Gamboa, Pasalagua, Ebrard
Francisco Rodríguez
Francisco Rodríguez
“Los que más han amado al hombre le han hecho siempre el máximo daño. Han exigido de él lo imposible, como todos los amantes”.Friedrich Nietzsche
DESDE HACE SEMANAS circula en las llamadas altas esferas la especie de que el PAN tiene en la mira a Emilio Gamboa Patrón. Para ponerle nombre y apellido a sus campañas negras en contra del PRI.
No podían haber elegido mejor espécimen los estrategas Solá, Zavala Gómez del Campo, et al: el yucateco, en efecto, concentra y muestra en carne viva los peores defectos y las cada vez más escasas virtudes de un sistema político en el colapso al que, paradójicamente, los blanquiazules tienen cual modelo a seguir.
Pero hete aquí que, sin que ni los mismos panistas lo esperaran, la diosa Alea colocó otra vez a Gamboa en el vértice del más reciente vendaval. Presionado corre-ve-y-dile de Carlos Salinas de Gortari, el todavía líder (jejeje) de la diputación federal priísta a la agonizante LX Legislatura empujó el émbolo de la jeringa con cicuta con lo que acabó de asesinar políticamente a Miguel de la Madrid.
Otra paradoja: Gamboa, quien culturalmente es harto limitado –personificación de un sistema político decadente, sin brújula ideológica—, podría decirse que hasta analfabeta funcional, navegó durante más de tres décadas con una única frase que ni siquiera le es original: “Hay que ayudar al señor presidente”, repetía y repetía en todas las mesas, en todas las reuniones, en cuanta ocasión tenía frente a sí a un personaje que después refrendara a los oídos de “El Señor”, que su cortesano lo defendía y apoyaba por todas partes. En el absurdo, hoy “ayuda” a dos de esos sus señores a bien morir, aunque en el caso de Salinas más bien se trate de un suicidio.
¿Ligas con la delincuencia? Están por aparecer públicamente, documentadas en un libro en búsqueda de editor según define el autor de la investigación. Baste señalar que en uno de esos capítulos se mencionan datos duros de una reunión en la que –diciembre de 1982—, el entonces recién estrenado secretario particular de la Presidencia de la República citó a un grupo de “piperos” que prestaban sus servicios a Pemex, a quienes –de acuerdo a lo que se lee en el manuscrito— habría invitado a trasladar en algunos de sus vehículos ciertas mercancías prohibidas más allá de nuestras fronteras, dizque porque “el Señor” había encontrado “las arcas vacías y no recursos ni para pagar los aguinaldos…”.
Hechos reales o inventadas anécdotas quizá, pero que adquieren visos de verosimilitud cuando la memoria muestra flash backs de aquella trascripción de una llamada telefónica con la señora Marcela Bondestedt… o cuando se escuchan los ecos de aquella sucia conversación, también telefónica, con el controversial “rey de la mezclilla”: la actividad pública que se regodea en los pantanos de la colusión para después secar sus desnudeces bajo el siempre tibio sol de la impunidad.
GAMBOA TAMBIÉN PIERDE en este lance. Dueño y señor durante prácticamente dos décadas y media de esa suerte de elevador que alguna vez fue la permeabilidad política —pues sólo trepaban a él quienes tenían el visto bueno de tan peculiar ascensorista y, claro, también desde ahí eran lanzados aquellos que caían de su gracia—, ahora mismo él tiene un futuro incierto.
No cabe dentro del organigrama del CEN del PRI. Su reciente aparición como ¿amigable componedor? entre dos ex presidentes que surgieron del tricolor, pero sobre todo por su biografía, lo convierten automáticamente en un personaje junto al que los candidatos priístas a cargos de elección popular no quisieran verse retratados.
La viabilidad de ser nombrado miembro del servicio exterior, cual él mismo filtró a ciertos medios cual medida de presión a la señorita Beatriz Paredes, quedó cancelada, también en automático, en el momento mismo en el que públicamente resorteó ante un llamado –otra vez telefónico— de uno de sus jefes, para que veloz fuese a practicarle una dolorosa “manita de puerco”, a quien antes le había permitido quedarse a laborar a su lado, tras lloriquear la pérdida de uno de sus seres queridos. Y es que, tomando en cuenta que los embajadores son representantes prácticamente personales no de las administraciones o, cuando los hay, de los gobiernos, sino de quienes son sus titulares, ¿a qué ocupante de Los Pinos representaría Gamboa? ¿A Calderón, con quien tiene escasa relación amistosa? ¿A Salinas, con quien mantiene todo tipo de complicidades?
CARLOS SALINAS EJERCE influencia, pero no detenta poder. Y esa influencia es –cual alguna vez definiera el maestro Enrique Olivares Santana—, como la humedad. Aparece por los muros, los cimientos, las columnas, incluso cuando ya se han aplicado todas las técnicas y hasta remedios para intentar acabarla.Y esa molesta humedad de vez en vez aparece hasta en los lugares menos pensados.
Porque, justo cuando el que se dice de Agualeguas, Nuevo León, tiene sobre sí todos los reflectores del creciente y al parecer inacabable desprestigio, en el gobierno capitalino que encabeza Marcelo Ebrard aparecen los tentáculos de Carlos, pero sobre todo los que por ahí tiene enredados con su hermano “incómodo”, Raúl.
A media semana, en efecto, Luis Ignacio Sánchez Gómez, administrador Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal y, entre otros cargos que presume, vecino y “asesor áulico” de Ebrard cambió por tercera ocasión en 30 meses al director general de Administración de ese órgano desconcentrado, que maneja las plazas y las nóminas multimillonarias de todo el magisterio capitalino.
O le salieron muy malos los que puso, o como se dice del que estuvo hasta este viernes 15 de mayo, no estuvo de acuerdo con él en algunas adquisiciones que con motivo de la emergencia sanitaria quiso realizar.
Sánchez Gómez ha acudido a la experiencia. Y ¡qué mejor que un destacado alumno de las raterías en Conasupo y Diconsa, cuando Miguel de la Madrid era presidente, Salinas, secretario de programación, y Raúl el mandamás en Conasupo y Diconsa.
Influyentes que son los Salinas, ya tienen despachando en esa posición estratégica a Juan Francisco Castellanos Esparza, quien hasta el jueves era gerente de Adquisiciones de Diconsa, tras haber sido Contralor de esa misma institución. Un lobo cuidando corderitos.
Castellanos Esparza fue, también, la herencia que ahí dejara Juan Manuel Pasalagua Branch, ex cuñado de Raúl Salinas, acusado de un enorme fraude pecuniario en contra de Conasupo, lo mismo que de haber participado en la importación de maíz contaminado con el que se pretendía hacer una especie de “limpieza étnica” en nuestro país.
Criminales, pero influyentes. Hasta con Marcelo Ebrard.
CARMEN ARISTEGUI OFICIA verdadero periodismo. Suenan envidiosos, hilarantes y, esos sí, hasta convenencieros los señalamientos que por ahí se han hecho de que la conductora de radio y TV se prestó a una jugada de la sucia política a la mexicana para favorecer al PAN.
A Felipe Calderón, a los hermanos Zavala, a Solá y al puppet de todos ellos, Germán Martínez Cázares, les cayeron del Cielo las declaraciones de De la Madrid, el papel de mercurio sin alas jugado por Gamboa, y la autoincriminatoria carta de Salinas dirigida a la periodista… Todo ello puede llevarlos al infierno por ellos tan temido, si no actúan en consecuencia.
Muestro mi solidaridad con Carmen. Las recriminaciones que le hace Carlos Salinas, las interpreto no nada más didácticas –quiere educar al gremio, para que en adelante pidamos a los entrevistados certificado de salud física y mental—, sobremanera son amenazantes.
Habrá quienes, para no variar, defiendan a Salinas o cómodamente se hagan a un lado. Son los beneficiarios de la mitad de las partidas secretas que no se alcanzó a robar el clan Salinas de Gortari. Para eso querían la reelección. Para que les diera tiempo, ¿o no?
Índice Flamígero: Ya en la madrugada del lunes, el IFE declaró infundadas las quejas del PAN contra el tricolor y los gobernadores de Veracruz, Fidel Herrera, y del Estado de México, Enrique Peña Nieto, por la difusión de sus respectivas imágenes. Fallida la estrategia que le encomendaron a un “doctor”, que tampoco salió bien librado de la influenza. Cada vez es más puerco.
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