Ricos contra pobres
Detrás de toda esta masacre alevosa no hay más.
Jaime Richart
Las disquisiciones étnicas y las disecciones bíblicas sobre la historia, sobre arios, judíos y palestinos no tienen ningún significado si constatamos que los que están al otro lado de Gaza y bombardean son sumamente ricos, y los que están a este lado son sumamente pobres...
Detrás de toda esta masacre alevosa no hay más.
Jaime Richart
Las disquisiciones étnicas y las disecciones bíblicas sobre la historia, sobre arios, judíos y palestinos no tienen ningún significado si constatamos que los que están al otro lado de Gaza y bombardean son sumamente ricos, y los que están a este lado son sumamente pobres...
Y luego se condenarán, con razón, lo que hicieron con ellos los nazis... Sí, echemos la vista atrás y comprenderemos mejor de dónde viene este horror. Recién terminada la segunda guerra mundial, las potencias instalaron porque sí, en aquellos territorios, a 700.000 personas que se dijeron hebreas por la gracia de Dios, pero no es verosímil que se hicieran pruebas de ADN para comprobarlo. Es decir, no creo que muchísimos allí sean judíos de la estirpe de los que fueron gaseados. De todos modos y como es de suponer, jamás los países árabes del entorno encajaron ese latrocinio. Bien, quizá ahora esto sea lo de menos, pero también hay que tenerlo en cuenta porque de ello se pueden hacer diversas inferencias aunque no vayan a ninguna parte en presencia de la atrocidad que ahora se permiten inflingir...
Lo que sí es real es que todos los gobiernos y responsables que se van sucediendo en Israel pertenecen al lobby judío. Y éste se sitúa físicamente en cualquier parte, en todas partes, y todas cercanas a los yanquis.
El caso es que la injusticia radical que a la hora de la verdad impera en el mundo, hunde sus raíces en la fuerza bruta y en la acumulación del armamento. Por eso, ¿a quién, juicioso, extrañará que Irán no esté dispuesto a renunciar al atómico?
Unas veces esa fuerza la ejercen unos que no padecieron antes, y otras la ejercen quienes supuestamente la habían sufrido sin merecerlo. Ahora es a los judíos, a los hebreos, a los israelitas o como demonios quiera llamarse a un género de humanos que se distinguen permanentemente por un protagonismo histórico y, por lo que vemos, justificado, a quienes toca descargarla. Pero claro, siempre al abrigo de los timoneles del país de las barras y las estrellas. Pueden hacer el papel de carniceros, en buena parte porque es demasiado tenue la frontera que separa el pacificismo de la pusilanimidad en toda civilización. En este caso me refiero a la europea. Civilización, o más bien civilidad, de una Europa dividida por los yanquis por aquello del divide y vencerás...
Los judíos, sí, los judíos que son israelitas sólo porque ellos lo dicen y están allí porque antes habían robado otros para ellos los territorios que ocupan, son ahora terribles verdugos como antes lo fueron los arios de ellos. ¡Maldita la falta que hacía buscarles una patria! Mejor dicho, ¡maldita la hora en que se confiscó por la fuerza para ellos un alojamiento, cuando la inmensa mayoría de ellos vive en Estados Unidos desde donde dirigen las matanzas que ejecuta su mercenaria soldadesca en la metrópoli robada!
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