Artimaña fallida
Estado de los ESTADOS
Lilia Arellano
El fin: callar a Sicilia a toda costa
Prioritaria la guerra a narco: FCH
Rechaza la legalización de drogas
“Necesaria”, la ayuda de EU, dice
Por hoy, narcos no serán terroristas
Nada sobre reforma a Pemex: PAN
“Uno es dueño de lo que calla y esclavo de los que habla”.
Anónimo
A pesar de que se encuadra perfectamente en su formación ideológica y en las acciones que ha venido desarrollando en la última década, todo parece indicar que la propuesta de otra reforma a Pemex para abrir más a la paraestatal a la iniciativa privada, particularmente la estadounidense, a través de la venta de acciones en los mercados de valores, no pasará en el Congreso mexicano y quedará únicamente como parte de la amplia y costosa estrategia mediática del calderonato para sacar de los espacios de los medios de comunicación y, por ende, de la opinión pública nacional, el potente impacto que generó la Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad que encabezó el poeta Javier Sicilia, quien acertadamente puso sobre la mesa del debate político del país la necesidad impostergable de que se suscriba un nuevo pacto social entre las estructuras políticas, gubernamentales y sociales con los ciudadano o, de lo contrario, México se hundirá en una fractura de consecuencias impredecibles.
Junto al intento del linchamiento mediático a los objetivos fundamentales de la emblemática movilización ciudadana que demandó en primer lugar la renuncia del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna —a la que de inmediato respondió el inquilino de Los Pinos con un rotundo “no” y lo blindó del furor ciudadano convirtiéndolo en un funcionario “intocable” e “inamovible”—, así como el replanteamiento en el combate militar a los cárteles y el fin de la violencia del narcotráfico, Felipe Calderón lanza una bomba con la presunta propuesta de otra reforma a Pemex para abrirla al capital privado, aún con la certeza de que en este tema, sumamente sensible en el ánimo de los mexicanos que saben que la propiedad estatal de esa empresa es sinónimo de soberanía nacional, no avanzará ni un ápice en ese sentido en el Congreso de la Unión, pero el asunto sí funciona para sacar de las primeras planas y de los principales espacios radiofónicos, televisivos y de Internet el “¡Ya basta!. Estamos hasta la madre” de la guerra irregular del michoacano contra algunos cárteles de la droga. Este es el tema central y fundamental para la Nación y de cuya solución depende el futuro de la misma.
Y así quedó demostrado, una vez más, durante su reciente visita a los Estados Unidos: ante congresistas de los partidos Republicano y Demócrata, Felipe Calderón presentó en Washington su visión sobre el estado actual de México, haciendo énfasis en los aspectos económicos y sociales y, sobre todo, en la lucha antinarcóticos. En la sede del Congreso de Estados Unidos, se reunió con senadores de ambos partidos, encabezados por sus líderes, el demócrata Harry Reid y el republicano Mitch McConell, y el tema central, por si existiera alguna duda, fue la amenaza de los carteles de la droga a la seguridad de México y su vecino del norte. Un comunicado difundido por la oficina de prensa de Los Pinos da cuenta de que Calderón reiteró que la prioridad de su gestión es el fortalecimiento de las acciones en contra del tráfico de armas, el lavado de dinero y el consumo de drogas, precisamente los tres ejes que más importan a la administración de Barack Obama. De acuerdo con los legisladores estadounidenses que participaron en las reuniones, Calderón respondió a todas sus preguntas e inquietudes lo que contrasta con la opacidad con que se maneja en su propio país y frente al Congreso mexicano, ante el cual ni por equivocación se atreve a presentarse para dar cuenta del Estado que guarda la administración pública federal amparado tan sólo en un amañado legalismo. El inquilino de Los Pinos también se reunió con la líder de la bancada demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a quien agradeció la ayuda a México a través de la Iniciativa Mérida, aunque lo que debió de haber hecho es reclamarle por la lentitud en la liberación de los recursos y la etiquetación condicionada de los mismos que sólo han beneficiado a firmas de seguridad de ese país que trabajan estrechamente con la administración de Barack Obama con el mismo entusiasmo con el que lo hicieron con su antecesor republicano, George W. Bush. En los últimos tres años, el Congreso estadounidense ha aprobado mil 351 millones de dólares en apoyo antinarcóticos a México, de los cuales pocos dólares han llegado realmente a suelo mexicano.
Y aunque parezca difícil de creer, Calderón también fue a dar clases de moral y ética a los estadounidenses, como si contara con alguna autoridad en la materia dados los nefastos resultados de su administración. Con todo, el michoacano ofreció un discurso ante la 41 Conferencia Anual del Consejo de las Américas, donde demandó —eso si, “con todo respeto”— al pueblo, gobierno y Congreso de Estados Unidos, “congruencia y coherencia” en torno al tema de las drogas. Advirtió que “o realmente se discute a fondo en Estados Unidos el tema (de la legalización) con valor y argumentos técnicos y serios, o bien comprometámonos en serio a cumplir la ley”. Dijo que “es muy injusto que yo detenga a campesinos mexicanos por producir un cuarto de hectárea de mariguana y aquí se produzca industrialmente”.
No obstante, Calderón declaró que “yo estaba abierto a la discusión sobre la legalización de las drogas en la cual no creo”, y reiteró que “no se pueden dejar a varias generaciones de jóvenes en manos de los criminales porque se genera adicción y esta a su vez esclavitud y dependencia de por vida”. Ante John Dimitri Negroponte, líder del Council of the Americas y ex embajador de Estados Unidos en México, subrayó que “pensar en la eventualidad de despenalizar la droga en México, si antes Estados Unidos no da un paso similar, sería algo absolutamente inútil y convertiría a la República “en un paraíso de los criminales”.
También en ese foro, el michoacano se refirió al ineludible tema de la migración y dijo que es urgente redefinirlo en beneficio de la región, porque se ha convertido en un cuello de botella que impide el crecimiento y la prosperidad. Nada más, eso fue todo en este trascendental tema para los más de 10 millones de migrantes mexicanos que se la rifan todos los días en territorio estadounidense.
Mientras tanto, en el subcomité de Vigilancia, Investigaciones y Administración de la Cámara de Representantes, el director de la Oficina de Antiterrorismo del Departamento de Seguridad Interna (DHS), Grayling Williams, y la subjefa de personal y consejera de la División Criminal para el procurador general estadounidense, Amy Pope, rechazaron incluir –al menos por el momento— a los cárteles mexicanos en las listas de organizaciones terroristas, al argumentar que los Estados Unidos cuentan con leyes suficientes y fuertes penalidades.
Y para rematar su sumisa visita a Washington, al recibir el Premio Liderazgo en Asuntos Internacionales del Congressional Hispanic Leadership Institute, un organismo vinculado al Partido Republicano y a opositores al régimen de los hermanos Castro en Cuba, Calderón aseguró que es necesaria la ayuda constante de Estados Unidos a México en la lucha contra la criminalidad.
Lo peor de todo es que en el Congreso mexicano la Comisión Permanente turnó a comisiones la propuesta del senador petista Ricardo Monreal –y que apoyaron senadores de izquierda— para que se invitara al poeta y escritor Javier Sicilia a dialogar sobre seguridad y participación ciudadana. Y para acabarla de amolar, también fue turnada a comisiones la propuesta perredista de citar a comparecer a los titulares de la SSP, de la PGR, de la Sedena y de Marina para que informen sobre la estrategia de seguridad pública, el estado de las recomendaciones que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) les ha turnado, el número de víctimas preciso de esta guerra irregular, y las pérdidas económicas y, además, la presentación de un balance sobre procuración de justicia.
BOLA DE HUMO
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