domingo, 17 de mayo de 2009

¡¡Vaya humillación que sufrió De la Madrid!!

¡¡Exijamos lo Imposible!!
De las delaciones a las elecciones
Federico Berrueto
17 mayo 2009

El espectáculo de las delaciones no cede. El tema no es la entrevistadora Aristegui, sino el testimonio inequívoco de que el sistema político está podrido hasta la médula; que la alternancia en la Presidencia no condujo a un cambio, sino a socializar la corrupción. Los afines a Calderón presumen que el mandatario no haya sido objeto de mención; la realidad es que la descomposición a todos alcanza, aunque no a todos exponga. El funcionario que operó como tapadera de la corrupción foxista, Germán Martínez, convoca a votar por el PAN a manera de inconformarse por la podredumbre de la que forma parte.

Sacar provecho electoral de la situación es un ejercicio de excedido cinismo. ¿Cómo votarán después de los escándalos? Sin alarma, el presidente del IFE, Leonardo Valdés, cita al Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, que dice que la participación será de una tercera parte de los ciudadanos. Dos de tres ciudadanos ya conocen la fecha de la elección, pero sólo una tercera parte está resuelta a ir a votar y eso antes de las delaciones.

El sistema de partidos está en su peor momento. Conmueve la convocatoria de AMLO a votar por el PT, partido inventado por los Salinas para reventar al PRD de Cárdenas; milagro que hacen las elecciones. La desmemoria es un recurso necesario para la supervivencia. El hecho es que López Obrador es el único prospecto de candidato presidencial en franca campaña, el mismo método de Vicente Fox hace doce años, la candidatura por asalto.

La corrupción es generalizada; es desesperanzador no vislumbrar alternativa. El PRI corrupto sobrevivió por voluntad de Vicente Fox. Ocurrió en la elección de dirigencia hace más de seis años; fue en Los Pinos donde se diseñó que ganara Madrazo y la profesora Elba Esther, aun así Beatriz Paredes triunfó; con la complacencia de muchos priistas fue despojada por Madrazo y los gobernadores de Oaxaca y Tabasco. Fox interfirió porque se sentía cómodo con el PRI autoritario. De allí se volvió inevitable la candidatura presidencial de Madrazo, después, que Beltrones fuera coordinador del Senado y Gamboa de los diputados.

Es inaudito que Gamboa haya sido el operador de la desgracia del ex presidente De la Madrid. Todavía peor que sus hijos se hayan prestado. En el afán de salvar no se sabe qué o a quién se recurrió a lo peor: degradar a un hombre a la condición de incapacidad mental. La imprudencia o el descuido no merecía tal castigo; la desesperación les hizo arrebatar el razonamiento a un señor digno de mejor trato y lo hicieron los suyos por orden del señalado. Efectivamente, la impunidad es condición para la gobernabilidad de hoy día.

La gente sin escrúpulos no tiene sentido de pérdida ni del ridículo. El cinismo es blindaje y quizás ayude a conciliar el sueño. Vivimos con una élite acomodaticia, en buena parte parasitaria e interesadamente desmemoriada. Menos mal que el diputado Gamboa, sin advertirlo, perdió su oportunidad de dirigir al PRI, salvo que la organización quiera asumir todo el costo de la podredumbre y, ya entrados en gastos, a ser sinónimo de los señalados.

El PRI no es Salinas, Gamboa o Beltrones. Tampoco el PAN es Vicente Fox o Germán Martínez. En ambos partidos hay opciones y biografíaspresentes y pasadasmucho más dignas de lo que a ellos se asocia. Pero el problema no es el pasado, sino la manera como éste se reproduce en el presente. Lo malo, lo que hay que superar no sólo son nombres, son inercias, actitudes y conductas. Hace ocho días aquí se decía: la ética de hoy día es la de los grupos criminales, la de la complicidad, es la del silencio y del acuerdo oculto. Por eso las delaciones pesan y afectan. La gente no se ocupa de si hay pruebas en lo descubierto por Ahumada o De la Madrid, es creíble porque todas las señas indican ser cierto; el escándalo no requiere de pruebas legales de veracidad; el escarnio es una forma de venganzaquizás ociosa e inútilante la humillación colectiva por la realidad de la impunidad y la inexistencia de justicia.

La forma más civilizada de lucha política, la electoral, no significará gran cosa; no hay proyectos alternativos en competencia, las diferencias se dan al interior de los partidos y, por el momento, se mantienen en guerra de posiciones. Germán Martínez apuesta a que la descomposición lo aleje de la derrota anunciada; Beatriz Paredes, a mantener la cohesión a partir de la fuerza territorial; Jesús Ortega, a que se le haga el milagro de alcanzar la mitad de los votos de hace tres años; los otros meramente aspiran a la supervivencia.

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