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A Julio Figueroa. Él solito les arruinó la fiesta.
El gobernante tiene varios peligros inherentes al ejercicio del poder público: el egocentrismo, la soberbia, el dogmatismo y la intolerancia. Todos estos “defectitos” derivan en un terror al diálogo y a la discrepancia. Gobernante que no supere estos peligros vive a la defensiva y termina solo, angustia que pretende resolver con el autoengaño, el elogio comprado y rodeándose de aduladores, sus “enemigos ocultos”. Dueño de la verdad su peor castigo es el aburrimiento: acaba informándose a sí mismo.
Edmundo González Llaca
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