¡¡Exijamos lo Imposible!!
La CIRT al ataque
Por Manuel Bartlett
La Cámara de la Radiodifusión lanzó una agresiva campaña contra el IFE por reformas al Reglamento. Lo acusó de terribles intenciones: “… pone en riesgo la elección presidencial”, “… se apresta a censurar a la radio y TV mexicanas”, “… expide lineamientos del Derecho de Réplica para intervenir en todo”, “… prohíbe a todo ciudadano manifestar sus aspiraciones”.
Sus corifeos ampliaron el espantajo: “El IFE Frankenstein inquisidor”, “usurpa funciones legislativas”, “la CIRT no claudicará en la defensa de la libertad de expresión y de sus propios intereses”.
¿Cuáles atrocidades provocaron esta terrible denuncia? Veamos: Regular el derecho de réplica está en la Constitución y lo ordena el Tribunal Electoral (aplazado). Celeridad en la transmisión de los spots que reciban las radiodifusoras agilizan el debate; mejorar la supervisión del gasto electoral (aplazado). Ninguna censura se está proponiendo, ni restricciones a la libertad de expresión, menos aún usurpación legislativa. Esperemos se superen las presiones que lograron aplazamientos.
La violencia y falsedad han sido arma habitual de las televisoras, solapadas en la connivencia con las autoridades y las cúpulas del PRI y del PAN que sitúan en el IFE testaferros.
Esa embestida con burdos pretextos persigue amedrentar al IFE e insistir en anular y eventualmente suprimir la reforma constitucional del 2007, que prohíbe la compra de tiempos electorales en los medios restringiendo la propaganda a los tiempos del Estado, sostenida por la Suprema Corte.
El poder impune de la pantalla televisiva para promover o denigrar tiene sus efectos. Pese a la actitud amenazante de representantes y empleados que comparecieron en el Senado, se aprobó la prohibición que les impide un enorme y abusivo negocio. Pero el Congreso no ha reglamentado el Derecho de Réplica aprobado, presionado por las televisoras, ni sanciones ejemplares como cancelar la concesión. Y no por negligencia, sino por complicidad de las cúpulas prianistas, las mismas que apoyaron la Ley Televisa y sus concesiones eternas que la Suprema Corte declaró inconstitucional. Son los mismos, Calderón entre ellos, asociados en intereses personales, económicos y políticos. Por eso no debe sorprender que consejeros del IFE, contra su propia institución, defiendan literalmente los insostenibles argumentos de la CIRT sobre la incapacidad técnica de acortar el tiempo de la transmisión de los spots, y que en una larga sesión el PRI, el Verde y el Panal persistieran en la no modificación de los plazos como exigía la CIRT. Obvio, estos comisionados fueron nombrados por los “líderes” para defender sus compromisos personales con los medios. La bancada Televisa, disfrazada de Partido Verde, defendió a la CIRT, no al electorado, sumisos empleados de las televisoras.
La arremetida de la CIRT —básicamente Televisa— es arranque de la lucha por la Presidencia de la oligarquía ahí agrupada: intimidar a los insurrectos del IFE, vigilar el nombramiento de los tres comisionados que faltan por ambiciones personales, no por buscar personalidades independientes, para asegurarse mayorías.
Calderón no ha democratizado la televisión; favorece su concentración sin recato, gobierna gracias a la ficción de la pantalla que oculta la realidad. Así, el poder del duopolio televisivo fortalece su capacidad manipuladora; hace y deshace prestigios impunemente. Terror de diputados, senadores, funcionarios enanizados. Engaña, desinforma, banaliza. Este dominio amenaza con un segundo 2006, ese en el que el IFE fue despedido vergonzosamente; en el que el Tribunal Electoral censuró infructuosamente la intervención ilegal del presidente Fox y la campaña negra televisiva de empresarios que ahora se suman a la crítica del IFE. Se alista la guerra contra la democracia.
m_bartlettdiaz@hotmail.com
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