¡¡Exijamos lo Imposible!!
Ha dejado sin país a millones de mexicanos, la avaricia y la torpeza del grupo gobernante: Pedro Miguel
México, Distrito Federal
Domingo 21 de marzo de 2010
* Discurso del escritor Pedro Miguel, en el acto conmemorativo del Natalicio de don Benito Juárez, en el Hemiciclo al Benemérito de las Américas
CIUDADANO PRESIDENTE CONSTITUCIONAL
DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS,
LIC. BENITO JUÁREZ GARCÍA.
Está usted en presencia de miles de ciudadanas y ciudadanos libres de México que nos congregamos hoy aquí para recordar su nacimiento y para celebrar la llegada de la primavera.
No venimos a rendir culto a una estatua sino a encontrarnos con el que está vivo en cada uno y en cada una de nosotros, en nuestra educación, en nuestras convicciones y en nuestro afecto; con el que sigue luchando a nuestro lado por una nación soberana, democrática, equitativa, honesta y apegada a las leyes; con el que resiste los infortunios y las derrotas, con el perseguido; venimos a hacernos presentes ante el presidente del pueblo.
Nos permitimos informarle de la difícil situación por la que atraviesa el país en estos tiempos. Y queremos presentarle, también, el reporte de nuestros esfuerzos para enderezar el rumbo de México.
Hace ya más de dos décadas que el país se encuentra bajo el control de una minoría rapaz que se ha apoderado de casi todos los bienes públicos, ha fraccionado el territorio nacional para cederlo a intereses extranjeros, ha medrado en la corrupción más escandalosa y ha hundido en la pobreza extrema a la mayor parte de la población.
En poco más de 20 años, presidente Juárez, ese poder oligárquico nos ha dejado sin empresas públicas y sin industria; ha devastado al agro y nos ha colocado en situación de dependencia alimentaria; ha persistido en la agresión a las comunidades indígenas; ha destruido sindicatos y cooperativas; ha malbaratado la banca nacional, los transportes y las telecomunicaciones; nos ha dejado sin vivienda, empleo, educación, salud, cultura, recreación; nos ha reducido el poder adquisitivo; ha conspirado para arrebatarnos conquistas laborales, derechos humanos y políticos, sociales y reproductivos; ha traicionado el principio del Estado Laico y ha instaurado, si no un gobierno abiertamente confesional, cuando menos un gobierno feligrés, al servicio de las posturas más reaccionarias del alto clero; ha procurado incluso destruirnos los sueños y las esperanzas.
La avaricia y la torpeza del grupo gobernante ha dejado sin país a millones de jóvenes, para los cuales no hay más horizontes que la mendicidad, la drogadicción, la emigración, la delincuencia.
Para llevar a cabo esa labor de destrucción, esa minoría no ha necesitado de tropas foráneas . La ha realizado mediante la firma de un Tratado de Libre Comercio, gobernando a contrapelo de la Constitución, aprobando rescates bancarios e Iniciativas Mérida, secuestrando a los organismos del Estado, robándole a la voluntad popular, en dos ocasiones –en 1988 y en 2006–, la titularidad del Poder Ejecutivo. En 2006 los mafiosos de la política, de las finanzas, de los medios y de la mafia a secas, impusieron en el Poder Ejecutivo a un hombre mediocre, inescrupuloso y torpe, sin capacidad ni voluntad para dar solución a los problemas económicos, ya para entonces graves, ni para contrarrestar la oleada delictiva que ya asolaba diversas regiones. Este hombre no quiso escuchar las advertencias acerca de la crisis que se nos venía encima. Minimiza e ignora los problemas, se hace el sordo ante el clamor popular por la pobreza y el desempleo; tolera o propicia las graves violaciones a los derechos humanos; permite, y hasta justifica, la corrupción escandalosa.
Este gobernante usurpador ha hundido a México en un baño de sangre sin precedentes en los tiempos modernos. Más de 17 mil mexicanos, presidente Juárez, han muerto en esa guerra sin propósito ni bandos definidos; las instituciones han experimentado un nuevo ciclo de descomposición y desprestigio; nuestras Fuerzas Armadas han sido lanzadas a una aventura disparatada en la que la víctima es, en muchas ocasiones, la población inocente.
Ha dejado sin país a millones de mexicanos, la avaricia y la torpeza del grupo gobernante: Pedro Miguel
México, Distrito Federal
Domingo 21 de marzo de 2010
* Discurso del escritor Pedro Miguel, en el acto conmemorativo del Natalicio de don Benito Juárez, en el Hemiciclo al Benemérito de las Américas
CIUDADANO PRESIDENTE CONSTITUCIONAL
DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS,
LIC. BENITO JUÁREZ GARCÍA.
Está usted en presencia de miles de ciudadanas y ciudadanos libres de México que nos congregamos hoy aquí para recordar su nacimiento y para celebrar la llegada de la primavera.
No venimos a rendir culto a una estatua sino a encontrarnos con el que está vivo en cada uno y en cada una de nosotros, en nuestra educación, en nuestras convicciones y en nuestro afecto; con el que sigue luchando a nuestro lado por una nación soberana, democrática, equitativa, honesta y apegada a las leyes; con el que resiste los infortunios y las derrotas, con el perseguido; venimos a hacernos presentes ante el presidente del pueblo.
Nos permitimos informarle de la difícil situación por la que atraviesa el país en estos tiempos. Y queremos presentarle, también, el reporte de nuestros esfuerzos para enderezar el rumbo de México.
Hace ya más de dos décadas que el país se encuentra bajo el control de una minoría rapaz que se ha apoderado de casi todos los bienes públicos, ha fraccionado el territorio nacional para cederlo a intereses extranjeros, ha medrado en la corrupción más escandalosa y ha hundido en la pobreza extrema a la mayor parte de la población.
En poco más de 20 años, presidente Juárez, ese poder oligárquico nos ha dejado sin empresas públicas y sin industria; ha devastado al agro y nos ha colocado en situación de dependencia alimentaria; ha persistido en la agresión a las comunidades indígenas; ha destruido sindicatos y cooperativas; ha malbaratado la banca nacional, los transportes y las telecomunicaciones; nos ha dejado sin vivienda, empleo, educación, salud, cultura, recreación; nos ha reducido el poder adquisitivo; ha conspirado para arrebatarnos conquistas laborales, derechos humanos y políticos, sociales y reproductivos; ha traicionado el principio del Estado Laico y ha instaurado, si no un gobierno abiertamente confesional, cuando menos un gobierno feligrés, al servicio de las posturas más reaccionarias del alto clero; ha procurado incluso destruirnos los sueños y las esperanzas.
La avaricia y la torpeza del grupo gobernante ha dejado sin país a millones de jóvenes, para los cuales no hay más horizontes que la mendicidad, la drogadicción, la emigración, la delincuencia.
Para llevar a cabo esa labor de destrucción, esa minoría no ha necesitado de tropas foráneas . La ha realizado mediante la firma de un Tratado de Libre Comercio, gobernando a contrapelo de la Constitución, aprobando rescates bancarios e Iniciativas Mérida, secuestrando a los organismos del Estado, robándole a la voluntad popular, en dos ocasiones –en 1988 y en 2006–, la titularidad del Poder Ejecutivo. En 2006 los mafiosos de la política, de las finanzas, de los medios y de la mafia a secas, impusieron en el Poder Ejecutivo a un hombre mediocre, inescrupuloso y torpe, sin capacidad ni voluntad para dar solución a los problemas económicos, ya para entonces graves, ni para contrarrestar la oleada delictiva que ya asolaba diversas regiones. Este hombre no quiso escuchar las advertencias acerca de la crisis que se nos venía encima. Minimiza e ignora los problemas, se hace el sordo ante el clamor popular por la pobreza y el desempleo; tolera o propicia las graves violaciones a los derechos humanos; permite, y hasta justifica, la corrupción escandalosa.
Este gobernante usurpador ha hundido a México en un baño de sangre sin precedentes en los tiempos modernos. Más de 17 mil mexicanos, presidente Juárez, han muerto en esa guerra sin propósito ni bandos definidos; las instituciones han experimentado un nuevo ciclo de descomposición y desprestigio; nuestras Fuerzas Armadas han sido lanzadas a una aventura disparatada en la que la víctima es, en muchas ocasiones, la población inocente.
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