¡¡Exijamos lo Imposible!!
PROCESO:
Intolerancia ante la prensa crítica
Jenaro Villamil
Los cuatro años de gobierno de Felipe Calderón se caracterizan por haber colocado a México como uno de los países más violentos para ejercer el periodismo –junto con Irak y Pakistán–, según Reporteros sin Fronteras, y por una creciente intolerancia y métodos de presión contra informadores nacionales y extranjeros que no se ajustan a la versión que se quiere difundir desde Los Pinos.
Por lo menos cuatro corresponsales franceses radicados en México fueron presionados por Carlos de Icaza, embajador de México en Francia, quien ha enviado cartas de protesta a las redacciones de sus respectivos medios desde que en 2008 se tensaron las relaciones bilaterales a raíz del caso Florence Cassez, sentenciada por secuestro y a quien el gobierno de Nicolas Sarkozy considera inocente.
Anne Vigna, autora del libro Fábrica de culpables, relata a Proceso que en 2008 las presiones de De Icaza a través de Eduardo del Río, responsable de prensa de la embajada mexicana, hicieron que Le Figaro la suspendiera como su corresponsal en México.
“Después de publicar tres artículos en Le Figaro documentando las irregularidades del caso –como el testimonio del jardinero de la cabaña que dijo que nunca hubo nadie secuestrado en esa casa–, la embajada mexicana habló con el editor de mi revista.
“Argumentaron que yo mentía. Utilizaron el testimonio de Ezequiel, quien dijo que sí reconocía a Florence, y el de otras víctimas para que se modificara la cobertura”, relata Vigna.
Otro caso es el de Patrice Gouy, corresponsal en México de Radio France International durante los últimos 17 años, quien confirmó a Proceso que hace dos años la oficina del embajador De Icaza lo acusó de “poca imparcialidad” diciendo que defendía a Florence Cassez.
“En la radio no les hicieron caso. En otra revista en la que colaboraba, mi redactor en jefe, Mireille Lemaresquier, invitó a comer a Eduardo del Río, jefe de prensa de la embajada, y defendió mi trabajo. A partir de ese momento no hubo más interferencias”, rememoró Gouy.
No sólo el caso Cassez ha generado continuas presiones de la embajada mexicana en Francia. También la cobertura en torno a la violencia generada por la guerra contra el narcotráfico del gobierno calderonista ha merecido cartas a las redacciones.
Por ejemplo, una entrevista con la periodista Anabel Hernández, autora del libro Los señores del narco, publicada en L’Express por Léonore Mahieux, provocó una airada protesta del embajador De Icaza.
Diplomáticos propagandistas
El activismo del cuerpo diplomático mexicano en las salas de redacción de los medios extranjeros se agudizó desde que el pasado 7 de enero Felipe Calderón convocó a embajadores y cónsules a “dimensionar” y “poner en perspectiva” las versiones publicadas sobre los efectos de la lucha contra el crimen organizado.
“Yo no digo que neguemos que hay un problema, pero también es importante que ustedes, embajadores y cónsules, puedan ponerlo también en perspectiva”, dijo Calderón durante la vigesimosegunda reunión anual con los miembros del servicio exterior mexicano.
“¿Qué es lo que es importante decir de México?”, se preguntó Calderón. “Tenemos un problema, sí, pero lo estamos combatiendo y lo vamos a resolver. Y que también hay que recordar, y ustedes lo pueden observar en muchos países, el valor y la decisión con los que México está atacando este problema también han generado reconocimiento en la arena internacional”, abundó.
Calderón dio “línea” sobre lo que se debe decir en términos propagandísticos: el número de muertos en México “es consecuencia de la acción homicida de los criminales, no de la acción del gobierno, porque son precisamente los criminales quienes están atentando contra la vida, la seguridad y la tranquilidad de los mexicanos”.
Y repitió la frase que se ha convertido en mensaje de justificación constante, incluso ante la impunidad prevaleciente en la mayoría de los 66 homicidios contra comunicadores cometidos desde 2000: “Los responsables de la violencia son precisamente los violentos, y eso no podemos perderlo de perspectiva en nuestra tarea diplomática”.
Siguiendo al pie de la letra la orden presidencial, la canciller mexicana Patricia Espinosa ha salido en conferencia de prensa a impugnar las versiones que no responden al guión que Los Pinos desea divulgar en el mundo y, especialmente, en Estados Unidos.
Apenas el miércoles 9 Espinosa regañó al subsecretario del Pentágono, Joseph W. Westphal, quien sostuvo la posibilidad de que el crimen organizado se transforme en una “insurgencia” y llegue a tomar el poder en el gobierno. El mismo funcionario había rectificado antes su declaración.
“Lo que nuestra opinión indica es que no hay, lamentablemente, siempre la información adecuada sobre lo que verdaderamente está ocurriendo en México. Estos incidentes, tan lamentables, deben llevar a que los funcionarios se abstengan a hacer declaraciones y hacer opiniones sin contar con todos los elementos del caso”, advirtió Espinosa.
“De verdad resulta penosa una declaración de este tipo y después la corrección, pero nos parece que es muy correcto que lo hayan hecho”, concedió la titular de Relaciones Exteriores.
“Si se portan bien”
El tono admonitorio que ha prevalecido en la oficina de Comunicación Social del gobierno calderonista fue revelado por el periodista y conductor radiofónico José Gutiérrez Vivó en diciembre de 2006, al inicio del sexenio, cuando relató el siguiente mensaje que le transmitió Maximiliano Cortázar, entonces vocero de Los Pinos:
“Díganle al señor Gutiérrez Vivó que está castigada su empresa, que vamos a observar lo que hace y cómo lo hace, que no nos importa que difunda información del señor Calderón y que si se porta bien, cuando estemos en la Presidencia le dará una audiencia para llegar a un arreglo.”
En entrevista con Proceso Gutiérrez Vivó recordó que la tensión con Los Pinos provino desde que el anterior presidente, Vicente Fox, le reprochó haberse vuelto “perredista”, y su último vocero, Rubén Aguilar, le advirtió:
“Sé que a los nuevos asesores jóvenes y poco expertos que tiene Felipe no les gustas. Te ofrezco reunirte con ellos para comer y para que mejore la percepción de ellos hacia ti” (Proceso 1571).
Esta percepción nunca mejoró y las presiones contra Gutiérrez Vivó se incrementaron hasta llegar a la asfixia de su estación de radio y del periódico Monitor, en medio de un largo litigio con el Grupo Radio Centro al que el conductor ha acusado insistentemente de incumplir con un laudo favorable a él.
Lo que sucedió con Gutiérrez Vivó marcó un estilo durante el actual sexenio. Los mensajes amenazantes y la utilización de la publicidad oficial como mecanismo de presión han sido constantes.
Contra Proceso se ordenó un boicot publicitario desde Los Pinos, en represalia por la cobertura crítica de este semanario. La orden se hizo extensiva en octubre de 2009 a todas las revistas del país (Proceso 1718).
En el caso de la revista Contralínea la suspensión discrecional de la publicidad oficial y el acoso judicial fueron condenados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en su recomendación 57/2009.
La CNDH afirmó que la poca claridad en la contratación de espacios publicitarios “vulnera los derechos de igualdad, a la seguridad jurídica y, por supuesto, a la libertad de expresión y en agravio de los periodistas y directivos de los medios de comunicación, en este caso de la revista Contralínea”
No hay comentarios:
Publicar un comentario