miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mis acusadores... “me la persignan”

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Los millones de un pastor de almas
Por Juan José Morales

Escrutinio

Un par de veces durante los últimos tiemposel 13 de noviembre de 2008 y el 4 de mayo del año en curso nos hemos referido en esta columna al prolongado litigio judicial en que desde 2003 se halla envuelto el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda ex abogado, ex boxeador y ex agente de bolsapor un multimillonario asunto que en pocas palabras puede resumirse así:

El santo varón reclama para sí una valiosísima colección de obras de arte que incluye cuadros de Picasso, Diego Rivera, Frida Kahlo, Orozco, Tamayo, Chagal, Modigliani y otros famosos pintores, que originalmente fue propiedad de la ya fallecida Sra. Olga Azcárraga, dueña de la empresa comercializadora de arte Arthinia Internacional. Don Onésimo sostiene que esa fortuna pictórica le corresponde porque él le prestó a la Sra. Azcárraga 130 millones de dólares (unos 1,600 millones de pesos), a cambio de los cuales ella le ofreció en garantía dicha colección. La operacióndice el cura prestamista fue en 2003 y la señora le firmó un pagaré con vencimiento en 2008. Como el préstamo no le fue reembolsado, ni tampoco se le pagaron los intereses de 6% anual sobre el mismo, más los recargos y sanciones por falta de pago oportuno, Don Onésimo viene exigiendo por lo tanto, desde hace más de dos años, quedarse con aquella garantía prendaria.

Pues bien, ahora hay novedades sobre el asunto. Un juez federal ordenó que la Procuraduría General de Justicia del DF libre orden de aprehensión contra tan ilustre caballero de sotana por considerarlo presunto responsable del delito de fraude. Y es que la familia de la difunta Sra. Azcárraga sostiene que el pagaré de marras fue falsificado por el obispo con la complicidad de un tal Jaime Matute Labrador, que fue colaborador de la extinta. El juez consideró que hay elementos suficientes para presumir que en efecto así ocurrió, y por eso ordenó que se encarcele al prelado en calidad de presunto delincuente para someterlo a proceso.

Una de las consideraciones que hizo el juez para dictar su fallo fue que no existe ningún registro bancario de alguna transferencia de ese montón de millones de dólares de ninguna cuenta manejada por el obispo o sus allegados, a ninguna cuenta de la Sra. Azcárraga.

Don Onésimoque por su afición a la buena vida y sus relaciones con gente acaudalada se ha ganado merecidamente el mote de Millonésimo Cepedaresponde a ello diciendo que el dinero se lo entregó a Doña Olga en efectivo, al chas chas, billete sobre billete, contaditos uno tras otro. Pero de ser cierta su aseveración, este buen hombre de Dios tendría que explicarcomo señalábamos en nuestros comentarios del 4 de mayo pasado de dónde salió semejante dineral, dónde lo tenía guardado y por qué no se manejó por los conductos bancarios usuales. ¿Serían acaso producto de las limosnas de feligreses que acostumbran darlas sólo en dólares? ¿Lo tendría en sacos de lona en la sacristía? ¿Detrás del altar? ¿Bajo el colchón? Realmente, a lo menos que se expone el santo varón de seguir sosteniendo tan poco creíble versión, es a que se le acuse de operaciones con recursos de procedencia ilícita, o lavado de dinero, como se conoce popularmente ese delito. 130 millones de dólares no son unos cuantos billetes. Son una verdadera montaña de dinero. No se llevan en un portafolios. Ni siquiera en una maleta. Vaya, ni siquiera caben en una caja fuerte. Al respecto, hay que recordar que en el sonado caso de Zhenli Ye Gon, el ciudadano mexicano de origen chinoaquel de “copela o cuello”a quien se le incautaron poco más de 200 millones de dólares en billetes de 100, ese dinero, debidamente acomodado, ocupó un espacio más alto, más largo y más ancho que una cama king size.

Pero Don Millonésimo parece muy seguro de que nunca pisará la cárcel. No porque cuente con la protección divina, sino porque se siente amparado desde los más altos círculos del poder. Tan es así que ya alguna vez, a propósito de este asunto, dijo soezmente que sus acusadores se la persignan”. Veremos, pues, en qué termina el caso.

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