¡¡Exijamos lo Imposible!!
Desfiladero
¿Presas por abortar? ¡Vamos a liberarlas!
Jaime Avilés
Para Luz María Ramírez Villalpando, directora del Instituto de la Mujer Guanajuatense (Imug: cuidado, no se pronuncia y muge”), el mejor antídoto contra la violencia intrafamiliar es la Triple R. “A las mujeres que son golpeadas por sus hombres, les aconseja resignarse, reír y rezar”, explica Verónica Cruz, presidenta del Centro Las Libres, asociación civil que defiende los derechos civiles y reproductivos de las mujeres de Guanajuato. Cuñada de Gerardo Mosqueda, secretario del gobierno estatal y número dos en la estructura local del Yunque, Ramírez Villalpando declaró hace días que “las mujeres que se hacen tatuajes son las principales responsables de la pérdida de valores en nuestra sociedad”.
En 2001, tras la llegada de Vicente Fox a la Presidencia de la República, su heredero en el trono estatal, Carlos Romero Hicks, tomó el poder con los votos del PAN y la fuerza de la ONY (Organización Nacional del Yunque), la poderosa secta secreta, ubicada a la derecha de la ultraderecha mexicana. Durante el sexenio de Romero Hicks, tanto leyes como políticas públicas vinculadas con educación sexual y derechos reproductivos fueron modificadas para “armonizarlas”, precisa Verónica Cruz, con las ideas religiosas de los nuevos mandones.
La educación sexual para púberes y adolescentes fue prácticamente suprimida en los colegios privados y las escuelas públicas. De los libros de ciencias naturales fueron eliminados los dibujos que mostraban los órganos reproductivos masculinos y femeninos, porque a juicio de los talibanes del Bajío “incitan a la lujuria”. Éstos lanzaron una campaña permanente contra el uso del condón y los anticonceptivos, basada en otro dogma: para evitar las enfermedades de transmisión genital y los embarazos no deseados, lo único que sirve es la abstinencia.
Cuando, en respuesta a las protestas de distintos sectores del país, el “gobierno” federal prohibió el libro de ciencias naturales del Yunque y exigió que se entregara a los estudiantes el que había editado la SEP, los talibanes de Guanajuato lo quemaron en una plaza pública de León, recuerda Verónica Cruz. Y Carlos García, corresponsal de La Jornada en la entidad, asegura que en opinión de la directora del Imug, que no es médica sino decoradora de interiores, “las mujeres en el momento en que están siendo violadas segregan un líquido espermicida, que las protege del embarazo”. Sin duda por eso, en las bardas de Guanajuato se repite esta consigna, pintada entre los escudos y emblemas del gobierno estatal: “Por amor o por violencia el aborto es un delito”.
Úteros asesinos
En el verano de 2004, una investigadora del Instituto de Estudios Sociales (ISS, por sus siglas en inglés) de La Haya, Holanda, documentó en la región selvática de Chiapas algunos casos de mujeres que sufrieron abortos espontáneos a causa de la pobreza extrema en que viven. Este reportero obtuvo, por su parte, datos de mujeres que habitan en zonas urbanas y gozan de cabal salud, pero interrumpieron involuntariamente su embarazo entre el quinto y el sexto mes de gestación, porque tienen “útero infantil”, o sea, una matriz incapaz de alojar un feto en crecimiento.
En Guanajuato, desde 2001, los abortos espontáneos por desnutrición o por cualquier otro tipo de limitación física se castigan hasta con 35 años de cárcel. Y los que se realizan en forma voluntaria también. Para los talibanes del Bajío son “homicidios en razón de parentesco en agravio de un producto en gestación”, según el código penal vigente en el estado. O, como lo simplificó el gobernador Juan Manuel Oliva Ramírez en una entrevista publicada por La Jornada ayer, son “infanticidios”.
sigue la nota:
http://www.jornada.unam.mx/2010/08/07/index.php?section=opinion&article=008o1pol
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