¡¡Exijamos lo Imposible!!
1914
Pomponio
25 de Marzo, 2010
Por el Lic. Mefistófeles Satanás
En el año de 1914 México estaba gobernado por un pelón, borrachin, usurpador, de lentes, mocho, del Bajío, que se vestía de militar. (Conste: estoy hablando de Victoriano Huerta.) Mientras tanto en EEUU en la Casa Blanca se encontraba un demócrata, Woodrow Wilson, pelele, como todos los presidentes yanquis, de Wall Street, que acostumbraba darse baños de pureza y veía con enojo los desmadres que estaban ocurriendo en México.
Y es que Huerta había sacado al ejército de sus cuarteles para ir al norte a pelear una guerrita contra un grupo de hombres entrones, broncos, y cabrones. Estos se habían agrupado en bandas milenarias (así los llamó don Porfirio en su carta de renuncia) y tenían nombres pintorescos: los villistas, los obregonistas, los carrancistas. Las hazañas de esos cabrones las cantaba el pueblo en corridos. El caso es que el ejército iba de derrota en derrota.
Los rebeldes no les tenían mucha consideración a los gringos. A cada rato ajusticiaban a un hacendado o minero gringo. Amenazaban también el irse contra la región de la Huasteca veracruzana, rica en petróleo. Poco a poco Wilson le fue perdiendo la paciencia a Huerta. Las advertencias y correos iban y venían. “Pacifique a México y haga respetar las propiedades y vidas yanquis or else…”
Wilson buscaba un pretexto para intervenir en México. Finalmente lo obtuvo. Unos marinos yanquis bajaron del crucero Doniphan, surto en Tampico, se emborracharon y la policía local les dio su calentadita y los entambó para dormir la mona. A la mañana siguiente el comandante de la guarnición, el general Morelos Zaragoza, los dejo ir con la advertencia que ya no hicieran mas desmadres.
Wilson puso el grito en el cielo. ¡El honor de EEUU había sido mancillado porque madrearon a dos borrachitos! El almirante a cargo de la escuadra yanqui del golfo recibió instrucciones. Presentó una demanda ante Morelos Zaragoza. Los yanquis exigían que le dieran unas salvas de honor a la bandera yanqui a manera de desagravio. Con semejante nombre, Morelos Zaragoza decidió portarse a la altura y contestó que lo haría con mucho gusto siempre que los yanquis hicieran los mismos honores a la enseña mexicana allá en Washington.
Bien, se rompieron relaciones. Los gringos invadieron Veracruz. La guarnición evacuo el puerto. Los cadetes de la escuela naval, en numero de noventa, sin embargo, se rehusaron a evacuar sus instalaciones. Se les unieron cien soldados del 19 batallón, unos reos de San Juan de Ulua, y voluntarios civiles del puerto. Cuando se presentaron los marines los defensores los recibieron con plomo y los pararon en seco. Pronto se fueron amontonando montones de cadáveres yanquis alrededor de la escuela naval. Los defensores peleaban como leones y no daban o pedían cuartel.
Frustrado, el general de los marines le pidió al almirante a cargo, Fletcher, que abriera fuego con la artillería de sus acorazados. Fletcher accedió y ordenó que el Prairie abriera fuego sobre la escuela. Fue inútil. La artillería yanqui solo creo mas escombros que favorecieron a la defensa y los defensores no daban visos de rendirse. Solo fue hasta el anochecer que los defensores, ya cortos de parque, evacuaron el punto y se abrieron paso entre las líneas yanquis, llegando hasta donde estaba atrincherado el resto del ejército mexicano.
Mientras tanto, en el DF, en cuanto se supo de la invasión la población empezó a quemar todos los establecimientos que tenían nombre yanqui o que eran propiedad de yanquis. Apedrearon el monumento a Washington y saquearon la embajada. Muchos yanquis fueron identificados y acabaron de piñatas.
Esto nos lleva a nuestros días. No se qué tan brutos sean hoy en la Casa Blanca. Vamos a asumir que sí meten marines a territorio mexicano “a solicitud del presidente Calderón”. Yo puedo predecir que si tal cosa ocurriera entonces veremos lo siguiente:
1. Los establecimientos con nombre yanqui (Walmart, Starbucks, McDonalds, VIPS, HEB, etc., etc.) arderán.
2. Los mexicanos, encabronados, probablemente vaciaran las sucursales de los bancos yanquis en México.
3. Hay un millón de gringos jubilados en México (en Guadalajara, Cuernavaca, San Miguel Allende, etc., etc.). Los yanquis tendrán que intentar evacuarlos a todos y a sus pertenencias. Estoy seguro que un buen número acabara de piñata.
4. Lo mismo ocurrirá con los cientos de miles de turistas yanquis que se encontrarían en México. La mayoría saldrá huyendo pero no todos saldrán con el pellejo intacto. Lo siento pero todos esos “time share condos” en “Baja” no estarán disponibles. Sorry.
5. Maquiladoras, hoteles, fábricas, granjas, ranchos, y otros establecimientos propiedad de yanquis o con nombres yanquis (“Kimberly Clark”) probablemente también arderán o no saldrán bien librados. Acuérdense que la clase obrera mexicana, tan famélica y explotada que esta, no ve con buenos ojos a los patrones.
6. Hay raza muy bronca en Los Ángeles y otros lugares. Algunos son paisanos y otros son chicanos que no se olvidan que son mexicanos. En EEUU es fácil comprar armas o ya enchilados por las noticias de una invasión la gente es capaz de saquear las tiendas donde se venden. Es posible que los mexicanos “reconquisten” Los Ángeles, Tucson, San Antonio, Houston (que sería renombrada Ciudad Santa Anna, juar juar), y tal vez hasta Chicago, etc.
7. Dado que Calderón será identificado por la población como el traidor a la patria que propició la intervención, es posible que tenga que salir huyendo en helicóptero, estilo Saigón, de los Pinos.
8. No todo el ejército apoyará a Calderón. Habrá soldados que se pondrán del lado del pueblo. Es posible que algunos traidores sean llevados a un bonito convivió en el cerro de las campanas.
9. Los contratistas de Halliburton, Schlumberger, y otros cabrones que andan perforando ilegalmente en el territorio nacional tal vez también acaben de piñatas.
10. Es muy probable que ya enchilada la gente se lleve entre las patas a los bancos gachupines y a las empresas de los señorones del CCE, aliados de Calderón.
En suma, el 2010 podría ser realmente memorable. A los yanquis invadir México les puede resultar ser más costoso en vidas y en términos monetarios que la de Iraq. Como dijo el general Gómez en El Carrizal, “si creen que pueden pasar, pos éntrenle güeritos”.
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