¡¡Exijamos lo Imposible!!
Error inconcebible
María Teresa Jardí
Imperdonable error. De gravedad extrema como está hoy de descompuesto en México: todo. Inconcebible error es subir al ring político a la Iglesia Católica. Mayor error, si cabe, el de Marcelo Ebrard, cuando lo dicho por el cardenal Sandoval es obvio que sólo causa risa. Exageradas declaraciones, a modo de ese irredento cardenal de la Iglesia Católica. Risibles por lo que toca a la acusación sin prueba alguna en contra del jefe de gobierno capitalino. Claramente mentirosas declaraciones por cuanto a que Ebrard pudiera haber sobornado a los ministros de la tremenda corte de injusticia. Declaraciones de una tontería que asombraría, si no se pudiera pensar en mala leche, que sí se puede. Tontas declaraciones por cuanto a que exhiben al cardenal como incapaz siquiera de entender que la resolución de la corte, por lo que toca a aceptar como válidos tanto los matrimonios como las adopciones entre personas del mismo sexo, molestan, quizá, más que al cardenal, a los ministros cargados de un visible y añejo conservadurismo y con una doble moral a cuestas que espanta.
Necesaria ratificación, la de la corte, a una demanda errada de la PGR fascista, en rubros ya legislados en el DF. Necesaria resolución porque ante tanto palo alguna zanahoria a la sociedad más culta se ve obligada a dar esa institución tan desarmada en su estructura ética. Institución caracterizada en las caricaturas, como dadora de risa, convertida que está en tremenda corte de injusticia. Corte abucheada en análisis políticos, incluso internacionales, por sus increíbles resoluciones, tan faltas de Justicia. Una corte, con minúsculas, que ha pasado a ser hoy la mexicana, que de impartidora de Justicia nada le queda, producto de un golpe de Estado dado por Zedillo —para convertirla en lo que hoy es— como parte de la tarea mandada por el amo, que le tocó hacer a ese impresentable, también desgobernante a la mexicana, y por lo que fue muy bien recompensado con un trabajo vitalicio en el vecino país. Una corte en la que gozan de salarios inmorales, como pago, los ministros, porque sirve, entre otras cosas, para exonerar a sujetos como Molinar Horcasitas. Exonerar, sí, no obstante el horror que en el mundo causan las guarderías convertidas en negocio de las familias mafiosas, y más aún cuando en las mismas aparecen como dueños familiares del usurpador. Exonerado a pesar de que en una —la ABC— se achicharran niños, exonerando del crimen, los señores ministros, dejando impune al impresentable Molinar, porque continúa haciendo favores a las empresas mafiosas que controlan al país como poder fáctico. Cumpliendo, pues, la corte y Molinar, como el amo espera que hagan sus vasallos.
Inconcebible error es subir al ring político a la Iglesia Católica, cuando las declaraciones del cardenal es obvio que sólo risa le producen. Imperdonable error cuando es tan obvio que Ebrard lo comete dejándose aconsejar por la telebasura. Desesperada la telebasura por parar a AMLO.
Inconcebible que Ebrard se deje usar para él hacer lo que incluso al usurpador le urge que se haga. Qué tal otro frente cristero que logre, ese sí, hacer estallar al país. Es obvio que por eso y quizá para eso del tema, risible, están llenos también los radiales noticieros televisivos. Con eso hasta creen unos y otros, la telebasura y Ebrard, que le ganan, una mano aunque sea, a AMLO.
Por un lado la mala leche de quienes saben que de llegar AMLO, que sólo va rumbo a la posibilidad de ganar la elección con el apoyo mayoritario de la gente, incluso de los ciudadanos electores que a lo largo de la vida había sido votante por la derecha panista, que el PAN ofertaba, antes de haberse destapado como fascista. Amén de irredenta irresponsable que canceladas tiene las células cerebrales. Porque, vamos, hasta en la derecha más extrema debe haber gente pensante que no quiera que se meta al país, a su país, en una guerra inconcebible que ya casi alcanza los treinta mil asesinados, impunes, que ni un acta circunstanciada merecen, sin que se busque reconsiderar el error criminal por parte del que lo impone y sin exigir la caída del gafe que todo lo que toca destruye. Grave, gravísimo es subir al ring como están hoy las cosas a la Iglesia Católica, con una demanda que a lo único que puede conducir es a otra guerra cristera. Y, peor aún, hacerlo en el intento desesperado de convertirse Ebrard en el candidato perredista perdedor, cancelando la posibilidad de llegada de AMLO, como única esperanza de cambio pacífico. Claro que igual y se trata de hacer estallar por ahí al país.
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