Fue esculque, no cateo, lo de Galván, Maricela, Patricia y Calderón
Álvaro Cepeda Neri
Jesús Corral Ruiz, el mejor periodista de su época durante cuatro décadas (1940-1980), con su periódico Diario del yaqui, en el sur de Sonora, en una de sus Tarjetas postales (breves comentarios con la chispa del humor y certera crítica), ante el abuso y arbitrariedades de la policía, que entraban a los domicilios particulares abusando de la fuerza, de sus pistolas y su uniforme de autoridad, decía que como no mostraban la orden judicial de cateo, en realidad era un esculque.
Esculcaban, robaban y se iban con toda impunidad, llevándose detenido a quien aseguraban era, no un presunto responsable, sino que juzgado y sentenciado por ellos, lo consignaban directamente a la cárcel y el juez que debería conocer de la causa, simplemente ratificaba la aprehensión, dictaba sentencia y en el expediente agregaba, a posteriori, la orden de cateo.
Y la injusticia, como ahora, hacía de las suyas.
Nada ha cambiado. Aunque sí para empeorar las cosas. Ahí está el abuso del poder del secretario de la Defensa Nacional, el general Galván (obviamente debe tener por escrito la orden de Calderón; pero, eso no le quita responsabilidad). De las abogadas (¿de veras, abogadas?) Maricela Morales, procuradora, y Patricia Bugarín, subprocuradora, en la Procuraduría General de la República.
No se vio la mano que mece la cuna de García Luna; sólo a los soldados jaloneando al portero de la casa de Jorge Hank Rhon, y cómo los militares (están los videos) entran a punta de armas “exclusivas del ejército” a las recámaras, empezando por la de una niña de 13 años, a la que le provocan tremendo susto. Y, finalmente, la participación y aprobación del operativo, del mismo Calderón (¿también, abogado?), para atrapar “en flagrancia” al millonario de negra fama pública.
¿Y la orden de cateo? ¿Y por qué los soldados? ¿Está funcionando el golpe militar? Hank Rhon tiene una cola muy larga, pero a Calderón, Patricia, Maricela y Galván se les hizo mejor ejecutar un esculque, aprehenderlo y traerlo a la capital del país, para que confesara que dormía con el arsenal de armas que tiene.
Y lo acusaron, por el ministerio público federal, ante una jueza que lo primero que buscó en el expediente integrado a tontas y locas, fue la orden de cateo… ¡que a todos estos abogado, se les olvidó! Es el abuso del poder para meterse a cualquier domicilio por la fuerza de las armas militares.
Ese Hank es un bribón de siete suelas. Pero millonario, con abogados, relaciones políticas (del Grupo Atlacomulco, y por supuesto Peña Nieto) y con sus fans resultado de su populismo, a los que hace donaciones. ¿Qué le espera, entonces, a un simple ciudadano?
Ya sabemos que son “daños colaterales” las víctimas inocentes del fuego cruzado. Ahora entran uniformados sin órdenes de cateo, esculcan, detienen, encarcelan, asesinan y desaparecen, tirando los cadáveres desde un helicóptero de Marina. Se dan el lujo de aceptar recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, para después lavarse las manos. Galván, Patricia, Maricela y Calderón (¿también García Luna?) no sólo hicieron el ridículo, ya dieron luz verde al golpismo.
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