EDITORIAL
Dando de qué hablar.
El que el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, haya cerrado entre la noche del viernes pasado y la madrugada del sábado, 34 estaciones de Radio. Aduciendo que no habían renovado sus permisos de transmisión, o que habrían perdido sus concesiones por el fallecimiento de sus propietarios originales, es un hecho que seguramente habrá de ser censurado acremente por el gremio de los barones de la comunicación.
Quienes poco tienen de periodistas, y sí mucho de comerciantes o industriales de la noticia, y que por estar al servicio de los anunciantes, principalmente las poderosas transnacionales, como siempre se ha comentado, hablarán de violaciones a la Libertad de Expresión.
Pero no se puede pasar por alto que estos personajes, los barones de las comunicaciones, coludidos con los Poderes fácticos los del dinero (sean quienes sean) han corrompido el oficio periodístico de informar y crear conciencia.
A tal grado que, si en nuestro México se aplicaran las Leyes al respecto, solamente conque se aplicaran, pocas serían las estaciones de Radio y TV que seguirían operando.
Pues más que un gremio que explota una concesión del Estado que se supone debe ser en beneficio de la sociedad, “los monopolios” (paradoja desconcertante, pero es literalmente cierto que unos cuantos son los que se han repartido el espectro de las telecomunicaciones) se han convertido en enemigos de la sociedad a la que se deben, deformando no solamente la Historia y las tradiciones, sino hasta el lenguaje.
Sin soslayar el que le venden tiempo a cualquiera que tenga para pagarlo, aunque sean chantajistas o defraudadores “profesionales”, como quienes prometen curas milagrosas con limpias y amuletos, hasta los que ofrecen el cielo eterno a través de sermones y dioses que, para estos tiempos, ya se antojan oprobiosamente primitivos.
Y si al cierre de medios de comunicación, lo que, como arriba comentamos, desatará una ola de protestas por parte de la comunidad internacional, le agregamos el que Hugo Chávez abiertamente ha tratado de interferir en los asuntos que solo les son propios a los hondureños, no deberá de ser extraño que las cosas se le regresen y ahora sean los de fuera quienes se metan a opinar acerca de asuntos que solo les competen a los venezolanos.
Pero no es un mal deseo que en nuestro México (o lo que queda de Él) se hiciera algo parecido con quienes violando las Leyes vigentes, están operando irregularmente. En lugar de andar cerrando radiodifusoras comunitarias, a quienes las Autoridades les niegan hasta los permisos para operar.
Habrá que esperar las declaraciones de nuestros gobernantes; pero los antecedentes indican que mejor no deberían de opinar al respecto, si no quieren que haya respuestas como las que hubo con las declaraciones de Costa Rica, en las que Felipe Calderón llamó injustos a quienes opinan que César Nava es su delfín.
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