El sigilo como estrategia
Sábado 31 de Julio de 2010
Sábado 31 de Julio de 2010
Alfonso López Collada
Andrés Manuel López Obrador, cuando vio caer su proyecto de ocupar la silla presidencial, se puso a trabajar. Pero lo hizo fuera de los reflectores. Se fue a pueblear, a recorrer todos los municipios del país para hablar directo con la inmensa mayoría de los mexicanos: con los más pobres, los más olvidados, los más afectados.
Contentos porque en cada placita reunía apenas unas cuantas decenas de simpatizantes, a veces acaso centenas, los superpoderosos dieron por cerrado el capítulo AMLO. Mientras, semana tras semana, cuatro días cada una durante más de dos años, el tabasqueño visitó a los más pobres, los más olvidados, los más desesperanzados de todos los mexicanos. Si su plan era pasar desapercibido ante los superpoderes, le cuajó. Confiados lo dejaron hacer, olvidando que “nunca hay que subestimar al enemigo”, y el domingo pasado les sacó un susto, otra vez, del tamaño del Zócalo capitalino.
En el mundo occidental es bien conocida la estrategia de mercado llamada “Guerrilla Marketing”, o mercadotecnia de guerrilla, de la que el ejemplo más claro sea Wal-Mart Stores, Inc., la mayor empresa del mundo. Se constituyó en 1969; al año siguiente tenía 38 tiendas, abrió su primer centro de distribución y comenzó a cotizar en la Bolsa de Valores de New York. Su crecimiento se orientó a cubrir poblaciones pequeñas, por lo cual las cadenas que dominaban el mercado no le prestaron mayor atención. En 1975 contaba ya con 125 tiendas y 7 mil 500 empleados. Entonces, con un poder de compra que le permitió rebajar brutalmente sus precios, entró a competir con las grandes cadenas a las ciudades mayores. El resto es historia.
Es muy posible que tal estrategia comercial haya sido inspirada por La Gran Marcha que emprendiera el líder chino Mao Tzedung (Mao Tse-Tung) durante 1934 y 1935, tiempo en el que recorrió 12 mil 500 kilómetros reclutando campesinos hasta que su Ejército Rojo pudo derrotar a las fuerzas de Chiang Kai-shek.
Aunque a López Obrador sólo se le ve en la televisión en raras ocasiones, su actividad en las redes sociales es intensa. Sus seguidores son considerados por la “opinión pública” como ausentes o gente de menor valor, pero es un hecho que tienen voz y tendrán voto. Las reuniones a las que acudieron convocados por Andrés Manuel tuvieron lugar sobre todo en placitas de pueblo despreciadas por la tele, éstas suman más de 2,500.
Con entendible temor, de inmediato Peña Nieto -quien abiertamente lleva ya largo tiempo en eso- hizo notar que López Obrador había incurrido en un inicio anticipado de pre-campaña. El aludido reviró argumentando que no fue tal, pues aún no lo cobija partido alguno. Viene, pues, una disputa desigual: las normas del Cofipe serán aplicadas con un criterio al mexiquense, con otro al tabasqueño. La afirmación no nace de la especulación, sino de la memoria. Queda en nosotros creer o analizar lo que se nos diga al respecto.
“¡Cosas viéredes, Sancho!” Y aún faltan dos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario