La propuesta política de AMLO
Pablo Gómez
27 noviembre 2009
Pablo Gómez
27 noviembre 2009
Ante más de cien mil personas, López Obrador ha lanzado una propuesta política. El hecho es significativo por dos motivos. Primero, porque no lo había hecho desde el movimiento poselectoral de 2006. Segundo, porque aborda los principales aspectos de la crítica situación del país.
Los diez puntos de Andrés Manuel son en verdad una propuesta política, es decir, un planteamiento de acción, una convocatoria de unidad de fuerzas, una forma de abordar la crisis de México y un método para resaltar los problemas más importantes de la nación en la búsqueda de soluciones auténticas y viables.
El primer punto se refiere al Estado democrático y social de derecho, aspecto central del programa del PRD y elemento sin el cual es imposible emprender la lucha a favor del desarrollo, en contra de la pobreza y el atraso, y en pos de un Estado de perfil contemporáneo. Se trata, en efecto, de un planteamiento que busca superar la naturaleza oligárquica del poder actual, la cual se encuentra en el centro de la situación de México, pues condiciona casi todos los temas nacionales.
Sin la democratización de los medios de comunicación no podrán darse pasos en sentido verdaderamente democrático. El duopolio de la televisión y el oligopolio de la radiodifusión no pueden ser el marco de ninguna democracia por más que tal cosa se niegue una y otra vez. Este es el segundo punto.
Una nueva economía es lo que el país requiere, pues las trabas del desarrollo son de carácter estructural. La falta de crecimiento y el pésimo patrón de distribución del ingreso son ya males endémicos que han lastrado a México entero. No hay problema concreto que no tenga referencia directa con el estancamiento —ahora hemos tenido recesión— y con la estrechez del mercado interno. Este es el tercer punto.
Un programa antimonopólico es ya indispensable para promover el desarrollo nacional, pues México es el país de América Latina con mayor estructura monopólica, la cual impide el crecimiento. Tal es el cuarto punto relacionado con el quinto: abolición de los privilegios fiscales. Es ésa la reforma hacendaria que requiere el país, para dejar de dar vueltas anuales a un problema que en realidad no han querido resolver los sucesivos gobiernos ni los sucesivos congresos.
Un Estado que no derroche y que rompa con el patrimonialismo de los jefes políticos y administrativos es algo más que urgente. La austeridad no es sólo un asunto ético sino que el gasto innecesario y abusivo es ya un inmenso desagüe presupuestal que no puede la República seguir admitiendo. Este es el sexto punto.
El tema de la energía es cada vez más acuciante. El país va hacia atrás y no tiene ni la gasolina que consume. Los energéticos son estratégicos para todos los países, y México tiene recursos. Lo que no tiene es gobierno. Aunque el problema carece de la gran complejidad que se observa en otras naciones, casi nada se hace aquí para resolverlo. Este es el séptimo.
El octavo punto es la producción de alimentos. ¿Hasta dónde puede llegar México sin suficientes productos agropecuarios propios? No se trata sólo de un asunto de soberanía alimentaria sino de la crisis social del campo mexicano.
El noveno punto está ligado al primero: el Estado de bienestar, es decir, el Estado social, cada vez más necesario ante la quiebra del Estado neoliberal que sólo ha llevado al mundo a mayores injusticias y desigualdades. La pobreza en México sigue creciendo, por lo que no sólo se requiere una política social nueva sino un Estado diferente.
El punto diez es el planteamiento ideológico propiamente dicho: promover una nueva cultura basada en el trabajo, la tolerancia, la solidaridad, el respeto a la diversidad y la protección del medio ambiente. Una cultura que contrarreste la idolatría del poder del dinero y el lucro, que promueva una nueva moral.
Ésta es una propuesta política. ¿Dónde están otras?
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