martes, 24 de agosto de 2010

Vaya festejos estilo Disneylandia

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Mezquindad oficial
Ricardo Andrade Jardí

Cada día está más cerca la fecha oficial del nombrado bicentenario de la independencia y lo que se revela es a una clase política que sigue apostando por pan y circo frente a su decadencia que arrastra a la tragedia al país entero. Nada de ideas pareciera la consigna oficial. Mucha fiesta pero ni una idea. Resulta imposible para el PAN celebrar el liberalismo y menos aún las reivindicaciones sociales de la Revolución Mexicana. Es una agrupación política nacida como una oposición contrarrevolucionaria. Y tampoco la independencia, les entusiasma a los panistas, cuyo grupo desgobernante es más cercano a una visión conservadora y a formas de organización casi monárquicas, es decir, de liberales nada, y por eso resulta imposible para quienes ocupan las carteras del desgobierno usurpador, más allá de su también manifestada mediocridad, pensar en un bicentenario donde se discutan ideas y no donde se derrochen millones de pesos en celebrar un Disneylandia “nada más que para pobres”.

“Mezquinos los que no celebran”, dice el sobrino de “la maestra”, impuesto en la SEP y encargado de garantizar que la celebración del bicentenario carezca de toda inteligencia.

Ignora el secretario de Educación que la mezquindad es el derroche de recursos públicos para hacer circo frente a la pobreza de millones de mexicanos a causa de un modelo económico que excluye a más de dos tercios de la población; mezquindad es sostener la comida chatarra, de los consorcios que orquestaron la guerra sucia del 2006, en las escuelas públicas y privadas y más aún lo es en un país donde la obesidad y la diabetes infantil son ya un problema serio de salud pública. Mezquindad es proponer fiestas en medio de un mar de sangre provocado por una pretendida guerra contra el crimen organizado, que hasta hoy ha dejado fuera de “la estrategia de combate” la estructura financiera que hace posible la existencia de una organización criminal como el narcotráfico; mezquindad es la impunidad que otorga la corte de injusticia a los funcionarios responsables en el caso de los 49 niños asesinados en una guardería del IMSS, en Sonora; mezquindad es el derroche que significa el panfleto promovido por el desgobierno federal titulado: “Viaje por la historia de México”, que contiene errores garrafales en cuanto a la verdad histórica y que deja fuera de nuestra historia a la mayor parte de las mujeres que fueron pilar de las insurgencias que, se supone, que hoy deberíamos celebrar. Mezquindad es la falta de debate en torno a lo que somos. Frente a la idea de la mega fiesta con la que el desgobierno federal pretende engatusarnos, para que olvidemos lo realmente importante de un momento histórico, como debió ser, y pudo ser sin la mezquindad del desgobierno espurio, la celebración del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución social (la primera del siglo XX). La que dio origen a los imaginarios progresistas del liberalismo y el socialismo de un México que terminó por ser absolutamente corrompido por la ambición mediocre de una clase política ignorante, que se fue convirtiendo en una mala copia de la peor herencia de los conquistadores --por cierto igual de católicos que el cardenal Rivera, que se revela homofóbico, sin ocultar siquiera su xenofobia frente a la justicia de la diversidady terratenientes, que tanto daño le han hecho a la posibilidad real de un progreso social y económicamente justo y el que hoy, además, debería priorizar una responsabilidad ambiental de desarrollo que garantizara el futuro de las nuevas generaciones, para lo que igual ya vamos tarde otro de los debates ausentes de la celebración prianistamezquindad que confunde celebración con Circo y pachanga...

En fin… no nos queda a los mexicanos más que el seguir construyendo ese contra Estado que siga promoviendo el debate público de los temas fundamentales de la sociedad desde las micro-políticas de resistencia y defienda, entre muchas otras cosas, el derecho a la igualdad y el Estado laico como garante de una sociedad plural y verdaderamente democrática, que no confunda la importancia de saber:

¿Si hay algo que festejar? con los mediáticos y mezquinos “festejos” estilo Las Vegas-Yale-Disneylandia, con los que el desgobierno de la ignominia y de la ignorancia pretende legitimar para los próximos cien años lo que es, de origen, ilegítimamente aberrante.

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