Apuntes
De borrachos a borrachos
Manuel Rosete Chávez
11/02/2011
“No hay borracho que coma lumbre”
De la sabiduría popular
Y no se diga de presidentes municipales dipsómanos que atienden al pueblo en la cantina, esos casos son muy recurrentes, o el de un rector de la Universidad Veracruzana como lo fue Salvador Valencia Carmona, quien se hacía acompañar en sus parrandas de los grupos artísticos de la UV. En el restaurante de Marce los sobrevivientes tienen gratos recuerdos del doctor Valencia, ahí llegaba con grupos de músicos y amigas y pescaba cada jarra que hasta en pesito lo sacaban del lugar, obviamente no por eso se trastocaban las actividades de docencia, investigación o difusión de la cultura, esas continuaban en automático.
Pero insistimos, un presidente de la República no puede andar todo el tiempo bajo los influjos del alcohol porque nos lleva a todos a la ruina; si así parece que se mete de todo imaginen si se cruza con unos cañazos.
Lo que es imperdonable y sospechoso es que se haya calentado por la pregunta de la periodista Carmen Aristegui, a grado tal que pidió su cese, una decisión de esta naturaleza se toma cuando la cruda es muy intensa, en sano juicio ni madres.
Cada quien que saque sus propias conclusiones y que califique la salud mental de don Felipe Calderón Hinojosa, ya dijimos que el alcohol deteriora las facultades mentales.
La tremenda discusión –nacional- que originó el diputado federal petista Gerardo Fernández Noroña, quien colocó una manta al frente de la tribuna del Congreso en la que acusa al presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, de ser un borracho y por lo tanto de poner en riesgo permanente la estabilidad del país, solo vino a confirmar lo que mucha gente dice acerca de la adicción del señor Calderón a la bebida.
Y fue tanta la rabia que generó este señalamiento que a la pregunta de la periodista Carmen Aristegui sobre la salud mental del presidente, resultado de su afición por rendir culto al Dios Baco, que Calderón pidió la cabeza de la periodista y esta le fue entregada en bandeja de plata por los propietarios de la cadena de noticias MVS en español dejando fuera del aire uno de los pocos espacios informativos donde en realidad se ejercía la libertad de expresión.
Sobre la ebriedad o embriaguez, el diccionario dice que “es el estado de intoxicación con el alcohol (es decir, etanol) delírium trémens a un grado suficiente como para deteriorar las funciones mentales y motrices del cuerpo (Calderón hasta se cayó de una bici cuando en estado briago se le ocurrió pasear por los pasillos de Los Pinos, luxándose la clavícula). Una persona que habitualmente se intoxica de este modo se etiqueta como «alcohólico», también es catalogado, a menudo, como «borracho» en lenguaje vulgar.. Y en lenguaje más formal «dipsómano». En un lenguaje más informal, se suele decir que una persona está embriagada cuando sus sentimientos la sobrepasan, generalmente en un contexto amoroso”.
Aquí lo importante no es que al señor le guste el trago, en México millones de paisanos somos aficionados al chupe, el problema es que solo él tiene en sus manos el control del país, la responsabilidad de conducir los destinos de más de cien millones de mexicanos y ahí está lo canijo porque a diferencia de un gobernador o un alcalde, por ejemplo, el presidente de México no pude delegar responsabilidades que sólo él, por su investidura, puede atender.
Un gobernador como Patricio Chirinos Calero, por ejemplo, dejaba en manos de su secretario de Gobierno Miguel Angel Yunes, la responsabilidad de resolver todos los problemas mientras él se entregaba placenteramente al trago sin que ello pusiera en riesgo la estabilidad del estado.
Y no se diga de presidentes municipales dipsómanos que atienden al pueblo en la cantina, esos casos son muy recurrentes, o el de un rector de la Universidad Veracruzana como lo fue Salvador Valencia Carmona, quien se hacía acompañar en sus parrandas de los grupos artísticos de la UV. En el restaurante de Marce los sobrevivientes tienen gratos recuerdos del doctor Valencia, ahí llegaba con grupos de músicos y amigas y pescaba cada jarra que hasta en pesito lo sacaban del lugar, obviamente no por eso se trastocaban las actividades de docencia, investigación o difusión de la cultura, esas continuaban en automático.
Pero insistimos, un presidente de la República no puede andar todo el tiempo bajo los influjos del alcohol porque nos lleva a todos a la ruina; si así parece que se mete de todo imaginen si se cruza con unos cañazos.
Lo que es imperdonable y sospechoso es que se haya calentado por la pregunta de la periodista Carmen Aristegui, a grado tal que pidió su cese, una decisión de esta naturaleza se toma cuando la cruda es muy intensa, en sano juicio ni madres.
Cada quien que saque sus propias conclusiones y que califique la salud mental de don Felipe Calderón Hinojosa, ya dijimos que el alcohol deteriora las facultades mentales.
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