¡¡Exijamos lo Imposible!!
No se puede ser optimista
María Teresa Jardí
Hasta hace unos días habría tenido claro quién es el enemigo público número uno en nuestro país. El enemigo número uno, con minúsculas. Aunque mayúscula sea la sangre derramada y el costo a pagar por cuanto a la rasgadura del tejido social toca. El usurpador, obviamente, es. Aunque, quizá, por encima de Calderón, su favorito, Genaro García Luna, esté ubicado. Pero los hechos que conforman la realidad, terca que es la realidad, está demostrando que Javier Lozano Alarcón a los otros disputa la carrera con grandes perspectivas de ocupar el primer lugar en la recta final que se acerca. Y que casi de los pies van los ministros, de la tremenda corte de injusticia, camino de llegar detrás del más impresentable secretario del Trabajo que los mexicanos hayamos soñado jamás tener.
El mundo como va, igual expulsa a los humanos de la Tierra con la violenta respuesta de su agredida naturaleza y los mexicanos habremos pasado sin pena ni gloria como el pueblo deseducado televisivamente destinado a retroceder en todo una y otra vez. No se puede ser optimista. Es imposible confiar en el panismo fascista que a los mexicanos nos ha adentrado en la escalada de violencia y destrucción al aliarse con un capo aceptando limpiarle, de los otros, la plaza. No se vale ser ingenuo cuando salta a la vista el trabajo sucio que el fascismo panista le está haciendo al priísmo, también de derecha, acabando con cada conquista de los trabajadores y con cada uno de los logros ciudadanos en materia de respeto a los derechos humanos y de cumplimiento de la ley sin ubicarse nunca ni los gobernados ni los gobernantes por encima de su mandato y ni qué decir en materia de justicia enterrada que ha sido su impartición luego de haber sido ejecutada una y otra y otra y otra vez…
AMLO es la última esperanza de que en México las cosas cambien sin una confrontación armada que ni los grupos guerrilleros quieren y la que nada tampoco garantiza. Pero empeñado en reventar al país está el usurpador Calderón para salvarse y la baja en las pensiones de la Corte indica que esa institución a lo mismo se halla sumada. Así como la corrupción de un funcionario es inaceptable porque genera olas de complicidades, lo es la violación de las leyes y la creación de leyes y jurisprudencias a modo, produce el mismo efecto.
Primero por los mineros, luego a dejar sin trabajo también a los electricistas, ahora los pilotos, azafatas, controladores… de Mexicana de Aviación, no sin antes haberle robado el nombre de marca a los trabajadores, por empresarios sin escrúpulos, como los Larrea, beneficiados por el sistema. Robados los ahorros de la vida a conformarse con la mísera parte de las pensiones por la corte ya aprobada. Que no se va a aplicar. Ja. Ja. Ja. La corrupción es como un espiral que tiene principio pero no fin.
Sí México no ha estallado todavía es por los viajes de AMLO y porque el pueblo mexicano le apuesta en el fondo al cambio pacífico de manera admirable. Pero a AMLO no está dispuesto a dejarlo llegar ni siquiera el PRD. Camacho es un enemigo de cuidado. Y Marcelo Ebrard no ha entendido que no cuenta ni con el voto cautivo.
Entrevistada, hace unos días, por dos académicas norteamericanas, que en 1989 me habían ya entrevistado para un libro a punto de concluir, les definía la situación de hoy con la palabra desesperanza y ellas me comentaban que el resto de mujeres entrevistadas lo mismo opinan. Y con tristeza recordábamos la definición de esperanza que la situación definía entonces de manera mayoritaria entre las entrevistadas. Esperanza en el futuro era la palabra que hace veinte años imperaba. Esperanza en lo mucho logrado desde 1968. Esperanza en el control de la tortura y en el no regreso de grupos paramilitares, en el respeto a los derechos humanos que suponíamos que adquirían carta de naturalización. Lejos estábamos de suponer que 20 años después México estaría convertido en un país de analfabetas y menos aún que ahogados en sangre los mexicanos sobreviviríamos apenas, convertida nuestra patria mexicana en un lugar donde nada pasa, aunque todo pase cada día. No, no se puede ser optimista.
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