jueves, 13 de agosto de 2009

Con que moral reta fecalitros a los mexicanos

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Palabras vanas
Rosario Ibarra
13 agosto 2009


¿Tapar el sol con un dedo?... ¡Imposible! Así pueda ser este el dedo del poder. No se puede ocultar al pueblo lo que lastima al pueblo, lo diga quien lo diga y menos aun con el caudal de dolor que inunda las almas de la mayoría del pueblo mexicano desde hace varios lustros, y con el torrente de ira contenida contra la injusticia y la burla de que ha sido víctima.

La corrupción, la impunidad y la simulación son algo así como los nuevos “jinetes del apocalipsis” que trotan o galopan por el suelo patrio desde hace ya muchos años, y que en los últimos tiempos han cambiado de ropaje y de formas de expresión, pero los de antaño y los de hoy persisten en el escarnio y en las mentes del pueblo se aposentan el recelo, la amargura y la cólera mal contenida pero, por fortuna, no ha podido anidar en ellas el desaliento... ¡La esperanza aún brilla como “dulce ascua” en sus almas!

Las palabras suelen ser la más bella expresión de los seres humanos, ya sean éstas escritas o pronunciadas, pero adquieren connotaciones diversas según el “acomodo” que se les dé en un discurso, en una charla, en una arenga o en el trajín diario de la vida... Escritas, muchas han llenado de gloria y de esplendor el planeta entero, cuando aedos y poetas volcaron o vuelcan sus pensamientos en trozos literarios o en libros que inundan nuestros seres de maravillas...

Llegó todo esto a mi humilde magín por una palabra quecomo antes dijepuede interpretarse de variadas formas, aparte de la naturaleza dura de la misma.

No la escuché; por lo tanto, desconozco el tono en el que se expresó, no tengo la menor idea de los decibeles que me darían una pista clara (¿por qué no?) del estado de ánimo de quien la pronunció. Lo leí en un diario de seriedad comprobada, en el que se expresa que en la reunión de mandatarios de América del Norte, quien ostenta aquí la titularidad del Poder Ejecutivo federal retó a quien o quienes acusen a su gobierno de violar los derechos humanos a “probar un caso, un solo caso”.

Larga es la historia tenebrosa, negra y oscura como las cárceles clandestinas que encerraron y encierran a luchadores sociales desde 1969 hasta los días actuales, según el recuento de quienes habitamos los hogares que han sufrido el desgarramiento, la mutilación de una parte entrañable de nuestra familia: un hijo, un padre, un hermano, un esposo, secuestrados por integrantes del Ejército o por policías de grupos de todas las siglas inventadas por los gobiernos, muchos de ellos sin mandato legal, como la escabrosa Dirección Federal de Seguridad, de tristísima memoria.

El verbo retar, en cualquiera de sus tiempos, suena mal cuando se dirige hacia la enorme masa de habitantes de un país, sobre todo en boca de quien ocupa el más alto sitial del poder y es además el comandante supremo de las Fuerzas Armadas ypor si esto fuera pocoen presencia de dos personajes que dirigen los destinos de sus respectivas patrias, que además deben estar bien informados de todo lo que en nuestro codiciado suelo acontece, el más cercano, por los 2 mil kilómetros de frontera por la que miles de compatriotas emigran en busca de empleo, y el de más al norte por los intereses de sus consorcios mineros que son usufructuarios de la riqueza de nuestro suelo, mientras que los trabajadores, hoy en largas huelgas, se quejan de las condiciones de los sitios en los que laboran y de las remuneraciones que contrastan con las ganancias millonarias de la empresa y en donde muchos de ellos han perdido la salud y hasta la vida, como en Pasta de Conchos.

Platicaba con un viejo minero que se calificaba como “desecho” del lugar en el que fue dejando sus años y su salud. Dolorido, entristecido por la amargura de su presente y por el futuro que espera a sus descendientes, con los ojos húmedos y enrojecidos y la frente que la pena convirtió en “una borrasca de arrugas”, me dijo que él era uno de los millones de pobres de este México en el que no cuentan para los gobernantes y “sus socios”, los ricos, los del poder del dinero, “patrones” de alcaldes, de gobernadores y hasta de presidentes.

La desesperación y la pena ahogaban por momentos su voz, pero con un esfuerzo aclaró su garganta y en referencia a la nota periodística en la que se niega que en México se violan los derechos humanos, ya puesto de pie, a punto de marcharse, dijo convencido: “El diablo que se lo crea, mentira inútil, palabras vanas”.

Dirigente del comité ¡Eureka!

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