Aborto a Beatriz
La letra desobediente
Braulio Peralta
Hay personas públicas que van más allá de un partido. Al menos eso creía de Beatriz Paredes. Creía que era una mujer de pensamiento libre, con el bagaje que brinda el conocimiento científico, intelectual, del movimiento de liberación de las mujeres. Que era libre por el simple hecho de llevar una vida fuera de las reglas sociales: no se ha casado, tiene parejas en libertad, no responde a los rigurosos escrutinios de la Iglesia católica. La pensaba laica, con creencias en los liberales del siglo XIX que hicieron la Constitución de México.
Pensaba eso y fui de los tontos que votó por ella y no por Marcelo Ebrard para gobernar el DF. Creía en su supuesto feminismo y en su vida congruente — si en la vida privada no eres fiel contigo mismo, con tus deseos más profundos, ya no eres nadie —, pues ser del PRI no la hacía seguir las normas anquilosadas de su partido. Uno no debe arrepentirse de lo hecho, pero Ebrard ha sido impecable en sus leyes sobre la libertad individual de las personas y eso hace que me critique abiertamente por el equívoco de mi voto. Ella se vendió como “mujer que sabe latín” y ahora creo que el latín que maneja es el que le enseñaron los curas e intereses políticos y económicos de su partido.
Lo lamento por ella. Pierde su ser interior al caer en “una interpretación religiosa a la vida reproductiva de las mujeres”. Al darle “personalidad jurídica al embrión contra los principios científicos”. Eso hace a Beatriz Paredes ciega y deshonesta con la ética. Se niega a sí misma en la lucha por las mujeres por el derecho a decidir en sus cuerpos. Es incongruente. El peso va contra ella, más que contra su partido, porque es ella la que representa al PRI, y ella abdicó de sí misma frente a las presiones religiosas. Ella y su partido regresaron al oscurantismo cuando tenían la oportunidad de ganar una batalla democrática. Cambiaron jugosas limosnas e impidieron el derecho de las mujeres a decidir sobre “su cuerpo, su sexualidad y su maternidad”.
Te aborto, Beatriz. Te rechazas a ti misma. Como escribió Néstor Ojeda: te convertiste en “la acomodadiza y poco confiable”. O Sabina Berman: “Será en contra de las mujeres que Beatriz Paredes siga caminando por los pasillos del Poder”. (Y de los gays, agregaría. Al menos el respeto que te teníamos lo echaste por los suelos). Las urnas esperan en 2012.
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