¡¡Exijamos lo Imposible!!
La sesión legislativa vista por un locutor-conductor
15 de Noviembre 2008
Alvaro Cepeda Neri
Prólogo Político
Es un noticiero vespertino. Y como otros medios de comunicación, transmite “en vivo” la sesión de los diputados federales, como Cámara de revisión de lo dictaminado por los senadores y sobre todo cuando López Obrador recibe la autorización para entrar y exponer sus impugnaciones, en doce palabras como adición a la reglamentación de la Ley Petrolera.
El locutor pide a su reportera-corresponsal la versión de esos hechos. Concluye la intervención de AMLO que duró, dicen, 45 minutos, ante la Comisión de Energéticos y la Mesa Directiva, con su divisa de “amar a México”. Entonces el locutor-conductor no pierde la oportunidad (y la ventaja) de clavar el “puñal” de su comentario insidioso: “López Obrador dice amar a México, y lo está destruyendo”.
El odio, no la discrepancia, salta a la vista. El lector de noticias, con su apuntador atrás de la oreja, deja ver su rostro endurecido (con varias cirugías plásticas, su cabellera, “sembrada en su prematura calvicie, es negra, negrísima (como el color de un “chanate”, con este nombre piden los parroquianos un café en algunas ciudades del país).
Parece que el sólo nombrar al dirigente de la dura e intransigente oposición que llevó a las urnas más de 14 millones de votos y lo declararon perdedor por una mínima diferencia (que volvió pírrica la victoria de su adversario) le provoca enojo y, su rostro, deja traslucir la bilis que expulsa su órgano.
Como se quiera analizar, no hay manera de eludir y aceptar que en lo que va de este sexenio, con estiras y aflojas (y el apoyo del PRI para las negociaciones en el Congreso General) la agenda de la oposición lópezobradorista y la gran parte del pueblo, a nivel nacional, que se ha desprendido del PRD para seguirlo en su lucha social que no ha incurrido en la violencia, ha sido una agenda que se ha impuesto.
La no privatización total de PEMEX y su explotación, que hubiera llevado a ese patrimonio de la nación, a su contraexpropiación, se debe a esa terca oposición. El que ese locutor-conductor tenga, no diferencias, sino prejuicios contra todo lo que no signifique oficialismo y los anteponga para sentenciar reprobatoriamente, lo descalifica, a menos que su participación sea a nombre de algún partido conservador.
Se puede (y se debe) discrepar y polemizar con la oposición que actualmente está cohabitando dentro de un sistema que ha transitado del “partido casi único” a un Estado de Partidos, elecciones cada vez más libres, órganos de control (aunque dudosos como el IFE en la última elección presidencial) y tribunales electorales en vías de autonomía; pluralismo en las entidades.
En suma y si bien estamos esperando la transición a más y mejor democracia política con democracia económica y republicanismo en la vida institucional, se debe continuar por la vía de convivir con la nueva oposición que nunca antes habíamos tenido y que es necesaria, indispensable para seguir construyendo la competencia política. El locutor-conductor no lo considera así. Cuestión de pareceres.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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