¡¡Exijamos lo Imposible!!
Un Colchón Asesinó a Paulette...
Una frase ya recurrente es, que si Kafka viviera hoy en México, sería un narrador costumbrista. A tan atinada afirmación, pudiera agregarse que Kafka sería, además, un narrador costumbrista de la novela policiaca de humor negro insertada en la historia moderna de México. Desde el final de la Revolución Mexicana para acá, hemos tenido un montón de crímenes, de toda naturaleza, donde la justicia no ha funcionado dando como resultado capítulos de nota roja con alto contenido de humor negro.
El caso de la niña Paulette es parte del mismo entretejido de una realidad que ha superado a la fantasía, del cual Kafka sacaría, como mínimo, unos 1000 capítulos de una novela entregada en partes, donde el amor, la violencia y la sangre se escurrirían de cada pagina, y donde pa acabarla, entre cada capitulo habría un suspenso que mantendría la atención del respetable público, esperando la siguiente entrega. No dudo que pronto muy pronto, tendremos a nuestro propio Kafka, como consecuencia natural de nuestra historia. Y nuestro autóctono Kafka, comedor de nopales, tortillas, frijoles y chiles, y portador de unos agrestes huaraches superará y por mucho al original.
¡Caray! Si el señor Kafka lograba la metamorfosis de un insecto hacia un humano, nuestros superinteligentes políticos han logrado convertir, a un colchón, en el asesino despiadado de una niña desvalida en sus facultades mentales. Hemos visto transformarse a una madre afligida, en una consumada actriz, y de ahí, en una criminal sentenciada sin juicio (claro que la sentencia era irrefutable mientras el colchón asesino confesara su culpabilidad), y de ahí a una mártir inocente (condenada a ser inocente, porque todo apuntaba a que era culpable de ser inocente), y de ahí, a una creyente convencida de que existen los colchones asesinos ( y por tal motivo, la madre de la asesinada por el colchón, hoy duerme en un petate), y de ahí… y de ahí… etc. ¡Ah Kafka cómo te han superado!.
Supongamos a la niña Paulette como centro, y a su alrededor van creciendo círculos, así como parten las ondas en un lago cuando se arroja un piedra, y de esta salen innumerables círculos. Supongamos que en el circulo más cercano están los padres, los abuelos y los demás parientes, todos ellos acaudalados y poderosos, y como un apéndice las nanas. En el circulo que sigue, se encuentran los amigos ricachones, los políticos influyentes, los amigos íntimos, los no tan íntimos y los maestros y profesores.
De repente hay una necesidad económica muy fuerte en las gentes pertenecientes al circulo más cercano y deciden organizar el secuestro de la niña. El objetivo es sacarle dinero al ‘pariente rico’ que más quiere a la niña y que daría todo por ella. Como los organizadores tendrán el control del secuestro, el escándalo mediático es necesario, y en cuanto convenzan al ‘pariente rico’ de entregar el dinero, la niña regresará sana y salva. Negocio redondo y todo queda en familia. Para desarrollar este plan, cuentan con el apoyo de algunos de sus amigos metidos en la alta política, quienes desde luego, como coludidos, tendrán una tajada del pastel. Así que, parte de la autoridad estará controlada por ellos mismos.
Ocurre el secuestro. El plan se va desarrollando a pedir de boca y todo es miel sobre hojuelas. Televisoras, radios, periódicos y la chismografía nacional, cumplen cada una su papel en la novela. Entrevistas van y vienen. La presión crece hacia el ‘pariente rico’ destinatario del pago de la recompensa. Si hasta el mismo ‘pariente rico’ se ofrece: “Cuenten conmigo en lo que necesiten”, les decía a los organizadores pertenecientes al circulo más cercano.
“¿Qué ya se pida el rescate?” -sugería un organizador a otro- “Espérate un día más” - respondía el otro-.
Cuando los organizadores están a punto de pedir la recompensa, ándale que se le prende el foco a Uña Nieto y a Bazbaz (funcionario que no estaba comprometido con los organizadores del circulo cercano).
“Oiga jefazo, y si nos llevamos los aplaus_os en esto del secuestro de la niña Paulette, y metemos nuestra cucharota?” -sugirió Bazbaz-.
“Pues ya se te hizo tarde guey, métele candela y soluciona el caso” -ordenó Uña Nieto-.
Y sin más preámbulo y sin saber, el Bazbaz que se dedica a desmoronar el castillo de naipes construido por los organizadores y en consecuencia, se organiza un desvarajuste. Los padres y las nanas son arraigados (casi, casi como indiciados del secuestro) y al plan “A” de los organizadores, se lo cargó la chifusca. Surge entonces el plan “B”, el que se va organizando sobre las rodillas de los organizadores que no fueron arraigados. Por angas o por mangas, la niña muere y no queda más que crear una desorganización bien organizada.
El cadáver de la niña es sembrado en el colchón donde siempre dormía. Y a semejanza de aquel rey que caminaba sin vestido y que todos, engañándose, por obligación debían afirmar “qué lindo vestido luce usted majestad”, de la misma manera, las autoridades en la persona del Bazbaz, repetían una y otra vez, que la niña siempre estuvo en el colchón sin haber estado, y que si nadie la habían visto, es porque no querían verla o, estaban ciegos. Y que, además, cuando los perros entraron a revisar el colchón y no detectaron a la niña, era porque los perros detectan a niñas vivas, y no como esta que ya estaba muerta.
La presión sobre Uña Nieto y Bazbaz no se hizo esperar, por parte de los amigos políticos (coludidos y no coludidos), los organizadores no arraigados y del ’pariente rico’. Y como resultado, los organizadores arraigados son liberados y en automático, pasamos de un secuestro, a un asesinato, y de ahí, de extrañas maneras, a un accidente. La presión ejercida por todos los antes mencionados da resultado: se declara culpable de asesinato al cruel colchón, y se cierra el caso. Todos son inocentes menos el colchón.
¿Se cierra el caso?
Es de esperar que el caso se cierra momentáneamente. Pero cuando despierte el Uña Nieto y vea que fue victima de un engaño y por consecuencia, perdió la candidatura presidencial, entonces como venganza, se encontrarán suficientes elementos para reabrir el caso y se meterá a la carcel no solamente al colchón asesino, sino que también al petate sustituto, a los organizadores del circulo cercano y si se puede, al ’pariente rico’. La venganza del ’Copetes’ sera fría y despiadada.
Eso creo, porque creo en Kafka.
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