Satiricosas
2009-08-22
Conversación en Bogotá
Fue allá por el año de 1966, a mitad de la guerra de Vietnam. Duró de 1958 ó 59 a 1975 y ya no sabían ni qué inventar para pararla…
Ni con el napalm, intervine, que por cierto produjo la Monsanto, hoy fabricante de transgénicos que ya se engulló campos argentinos, uruguayos y brasileños y que en México va a desaparecer los maíces genuinos para imponer su engendro.
-Bueno, pues le contaba que un día llegaron aquí los gringos a comprar por un pedazo de pan los Llanos Orientales, una planicie de 250 mil km2, muy rica, de clima fresquito en que se cultivaba de todo y bien. Ahí junto a la Sierra de la Macarena montaron muy pronto los galerones en donde enseñaron a los agricultores pobres, que no se habían ido por la compra, a hacer cocaína con la hoja de coca, que no es lo mismo ¿sabe?
-Sí lo sé. En 1991 publiqué un libro sobre la verdad de la guerra de las drogas que inventó Richard Cheney, el también inventor de la guerra de Irak.
-Ah, entonces por eso vino a la Feria del Libro ¿y lo trajo ese libro?
-No, traje uno nuevo que no tiene que ver con esto. Se llama “Memorias de un Delfín”. Lo presenté ayer viernes en el Pabellón de México o mejor dicho lo presentó muy bien el escritor colombiano Arturo Guerrero. Le estoy agradecida. Pero mañana me voy y no me quise ir sin conocer la ciudad. Hoy me vine de pinta, pues. Me escapé de oír a un historiador de la TV mexicana hablar pestes de Chávez para agradar al presidente Uribe y a los gringos que van poner más bases aquí. Están encantados con él.
-¿Y a Ud. no la invitaron a alguna universidad?
-Al principio sí, con el tema de periodismo político y a participar en una mesa redonda, porque vieron mi curriculum. Pero luego me dijeron que siempre no e invitaron a una periodista simpatizante de los gringos para el siguiente fin de semana.
-¡Cuánto lo siento!
-No, yo no. Mire, por una parte los gobiernos de Colombia y de México son muy derechistas y están ambos al servicio de los gringos. Y no me puedo callar. Les hubiera quizás dicho sus frescas (risas de ambos). Y por otra parte y sobre todo, aunque publico columnas periodísticas en 30 diarios de México, no me interesa de momento el libro político. Y tengo 10. Ahora estoy impulsando mis novelas, cuentos, relatos de viajes. Pero cuénteme más de Colombia. Hoy que Washington está abriendo sus archivos y “desclasificando” documentos secretos sobre horrores cometidos por los gobiernos de América Latina, a ver si “desclasifica” también sus propios horrores, como la guerra de las drogas y, como me contaba, la instalación por ellos mismos de laboratorios para la fabricación en grande de cocaína en su país.
-Pues así como le cuento, empezó todo en Medellín y Cali en los años 60, dijo seriamente, retomando su experimentada visión de esa historia colombiana. Una vez que compraron baratos los Llanos Orientales, los gringos construyeron aeropuertos. Trajeron mucha maquinaria y transportes terrestres. No tenían ni que ir a Bogotá, ni pasar aduana, ni nada. Aterrizaban directamente en los Llanos. Y empezaron a sacar mucha cocaína para los soldados de Vietnam. Sólo así los controlaban. -¿Y no les decía nada el gobierno por los aeropuertos?
-Los tenían tapados con ramas, pero el gobierno estaba de acuerdo seguramente. Esto me relataba ese colombiano, articulado y bien educado (como todos sus compatriotas que conocí en esos breves días y que llaman gringos a los gringos, como nosotros) con el que tuve la suerte de platicar el sábado pasado en Bogotá, mientras esperábamos subir al teleférico que lleva a la cima del cerro de Monserrate, junto al cerro de Guadalupe, dos sendas montañas, curiosamente al borde mismo de modernas avenidas, cerrotes cubiertos con variedad de pinos que, según mi interlocutor fueron importados por Colombia desde el siglo XVIII. Es admirable la preciosa jardinería y vegetación de todos colores alrededor de la fuente cantarina de la que arranca el carro volador que de la importante altura de la ciudad, alrededor de 2,640 m, sube por encima de las copas de los árboles otros 500 m hasta llegar a los 3,130.
-Así fue, suspiró el hombre, ellos empezaron la fabricación de cocaína en Colombia, ellos inventaron a los narcos y ahora resulta que someten a los países que los dejaron entrar.
-¿Y qué piensa, le pregunté, de las bases impuestas ahora? Estaba leyendo que muchas familias no están de acuerdo con esa nueva ocupación, porque como en cualquier territorio ocupado los gringos han dejado aquí muchas embarazadas y en la embajada ni las reciben cuando van a quejarse. También oí que en el Congreso no dejaron hablar a una chica que a los 14 fue violada por dos soldados gringos y que presentó un legislador de oposición. Tendremos bases “colombianas” con aviones, radares, soldados y agentes de la CIA con alta tecnología militar y de espionaje. Y soldados impunes, como en todo el mundo, violando y embarazando a nuestras niñas. Pero la señora Clinton dice que la presencia gringa no será para siempre, que sólo quieren cooperar en el combate contra los terroristas, o sea las FARC, y contra los narcotraficantes. Y es que se acabó su contrato de una base en Ecuador y el presidente Correa no lo renueva.
El arrodillamiento de Uribe es muy humillante y peligroso… Y con los antecedentes del presidente Uribe… ¿No los conoce?
-He leído algo sobre eso, pero ¿qué tan cierto es?
-Pregunte a la Universidad de Washington…
En ese interesante momento de la conversación llegó el teleférico. Por una puerta del carro salía un flujo de gente, por otra entrábamos nosotros, ávidos de encontrar lugar junto al vidrio para disfrutar la maravillosa vista de Bogotá, una ciudad de 8 millones de habitantes desplegada allá abajo. Dentro, perdí de vista a mi interlocutor que tenía que verse arriba con personas que habían subido en el carro anterior, pero cuando llegamos se despidió de mí y me dio un periódico en el que leí: “Con el Tratado militar con Estados Unidos se refuerzan 6 nuevas bases militares que apuntan estratégicamente hacia la República Bolivariana de Venezuela: Palanquero y Tolemaida en el interior, Malambo en la Costa Atlántica; Apiay y Larandia en los Llanos Orientales y Saravena ubicada en la línea fronteriza sobre el río Arauca. Además está prevista la entrega de la Base de Bahía Málaga en la Costa Pacífica para los marines gringos”. También me pasó una nota impresa de Internet, fechada en agosto de 2004 de algo llamado National Security Archive, grupo de investigación no gubernamental con sede en la Universidad de Washington (EEUU) que decía: “Antiguo senador y actual presidente de Colombia, Sr. Alvaro Uribe, fue enlace y cercano amigo personal de Pablo Escobar”.
En el momento de redactar estas líneas, me entero que Hillary Clinton se reunió en Washington con el canciller de Colombia Jaime Bermúdez, aquel viernes 14, en que estuve en Bogotá presentando mi libro y que efectivamente dijo que Estados Unidos “no tiene ni busca bases en Colombia” y que “El acuerdo no implica a terceros países”. Que es un acuerdo bilateral con Bogotá para el uso de bases militares que “no incumbe” a terceros países y que respeta la “soberanía e integridad territorial” de Colombia. A la par dice la inaudita declaración de Hillary, “insta a la región a ‘ayudar’ a Bogotá y Washington en vez de ‘minar’ sus esfuerzos en la lucha contra el narcotráfico”. De ahí que aquella noche en mi habitación, pesqué una frase en un programa de noticias que me dejó sorprendida: El presidente Uribe decía (más o menos) que todo el continente debía adoptar el plan militar de Colombia y Estados Unidos contra los narcos. Pensé haber oído mal…
La nota de la entrevista Clinton-Bermúdez finaliza así:
“La eventual expansión en la presencia militar estadounidense en Colombia ha preocupado incluso a naciones amigas de Estados Unidos en la zona, así como a miembros del propio Partido Demócrata del presidente Barack Obama” o sea que lo preguntado respecto a Clinton en este espacio el sábado 8 de agosto, concerniente al golpe de estado en Honduras que aparentemente planearon los gringos, bajo el título del artículo ¿Hillary Golpista?, puede empatar con la realidad y esta señora podría estar llevando a cabo en Latinoamérica una política imperialista tradicional para destruir a la izquierda continental con o sin la anuencia del presidente Obama. O a lo mejor tiene razón Pedro Echeverría cuando dice: “Los gobiernos poderosos indefinidos como el de Obama resultan más peligrosos que los gobiernos abiertamente fascistas como el de Bush, Calderón y Uribe. Con éstos duros se sabe que no hay que confiarse y hay que prepararse para resistir porque en cualquier momento te golpean en la calle, te invaden tu casa, te encarcelan con mil falsas acusaciones y te asesinan inventando cualquier pretexto; por el contrario, en gobiernos que dicen cosas buenas, que aparentan suavidad, pero hacen cosas malas, que usan un lenguaje demagógico de servir, pero preparan estrategias para reprimir, mucha gente suele confiarse y luego recibir trágicas ‘sorpresas’. La realidad es que hay que tener desconfianza absoluta aun con democráticos y pacíficos.”
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