Delenda est Cartago
Bernardo Bátiz V.
Bernardo Bátiz V.
Marco Porcio Catón, uno de tantos de esa familia en la historia del imperio romano, político y orador, temeroso de que la rival africana de Roma, la espléndida Cartago, volviera a levantar cabeza y poner en peligro a su ciudad, remataba todos sus discursos, fueran del tema que fueran, con las mismas palabras: “Ceterum censeo, Carthaginem esse delenda” (Por otra parte, opino que Cartago debe ser destruida).
Sin las razones de Catón, sin la elegancia de su oratoria, sin su patriotismo, el sistema que gobierna nuestro país está convencido de que la ciudad de México, si bien no debe ser destruida, al menos debe ser disminuida, acorralada, sometida. PAN, PRI y sus representantes y voceros, sus funcionarios, sus plumas y micrófonos incondicionales, saben que la capital es el mayor obstáculo para cerrar su circulo de poder y corrupción y por tanto, venga o no al caso, buscan la forma de poner en mal a la capital del país; esperan que caiga en su manos o al menos, que se desprestigie ante la opinión de todos.
Hasta hoy no han podido lograrlo; en todos los rincones de nuestra patria hay partidarios de un cambio pacífico y democrático que sustituya a las actuales estructuras opresoras, pero en la capital, grande, hospitalaria y hermosa, es en donde la resistencia a la opresión es más firme, está más fuerte y pone en riesgo real a la oligarquía, de perder sus posiciones de dinero, medios de comunicación y en general, estructuras que le permiten privilegios.
El pasado domingo 22 vinieron a la ciudad de México miles de ciudadanas y ciudadanos de todo el país ni un estado quedó sin representación, pero fueron los chilangos, los vecinos de esta gran metrópoli, quienes forman el grueso de la lucha, el grupo fuerte y animoso que integra las más nutridas brigadas de la resistencia civil y pacífica y por ello, esta ciudad y sus habitantes, es blanco constante de todos los ataques, arteros e injustos, que no miden consecuencias ni se paran en escrúpulos.
Delenda est Cartago y Cartago, para la oligarquía gobernante, es el Distrito Federal y contra él se lanzan los más duros golpes, no sólo en el discurso, también en los hechos. Un ejemplo: en la rebatiña del presupuesto, PRI y PAN se cuidaron bien de reducir todo lo que pudieron los recursos para el gobierno capitalino, al que simultáneamente, se le exigen más y mejores servicios.
Cuando la ciudad podía mantener los costos del agua sin alzas, desde muchos frentes se tachaba esta actitud como populista y demagógica y se exigía airadamente que los costos del servicio se incrementaran, sin considerar que se trataba de una medida de elemental justicia social. Hoy que el gobierno citadino, apremiado por los recortes presupuestales arbitrarios, se propone aumentar, en forma moderada, los pagos por el agua, especialmente a quienes más consumen, salen los críticos de siempre, satanizan la medida y se proponen “defender al pueblo de sus autoridades”. Como dijo don Manuel Navarrete en una famosa letrilla: “Cuando con los linces juegas a ensartarla, si la ensartas pierdes y si no, perdiste”.
Toda la fuerza del sistema contra la ciudad, por que se teme a sus aguerridos habitantes, toda la fuerza política y de los medios incondicionales contra los gobernantes capitalinos, porque aquí, en la capital, la ciudadanía ya sabe de gobiernos honrados y eficaces. Delenda est Cartago, porque los romanos le temían a la ciudad de la otra ribera del Mediterráneo. Delenda est el Distrito Federal, por que la oligarquía le teme a su pueblo organizado, a sus autoridades experimentadas, a su organización, a su sentido de solidaridad social y a su amor a la libertad.
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