Album de familia
Por Manú Dornbierer
Satiricosas
Hace años, un amigo me dio un buen y doloroso consejo que seguí . Le pregunté entusiasta: —¿No te he contado de mis nietos? Y él me respondió sin chistar con un balde de agua helada: —No, y no sabes cómo te lo agradezco. Pero hoy violo esa adoptada conducta social y periodística … de la que me aparté sólo algunas veces en los artículos, aunque no en los libros, territorio de papel o cibernético personal y libre. Dedico este primer artículo de la década a Ana Sofía y les cuento, lectores, que está cumpliendo un día de nacida en los momentos en que inicio estas líneas. Tiene un hermano de 18 años y una hermana de 17 y unos primos de 22 y de 20.
Todos ellos son geniales y guapísimos y no lo digo porque soy su abuela. Es verdad absoluta.
Tres días más y Ana Sofía hubiera nacido en la segunda década del siglo… Como ella y su primo de 20, nací en diciembre, 10 días antes del siguiente año de modo que automáticamente siempre fui un año más vieja que mis coetáneas, por no aguantarme las ganas de ver la luz 10 días después.
Pero los astrólogos explican que Sagitario es el signo que escogí para nacer (o renacer) por destino. En mi caso no medió la decisión de nadie, pues no hubo la cesárea prevista por un médico, como sucede con todos los niños “acomodados” de hoy. Pero Ana Sofía no hubiera cambiado de signo, el Capricornio, de haber sido planeado su nacimiento el día primero de la nueva década, con fiestón también automático de por vida, y será según el calendario igual que yo, un año mayor que sus coetáneas, así sólo disfrute 2 días y medio de su año natal del Bicentenario.
El problema es que hoy en día no es Dios o el Universo o sus astros o el propio ser que nace, quien determina el momento del nacimiento en el ignorante Occidente, que se cree muy sabio y ya vemos lo que ha hecho del planeta.
En fin, Ana Sofía está sana y linda igual que su mamá. Es lo que cuenta en el momento y lo que hay que festejar y agradecer.
Los médicos
Pero, obviamente, un nacimiento es una revolución emocional e intelectual que revive otros momentos de la vida. Aunque desconozco hasta el nombre del ginecólogo que “la trajo al mundo” y al que por fortuna no parece haber nada que reprocharle, me es imposible dejar de pensar en que los médicos hoy son por lo general comodinos si no es que poco éticos, cuando no criminalmente interesados. Que los hospitales son minas y les exigen cuotas de pacientes. Que la industria farmacéutica mundial es de una inmoralidad espeluznante. Está circulando un libro llamado “La Mafia Blanca”. Ya era hora. Hay demasiadas personas en el mundo que tendrían mucho que reprocharle a los doctores a los que Hipócrates les vale y muchas víctimas de iatrogenia (varias de mi familia, incluyéndome) .
Con el nacimiento de Ana Sofía recordé el de mi nieto que acaba de cumplir 20 años. Debía nacer el mismo día que yo y excuso contarles el alborozo, pero el médico que le tocó en suerte hace dos décadas, tenía ese día una fiesta con su mujer y devolvió a la parturienta a casa. El niño nació de urgencia y en la madrugada del día siguiente. La tardanza causó daño al bebé. Por fortuna y por la intervención posterior durante un cierto tiempo de un neurólogo capitalino, se recuperó plenamente y es un espléndido muchachote. Me prometí que algún día le reprocharía su conducta al tal médico queretano, porque en aquel momento, no pude. Se me pidió “ser educada”. Hoy es ese día, ginecólogo Alcocer.
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