¡¡Exijamos lo Imposible!!NO se olvida
La masacre del 10 de Junio de 1971
Julio Pimentel Ramírez
Los halcones no se han ido
En estos aciagos días que se padecen en México, en los que el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón instrumenta la estrategia de “guerra” contra el narcotráfico y el crimen organizado, que se traduce en miles de ejecuciones, entre ellas los llamados eufemísticamente daños colaterales –en realidad víctimas inocentes- y bajo cuya sombra se lleva adelante el hostigamiento y represión de los movimientos sociales, es imprescindible no olvidar la masacre del 10 de junio de 1971 y las lecciones que de ella se derivan.
Ahora, después de 39 años, el “halconazo” permanece en la impunidad y los responsables de este delito de lesa humanidad si bien han sido señalados ya por la historia como delincuentes –aunque no por la oficial sí por la reconstruida a través de documentos e investigaciones y que es compartida ya por amplios sectores sociales- han eludido a la cómplice y laxa justicia mexicana y muchos se ha ido a la tumba con el sello indeleble de la ignominia que marcará su memoria para siempre.
El régimen priísta, autoritario y antidemocrático, optó por el camino de la represión a todo signo de inconformidad y disidencia. Ejemplos hay muchos a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, entre ellos la conformación de un grupo paramilitar, los Halcones, llamado a provocar y reprimir particularmente al movimiento estudiantil posterior a 1968.
Cuatro décadas después los gobiernos panistas, que abonan para el retorno del PRI a Los Pinos, (para)militarizan a la Policía Federal que es utilizada para sofocar y reprimir a la disidencia social: Atenco, Michoacán, Oaxaca y, en días pasados, Cananea. Sitio en el que los neoporfiristas rememoraron 1906, desalojando mineros con la fuerza del “Ejército Negro” que encabeza el nefasto Genaro García Luna.
Ahora bien, la masacre cometida esa fecha cada vez más lejana en el barrio de San Cosme y sus alrededores, no es cosa del pasado, como algunos pretenden que así sea, ya que los delitos de lesa humanidad no prescriben. La impunidad de que gozan los responsables intelectuales y materiales de ese y otros hechos, además de que lastima a la sociedad en su conjunto es uno de los factores que hacen posible que desde el Estado se instrumenten actos represivos como los mencionados anteriormente sin olvidar la criminal ofensiva en contra del Sindicato Mexicano de Electricistas y las ejecuciones extrajudiciales y decenas de personas detenidas desaparecidas en los últimos años.
Existe un vasto cúmulo de documentos -en su momento, cuando la represión gubernamental estaba a la orden del día, la heroica revista POR QUE?, dirigida por el periodista Mario Renato Menéndez Rodríguez, director de los diarios POR ESTO!, plasmó en sus páginas imágenes incontrovertibles de lo ocurrido ese día-, testigos de los hechos y pruebas de otro tipo, que posibilitan aclarar la forma en que desde las esferas del poder se creó, organizó, entrenó y utilizó el grupo paramilitar conocido popularmente como Los Halcones.
Este grupo fue auspiciado en sus inicios por Alfonso Corona del Rosal, adscrito por cuestiones de presupuesto y cobertura al Departamento de Limpia del gobierno del Distrito Federal, y dirigido operativamente por el coronel Manuel Díaz Escobar, posteriormente premiado con un puesto en la Embajada de Chile y ascendido al grado de general por sus méritos en “campaña”.
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