¡¡Exijamos lo Imposible!!
La ruleta de la suerte
María Teresa Jardí
El mundo mañana despertará de otra manera. La ruleta de la suerte habrá girado hoy para bien o para mal, en otro sentido o en el mismo, para la humanidad entera. Hoy ganará Obama y mañana sabremos si lo dejarán llegar.
No tengo nada contra el pueblo norteamericano. Ni tampoco afinidad alguna ni con su escasa cultura ni con su forma de vida. Convencida estoy que la civilidad está lejos de las telebasura, de la Coca-Cola y de las hamburgueserías. Y me cuesta creer que algo bueno pueda salir de un lugar donde el negocio está por encima incluso de la salud física y mental de la ciudadanía. Y, sí, me refiero a la droga que si no fuera el redituable negocio que es para el gobierno yanqui décadas ha que habría sido despenalizada. Más aún, me repugna que siendo el imperio que se asume líder del mundo en lugar de propiciar el bienestar de todos sólo haya servido para generar el mal de millones en todos lo sentidos.
Aborrezco a los Estados Unidos de Norteamérica. Aunque sea capaz de sentir lástima también por ese pueblo, destinado, por dinero, a ser drogadicto, obeso, diabético y analfabeta, a temer al otro, a ser odiado e incomprendido…
No sé si su historia sería igual de brutalmente escrita, por ejemplo, a través de la exposición fotográfica sobre la que les comentaba en mi colaboración de ayer —en la que por cierto escribí mal el apellido del nombre del museo, es Mayer y no Meier, ustedes dispensarán el error y Franz Mayer, donde quiera que se encuentre si en algún lado vamos a correr nuestra aventura final, también—, si los grandes capitales transnacionales no hubieran asesinado a Kennedy. Es decir, si los genéticamente mejores hubieran prevalecido sobre los probadamente peores es probable que la historia de la humanidad fuera otra. No es difícil imaginar el potencial de ayuda al medio ambiente, por poner un slogan de moda, que se podría haber logrado con el dinero gastado en la destrucción de Irak; la cantidad de escuelas que en el mundo se podrían haber construido con el costo de las criminales CIA y DEA, además tan corruptas y tan corruptoras; el avance médico que se podría haber logrado de haber sido destinado al desarrollo de la educación y las artes el dinero gastado en las siempre criminales invasiones, etc.
Que el mundo podría haber sido otro, salta a la vista, si los yanquis hubieran sido gobernados por estadistas, que además hubieran permitido y propiciado que cada pueblo escribiera su propia historia. Y entonces sí, como la potencia que son, quizá se habrían ganado el derecho de vigilar el respeto a los derechos humanos en el resto del mundo. El respeto lleva como premisa impresa la de la respetabilidad ganada siempre de antemano. Pero como para atrás no hay nada a hacer. Para adelante no es lo mismo, de entrada, para la humanidad, el que Obama gane hoy. Incluso porque el triunfo de Obama es la derrota de la dinastía, maldita, de los Bush.
No creo en los colores ni en las razas. Los seres humanos somos todos iguales. Pero al igual que en el caso de la religión católica, el anuncio de la llegada de un Papa negro es una esperanza de cambio absoluto para la tan pervertida jerarquía de la iglesia sucesora de Pedro. El que Obama sea negro no deja de ser una esperanza de que a pesar de las limitaciones que, sin duda, le pondrán los capitales que mandan, será millones de veces mejor que su antecesor discípulo pervertidor incluso del más perverso de los demonios.
Mientras que McCain representa el continuismo con la peor de sus caras. Sí, la ruleta de la suerte hoy girará, para arriba o para abajo, para bien o para mal, para la humanidad entera.
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