miércoles, 4 de mayo de 2011

La gula de las potencias imperiales

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Mi Columna en POR ESTO!
Por Gustavo Robreño

¿Se extenderá la guerra al Norte de Africa?

Los dramáticos y sangrientos acontecimientos desatados a partir de la guerra de agresión imperialista contra Libia parecen haber entrado en una espiral sin límites previsibles, como consecuencia del evidente estado de frustración y desesperación en que han caído los Estados Unidos y sus socios de la OTAN ante la aparentemente inesperada resistencia que han encontrado por parte del ejército y demás fuerzas tribales libias, que se mantienen fieles a Moammar Gaddafi.

Lo que debiera haberse resuelto como consecuencia de la “operación quirúrgica” iniciada al amparo de la hoy tergiversada e ignorada Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU se ha complicado notablemente ante la imposibilidad de avances sustanciales por parte de las llamadas tropas rebeldes, a pesar del apoyo brindado por los brutales bombardeos de la OTAN y Estados Unidos, que acaba de incorporar al genocidio a los aviones sin piloto Predator, conocidos por sus mortíferos resultados en Pakistán y Afganistán, donde han dejado cientos de víctimas civiles entre la población de la zona fronteriza entre ambos países.

Las recientes declaraciones del secretario de Defensa británico Lian Fox, que acaba de estar en el Pentágono, confirman la existencia de planes en ejecución para desplazar fuerzas militares británicas en la frontera entre Túnez y Libia, lo cual coincide no por casualidad con denuncias de la OTAN de que “tropas de Gaddafi han cruzado la frontera con Túnez en persecución de fuerzas rebeldes desalojados de varios puertos fronterizos”.

Evidentemente se pretenden crear los pretextos y condiciones psicológicas como en reiteradas ocasiones anteriores -con el apoyo desenfrenado de los medios de comunicación que sirven a las potencias agresoras- para materializar esa anunciada presencia de la OTAN en los límites de esos dos países del Norte de África, región conocida como Maghreb.

En sesión de parlamentarios en Londres, el belicoso Fox planteó que sería necesario el envío de esas tropas para dar refugio seguro” a más de 30,000 civiles refugiados que “huyen de las tropas de Gaddafi”, según el periódico inglés The Independent. A pesar de la grave situación de crisis económica que atraviesa la Gran Bretaña, Fox insistió en que se buscarán de cualquier manera los fondos requeridos para continuar la agresión contra Libia durante el tiempo que fuera necesario.

Tal parece, decimos nosotros, esos fondos pudieran salir de donde mismo salieron los más de 30 millones de libras esterlinas empleados en la anacrónica y fastuosa boda del príncipe William, que acaba de hacer las delicias de la decadente nobleza europea, amplificada al mundo por los canales de televisión en el afán de hacer olvidar la guerra de agresión en que la Gran Bretaña está involucrada en estos momentos y sus consecuencias humanitarias y económicas.

Mientras los peligros de extensión de la guerra de agresión contra Libia son inminentes y los intervencionistas británicos ya la anuncian abiertamente, haciendo trizas la propia Resolución 1973 que dio luz verde a la titulada “zona de exclusión aérea”, no hay que olvidar que simultáneamente crecen las amenazas contra Siria y se percibe con claridad la pretensión por parte de las potencias imperiales agresoras de aplicarle la receta libia”, puesta en práctica en los últimos tiempos en los casos de Yugoslavia, Irak y Afganistán, por citar sólo tres ejemplos.

Habrá que seguir muy de cerca estas nuevas pretensiones de la OTAN, cuyo vocero fue el secretario de defensa británico, y también será necesario estar al tanto de la actitud que asumirían el gobierno y el pueblo tunecino, país que recientemente fue escenario de numerosas demostraciones populares que aunque trataron de ser mediatizadas y diluidas para evitar su radicalización -tal como ocurre también en Egipto- sigue viviendo la secuela y la efervescencia que desataron esos movimientos.

El apetito de las potencias imperiales agresoras sobre el petróleo libio y los afanes por deshacerse de un interlocutor incómodo, liquidando de este modo la señalada influencia política y económica de Libia hacia los países de África, parecen estar en estos momentos fuera de todo control y ello apunta a la posibilidad cada vez más evidente de extender la guerra de agresión a otros territorios de la convulsa región.

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