miércoles, 20 de mayo de 2009

¡¡Viva el bananero País llamado México!!

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Un país de mafiosos
mayo de 2009


“— Bueno Pancho, dime, en tu concepto ¿qué sería lo más prudente hacer?
Que me dé usted autorización para colgar a toda esta bola de políticos y que siga la revolución adelante”
Diálogo entre Francisco I. Madero y Pancho Villa
Del libro Pancho Villa, Una biografía narrativa de Paco Ignacio Taibo II


Durante la última semana no hemos salido de nuestro asombro antes de conocer alguna nueva trapacería de los “personajes de la política” mexicana.

Así nos enteramos de los detalles reseñados por Carlos Ahumada Kurtz en torno al desafuero de Andrés Manuel López Obrador en el libro Derecho de réplica, revelaciones cínicas que dejaban al descubierto una red de complicidades, no sólo “un fiel retrato de esta clase políticade todos coloresque tenemos en México” —como ramplonamente les denominara Katia D’ Artigues en su columna del 8 de mayo en un diario de circulación nacional— sino de un verdadero contubernio entre presidentes de la República (Carlos Salinas y Vicente Fox), ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,diputados y senadores federales, gobernadores de los Estados, Secretarios de Estado y hasta el “candidato tapado” por el PRI para la elección de 2012, que configuraron una serie de delitos tales como tráfico de influencias, chantaje, robo, fabricación de evidencias, exoneración a delincuentes y abuso de poder, entre muchos otros. Apoyados por los medios de comunicación, principalmente electrónica, se asociaron para delinquir y hacer creer a la “opinión pública” (una suerte de individuos poco informados y altamente manipulables), que los entresijos de varios chantajes obedecían en realidad a la aplicación de la ley por pretender el entonces Jefe de Gobierno capitalino abrir una calle que nunca fue construida (“delito” que, por cierto, no tiene asignada una pena específica). Recordemos que su víctimaquien desde un principio les denunció como mafiosos fue desaforado en un proceso teatralmente burdo, aunque no pudieron removerlo del cargo encomendado por la ciudadanía, lo que deslegitimó per se al absurdo proceso de desafuero.

A pesar de que los sucesos reseñados por Ahumada Kurtz hubieran sido motivo suficienteen cualquier país democrático— para que las autoridades judiciales iniciaran una investigación exhaustiva a fin de deslindar responsabilidades, en México nada ocurrió. Ni siquiera se afanaron en dar una explicación creíble a las afirmaciones de Ahumada. Simplemente las ignoraron, esperando que al no pasar en televisión, esa “opinión pública” no las tomara siquiera en cuenta.

Pero las revelaciones apenas comenzaban. Con motivo de una investigación iniciada en vistas a la preparación de su próximo libro, a mediados de abril pasado, Carmen Aristegui realizó una entrevista al ex presidente Miguel de la Madrid, que debido a la gravedad de los señalamientos, decidió hacer pública esta semana. Las imputaciones involucran al ex presidente Carlos Salinas de Gortari y a su familia en delitos que van desde el narcotráfico hasta el enriquecimiento ilícito y apuntalan indirectamente el robo electoral que entronizó a Salinas en el poder (en el suceso conocido popularmente como “la caída del sistema” de 1988). Por supuesto que los indiciados y sus adláteres encubridores han iniciado una campaña para hacer creer a la “opinión pública” que las declaraciones fueron emitidas por un hombre senil con una mente esquizofrénica.

Por si fuera poco, las declaraciones emitidas por Roberto Madrazo en su más reciente libro El despojo, hablan del encubrimiento de los gobiernos de Zedillo y de Vicente Fox a los Cárteles de Juárez y del “Chapo” Guzmán, respectivamente; además del “arreglo” al que llegaron Elba Esther Gordillo y Fox para imponer a Calderón. Y deja en el aire una pregunta: “¿Qué va a hacer Calderón, qué hará el país cuando se acabe el ciclo de la simulación de la transición?”

El trasfondo político de todas estas declaraciones y confesiones se puede comprender si se toma en cuenta la “guerra sucia” entre el PAN y el PRI, partidos políticos que rezuman estiércol en sus acciones durante su paso por el gobierno y sus métodos para convencer al electorado.

Pero más allá de toda esta “mierda primaveral”, a los ciudadanos nos queda una patria desmembrada por los mafiosos enquistados en el poder, que —se dice— debiera emanar de nuestro ejercicio democrático. Y si no lo creen, analicémoslo:

La Revolución nunca se llevó a cabo, porque los grandes perdedores del movimiento armado (Villa, Zapata, Madero, Carranza) fueron traicionados por los poderes fácticos y los intereses trasnacionales que siempre supieron poner un gobierno a modo para sus objetivos. Nunca se gestó una verdadera “revolución” (Bueno, si hasta el propio Madero era un hacendado rico que sólo buscaba la transición del poder). Si acaso, podríamos denominarlo “la bola”…

Carranza quiso establecer un nuevo pacto político entre gobernantes y gobernados, al que denominó Constitución Política. Pero una vez que “el rey viejo” fuera traicionado y asesinado en Tlaxcalantongo, dicho pacto quedaría apócrifo, porque el ideario no tendría herederos (políticos, por supuesto) que le honraran. Los “gandallas” que se adueñaron del poder, no han reconocido a la tan violada y ninguneada Constitución, sino sólo buscan adecuarla a su pillaje…

Una de las razones que impulsó a Madero para iniciar la lucha armada fue la violación sistemática del derecho ciudadano a elegir a sus gobernantes por el sufragio efectivo. Porfirio Díaz había creado un sistema electoral que aparentaba legalidad, pero que podía manipular a su conveniencia. Ahora, con las revelaciones recientes (aunadas a los indicios del fraude electoral de 2006 en donde el actual gobierno espurio se ha negado a permitir el recuento de las boletas) podemos encontrar mayor sustento para afirmar que lo que muchos todavía creían como una “transición democrática”, escondió únicamente un plan urdido por los delincuentes de siempre.

El concepto de “separación de los poderes del Estado” ha sido pulverizado (además de por las evidencias prácticas) por las declaraciones, tanto de Ahumada como de Miguel de la Madrid. Nadie en su cabal juicio podría salir en defensa del presidencialismo en México.

Y en torno a la “legalidad” y al “estado de derecho”, hablan mejor las absurdas condenas a: Jacinta Francisco Marcial, indígena otomí sentenciada a 21 años por “secuestrar” a seis AFIs armados; Ignacio del Valle sentenciado a 112 años, por “secuestro equiparado”; las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia (¿?) de la Nación en torno a los casos de Lydia Cacho, de Luis Echeverría y de Atenco. Mientras tanto, Mario Marín, Enrique Peña Nieto, Ulises Ruiz, Vicente Fox y Carlos Salinas (entre muchos) continúan impunes…

Mientras a Manú Chao se le deportó, según el artículo 33 constitucional, por haber hecho declaraciones de repudio a los sucesos ocurridos en Atenco, los dos últimos gobiernos federales han tolerado las intervenciones descaradas de políticos extranjeros como Aznar (quien realizó proselitismo a favor de Calderón) o Sarkozy (que en pleno Congreso de la Unión opinó que nuestro país debería enviar más soldados en misiones “de paz” ), sin mencionar lo realizado por los publicistas Antonio Solá o Dick Morris.

Aceptemos, por las evidencias, que sólo sobrevivimos al feudalismo embozado en una entelequia llamada Estados Unidos Mexicanos.

Luis Martín Ángeles L.

No hay comentarios: