutivo”, pero a continuación puntualiza: “Esto no inhibe que pueda o deba adoptar medidas rápidas y urgentes, para atender una afectación a la seguridad interior”. La trampa es por demás obvia.
Lo más dramático de esta situación es que la oligarquía no quiere aceptar que para salir de esta triste realidad es fundamental favorecer cambios de fondo en el modelo de desarrollo, cuya caducidad es por demás evidente, de ahí que la clase política a su servicio haga circo, maroma y teatro para tratar de engañar a la ciudadanía, y la nueva ley fascista pueda ser aprobada sin las protestas de una sociedad agraviada por tanta violencia, pero también por tanta injusticia e impunidad.
Como la mafia en el poder sabe que luego de casi tres décadas de latrocinios, las clases mayoritarias están a punto de pasar del ¡ya basta! a hechos defensivos serios, supone que llegó la hora de hacer cambios cosméticos al sistema político, como si la sociedad estuviera viviendo en los tiempos en que se le podía dar “atole con el dedo”. Por eso el PRI y el PAN, con el apoyo del Verde Ecologista, en forma por demás mafiosa aprobaron una reforma política que apuntala los privilegios del Ejecutivo y limita incluso las facultades de los legisladores.
El objetivo salta a la vista: favorecer un bipartidismo al estilo estadounidense, que tendría que sostenerse con el uso de las fuerzas armadas, legitimado por una ley facciosa que afianzaría el presidencialismo autoritario, ahora en total bancarrota por los desaciertos y debilidad manifiesta de Felipe Calderón. ¿Cómo quiere la mafia en el poder que el país no esté metido en un lío muy grave? Y más lo va a estar de continuar aferrada a un poder cuyo ejercicio monopólico le resta posibilidades de desarrollo a las clases mayoritarias. Si ahora el modelo socioeconómico es por demás excluyente, con los “cambios” promovidos por el binomio PRI-PAN, la única salida que se le deja al país es la violencia social generalizada.
Tamaña irresponsabilidad no tiene parangón en el subcontinente. No se piensa en las consecuencias que a nivel continental traería aparejadas la imposición de un sistema fascista, en una nación de más de ciento diez millones de habitantes, y vecina de la súper potencia más agresiva del planeta. Para salir del lío en que nos metió la misma mafia en el poder, es preciso hacer precisamente lo contrario de lo que está haciendo. Se requiere ampliar los cauces de una democracia real, con un verdadero “empoderamiento” del ciudadano, no de mentirijillas como lo hace la mentada “reforma política”; es preciso que se legalice la revocación de mandato presidencial; que haya plena certeza en la transparencia y autonomía de los órganos electorales; que la economía sirva a los intereses del país, no a los de unos cuantos monopolios voraces e insaciables. Y, sobre todo, es fundamental que cese de manera definitiva el terrorismo de Estado, con el que se quiere meter a la sociedad nacional en un círculo vicioso que obstaculice los pasos que hacen falta para avanzar en la organización ciudadana, mediante la cual se podría poner fin al tremendo lío en que nos metió la mafia que pretende perpetuarse en el poder.
(gmofavela2010@hotmail.com)
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