Fuga de dólares y… de cerebros
Julio Pimentel Ramírez
Julio Pimentel Ramírez
Un día sí y otro también, no dejan de sorprendernos funcionarios calderonistas con declaraciones que desnudan su cinismo, ineficacia y carencia de credibilidad: el tecnócrata Agustín Carstens señala que el peso se encuentra subvaluado y en seguida nuestra moneda se hunde aún más, al tiempo que la especulación se traduce en el hecho de que en menos de seis años han salido de las arcas nacionales 20 mil millones de dólares.
Pero no son divisas las únicas que se fugan del país, más de 575 mil mexicanos talentosos, con formación educativa superior, han emigrado ante la falta de oportunidades, de perspectivas de un mejor futuro que no les brinda el “triunfador” y “exitoso” modelo económico de desarrollo instrumentado por sucesivos gobiernos priístas y panistas. Mientras los voceros gubernamentales, empezando por el usurpador de Los Pinos, se esfuerzan por mostrarse optimistas y convencernos que ahora todos los males nos vienen del Norte, tanto los económicos por el contagio de la crisis financiera estadounidense como los del narcotráfico por el tráfico de armas y el consumo de los “primos” de allende la frontera, la clase política en el poder es incapaz de dar respuestas positivas que al menos frenen el deterioro de la realidad mexicana.
Es cierto que el origen y epicentro de la actual debacle económica se encuentra en Estados Unidos pero dado que se trata de una crisis del sistema capitalista en una etapa avanzada de globalización, todos los países del orbe se ven afectados en mayor o menor medida de acuerdo a sus condiciones internas.
México, por supuesto, no es la excepción y sufre ya las consecuencias de su dependencia estructural de la economía estadounidense: si allá les da pulmonía acá no nos dará un simple “catarrito”, como falsamente diagnosticaron los “doctores” neoliberales. La devaluación del peso, la caída de las exportaciones, del empleo y de las remesas que envían los migrantes, son algunos de los rubros que ejemplifican esa penosa realidad pronosticada, por lo demás, por los “catastrofistas” que en su momento alertaron sobre ella.
Desde Europa Carstens, quien parece confundir la fortaleza de su peso corporal con el de la moneda mexicana, declaraba que ésta se encuentra subvaluada, que su depreciación es pasajera y se debe a la actitud precipitada y aprehensiva del mercado. Si esto fuera así ¿por qué se ocultan los nombres de esos “nerviosos” (verdaderos especuladores) que en estos pocos meses de la crisis, de octubre a la fecha, han adquirido alrededor de 20 mil millones de dólares de las reservas nacionales?
No hay que olvidar que la devaluación del peso tiene repercusiones en la estructura de costos de las empresas que importan materias primas y bienes de capital para la producción, tanto con fines internos como de exportación; además de la elevación en moneda nacional del costo financiero de su endeudamiento en moneda extranjera, sobre todo en dólares.
A pesar de estos efectos nocivos, el gobierno usurpador dice que no pasa nada, que todo está bajo control, que no hay que ser catastrofistas y que se está tomando las medidas acertadas, que tenemos un modelo económico exitoso que únicamente requiere de pequeños ajustes. Y se quedan tan campantes los especuladores.
Una perla que ejemplifica lo acertado de las políticas gubernamentales, las que aplicó el PRI y en esencia continúa instrumentando el PAN, es la dada a conocer por el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán: el éxodo de talentos mexicanos (fuga de cerebros) –el cual asciende a 575 mil profesionistas– ha costado al país más de 100 mil millones de pesos, cantidad cuatro veces mayor al presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). De ese total, 96.5 por ciento vive en Estados Unidos y el resto en países de la Unión Europea, detalló. No sólo representa una sangría de capital humano, sino de inversiones generadas para formar a esos estudiantes.
La emigración calificada muestra un preocupante incremento, ya que cada año abandonan el país unos 20 mil connacionales con altos niveles de escolaridad (el costo para el Estado de una licenciatura es de 45 mil pesos anuales durante cuatro años). La falta de oportunidades, el desempleo, la carencia de infraestructura que acoja a esos mexicanos, el círculo vicioso de la escasez de plazas en las universidades públicas y la oferta de mejores oportunidades salariales y de desarrollo en otras naciones son algunas de las causas de la salida de mexicanos talentosos, de acuerdo con funcionarios y especialistas.
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