De reinas del narco
25 Diciembre 2008
25 Diciembre 2008
La belleza y la sabiduría, mi estimado, rara vez se encuentran juntas.
Nada como encontrarse con la lindura (de los excesos etílicos navideños) de que el nombre de México oootra vez apareció en los principales noticieros hasta de divertidos pueblos rabones: Miss Sinaloa es oficialmente la narca más bella del ejido culichis y su rostro se vio hasta en reportajes de espectáculos dándole la publicidad que, seguramente, medio mundo le regateó
Chingón.
Turns out que Laura Elena Zúñiga Huízar fue capturada en Zapopan, Jalisco, con malas compañías y un arsenal digno para GI-Jane pero, como debe ser en una historia del surrealismo mexicano que supera cualquier ficción, la narca más bella —superando por mucho a la cacareada, o será desbancada, Sandra Ávila Beltrán bautizada como La Reina del Pacífico— era la novia de Ángel Orlando García Urquiza, hermano de El Doctor, ex operador del cártel de Juárez aprehendido en el 2005. La historia donde Sinaloa es emblema de narcotráfico y... hermosura desencadenó una atractiva ola de deslindes de los organizadores de certámenes de belleza que ahora tendrán que… ¿poner controles antidoping o pruebas de confianza? a todas las mujeres de los estados más controvertidos de nuestro país que se inscriban en tan finísimos concursos.
Sin duda, my friend, que hay tela novelesca de dónde cortar en esto de la estupenda cultura de la organizada delincuencia que ya cuenta con los típicos corridos, con distintivas bandas musicales y ahora en 2008 se estrenan con hermosas embajadoras… que se van de envidiable shopping sin parpadear por la severa crisis económica mundial.
Qué reconfortante es observar la lamentable decadencia, descrédito y retroceso de nuestro México que ha caído… aunque no lo parezca (bunch of shitheads), en manos de los intereses de los barones de la droga y sus pulcros sicarios. En manos de quienes ostentan el verdadero poder mofándose de Felipe y su inservible Gymboree, en el poder (del no poder). En manos de quienes despliegan una impunidad a prueba de todo. Sobre todo porque ésta se incuba, se tolera y administra desde las mismas esferas de este (des)gobierno que día a día devela su incompetencia. Su incapacidad. Su descoordinación. Y sí, mi estimado… su corrupción.
Y así, juntitos de la mano los gobiernos estatales y sus corporaciones policiacas se ponen de moda y para la foto.
El execrable asunto de los militares decapitados en un estado como Guerrero donde su gobernador Zeferino Torreblanca (sabe… y sabe bien quién con quién) está al tanto de la infiltración de las policías locales, no origina sorpresa alguna entre el pasmado respetable que la original nota sea que… los policías son los ladrones. Los policías son el primer frente de batalla, pero de los traviesos.
O… veamos… ¿cómo cuál cree usted será la lectura de la aprehensión del subdirector de Seguridad Pública de Ixtapa-Zihuatanejo, Timoteo Mata Cruz, después de intercambiar balazos con elementos del ejército en un muy maravilloso operativo que, sin misericordia ni recelos, está literalmente peinando Guerrero para dar con los responsables de las desafiantes decapitaciones…? ¿Cómo será visto que el segundo de a bordo de la corporación andaba junto con seis policías más protegiendo en un palenque a… a… otro simpático travieso…?
La pregunta de cajón es: ¿Y su jefe, apá…? En el entendido, claaaro, que nos referimos al titular de tan magnífico cuerpo del orden. Y ya encarrerados, dónde está el presidente municipal. ¿Será que Santa los mantiene distraídos con el juego del Tío Lolo...?
Porque mientras nadie se atreva a poner orden en este desorden que está llevando irremediablemente a México al caos (donde las oportunidades son for the usual federal suspects) y la impunidad siga siendo la única reina, my friend, no hay salidas, ni de emergencia.
No hay manera, medida, táctica, estrategia o Plan Maestro que funcione.
El meollo es si estos disfuncionales del (des)gobierno y su vulnerable jefecito entienden la urgencia… ya de cambiar su obstinada jugada.
De lo contrario, como dijera ya un clásico verde olivo, la narcodelincuencia pone en riesgo la viabilidad del país.
Ni más… pero ni menos.
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