Detrás de la Noticia
Ricardo Rocha
“…como si Dios no existiera”
La frase es del arzobispo de Morelia Alberto Suárez Inda. Y me abofetea el rostro como si tuviera vida propia, aunque, paradójicamente, plantee la inexistencia misma de Dios.
También expresa esa mezcla de amargura, frustración, dolor, asombro e indignación por los hechos cada vez más terribles que se suceden día a día en este país. Ahora sabemos que de los 20 michoacanos levantados en Acapulco, muchos fueron enterrados vivos: “los iban golpeando con una pala en la cabeza, los iban echando a la fosa y si no morían en el instante morían de asfixia por sofocación en su modalidad de enterramiento”, describió la experta forense. Por cierto, fueron 18 los cuerpos encontrados y todavía faltan dos.
A propósito, las únicas pistas para dar con ellos no han surgido de indagatorias policiacas, sino de las revelaciones hechas en dos misteriosos videos. En el primero, del 20 de octubre, el policía municipal Salomón Gaxiola –—con evidentes huellas de golpes y tortura y ahora desaparecido— es interrogado y delata a varios de sus jefes que apoyaron a operadores del cártel de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, en el levantón. El 3 de noviembre aparece un nuevo video en el que dos presuntos sicarios —cuyos cuerpos fueron identificados unos días después— revelan que mataron a los michoacanos por órdenes de Carlos Montemayor, El Chaparro o El Compadre, supuesto sucesor de La Barbie y como venganza contra La Familia Michoacana que les quitó Ciudad Altamirano.
Lo significativo es que esta ejecución múltiple es muy reveladora en sus peculiaridades: es particularmente cruel y sanguinaria; dentro del grupo de ejecutados es probable que algunos pudieran estar involucrados en actividades del crimen organizado, pero hasta ahora no hay indicios, todos están limpios y sin antecedentes penales; de ser así, se trata de una especie de venganza regional de un cartel contra un grupo de personas por el simple hecho de ser originarias de un estado asiento de otro cártel rival. Estamos hablando de la irracionalidad absoluta. De crímenes demenciales que inauguran nuevos y todavía más horrorosos episodios de esta guerra tan feroz como absurda.
Tal vez por ello sea que el arzobispo haya dicho ante los 18 féretros en la catedral de Morelia: “Esto que estamos viendo es resultado de años de descuido, de fracaso de todos los aspectos de la política y la educación; no ha surgido espontáneamente, es fruto de años en los que se ha venido destruyendo el tejido social ante la pérdida de valores… como si Dios no existiera”.
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