viernes, 21 de mayo de 2010

Gritar guerra, guerra en los micrófonos es fácil

¡¡Exijamos lo Imposible!!
La otra guerra...

A Puerta Cerrada
2010-05-21

gomezalce@aol.com

• Aplausómetro en el Capitolio
• La PANdilla a la báscula

El comienzo de una guerra, mi estimado, se descubre por los preparativos que la anteceden.

Delicado cierre de semana que con todo y el aplausómetro registrado para Felipe Calderón en el Congreso de los Estados Unidos, la cruda… realidad es cada vez más preocupante en todos los frentes abiertos que con el paso de los días continúan descomponiendo el frágil ambiente político y de seguridad.

El recuento de los delicados acontecimientos que han cimbrado a la cúpula política con el levantón de Diego Fernández de Cevallos, ocurrido hace una semana en las afueras de su rancho en Querétaro, my friend, está marcando el inicio de un complejo parteaguas, donde de manera paralela se están desarrollando los divertidos procesos electorales que traen su propia inercia de riesgo y encono. El caso del fracaso de la PANdilla en Mérida, Yucatán, será sin duda uno de los simpáticos puntos (sobre las íes) que será bordado y abordado en el sugestivo proceso interno que se llevará mañana a cabo para la elección de los consejeros nacionales.

Acontecimiento que ha terminado por fracturar a los panistas que, primero, no son afines a la línea de Los Pinos y, segundo, saben de antemano el peso del sello del gymboree (con minúsculas) presidencial con el que su jefe sutilmente palomeó la atractiva lista que trae más que los dados cargados.

Mañana que la PANdilla se reúna, el partido en el poder (del no poder) mostrará su temple ante la emocionante adversidad que hace clímax con el levantón del Jefe Diego y la decisión azul, con su muy atinada campaña de espectaculares colocados estratégicamente en Querétaro que duró la friolera de horas, que demostró una vez más ese oficio y tacto político tan pulcro que ha llevado al país a un despeñadero por el caos y la incertidumbre.

De nada sirven los discursitos huecos (para la foto) en el Capitolio por parte de Calderón arremetiendo contra el tráfico de armas y la responsabilidad compartida en la descontrolada ola de violencia si no se modifica la fallida estrategia criticada por diversos sectores y por funcionarios del gobierno de Obama.

De nada sirve la aprobación de leyes y la verborrea legislativa si no hay un estado de Derecho que se aplique con rigor, a secas, si la impunidad sigue siendo reina de este (des)gobierno que aún no ha medido el tamaño de los retos que apenas están por surgir.

Los tiempos se están volviendo cada vez más peligrosos y volátiles. Los mensajes de la “ridícula minoría” se vuelven cada vez más desafiantes al constatar que desde la burbuja en la cúpula se favorece a un cártel y la percepción se vuelve tendencia que golpea en la línea de flotación de un (des)gobierno que presume su valentía y arrojo con una irreflexiva guerrita que ya es altamente peligrosa… pero en sus aguas más profundas.

Felipe Calderón puede fanfarronear que se está limpiando la casa de los revoltosos y que hay planes, métodos y medidas que están funcionando para recuperar los espacios. Puede desgañitarse ante micrófonos con su discurso monotemático desgastado para la ciudadanía que Vive México en el terror y la descomposición social. Arriba puede jugar con una espotiza que fastidie al divertido respetable y buscar, atiborrando de falacias e historias de éxito, un país lastimado y harto de tanta violencia, corrupción e impunidad.

El sugestivo quid es que hay nuevos focos rojos en el tablero de la gobernabilidad que están sucediendo con un timing impecable. Ése que es todo en política y el cuarto año les gustó para mostrarse…

Y nada como los mensajes que develan al mensajero con temerarias acciones que incluyen levantones… Diego Fernández de Cevallos es una emblemática figura y el barón de la droga, Ignacio Nacho Coronel también.

El problema es que el efecto dominó está en curso en esa otra guerra… y abarca ya el siguiente círculo: el de la familia otrora intocable en ese código criminal.

Y lo que viene, my friend, no se ve nada bien.

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