EDITORIAL
Para variar: incongruencia.
Mientras sin cubrebocas el señor Calderón recibe en el aeropuerto el invaluable envío humanitario de China, entre ellos millones de los mismos inútiles adminículos (inútiles para el caso de referencia) sus secretarios de Estado se dan vuelo dando informaciones que no coinciden, ni conocen; y hasta hacen predicciones como si fueran garúes de la legendaria India, aún aceptando que se desconoce a fondo el mentado virus que tantos miles de millones de dólares está costando.
Sin soslayar que mientras Calderón conmina a los ciudadanos a no salir de sus casas, él hace todo lo contrario y acude al Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica.
Donde ninguno de los integrantes se ha tomado la molestia de estudiar el fondo del asunto. Porque si lo hubieran hecho ya sabrían que la mejor manera de combatir las epidemias es con una natural alimentación; de la que nadie ha hablado ni una sola palabra.
Cuando un médico que no le pregunta a su paciente que es lo que ha comido y de qué es de lo que normalmente se alimenta, dista mucho de ser un buen discípulo de Hipócrates, que reiteramos, sí que sabía de medicina, no como los de hoy que solo son empleados de los laboratorios químico-farmacéuticos.
Pero todo terminará y las Autoridades sanitarias de todo el Planeta se abrogarán para sí el éxito de haber detenido una pandemia que siempre no lo fue, pero que logró distraer la atención sobre la crisis económica y de la de la fracasada guerra al narcotráfico.
Por cierto que ayer los diputados (los mismos que avalaron el espuriato del señor Calderón) que afortunadamente ya se van para que lleguen otros iguales o peores, el día de ayer “aprobaron” las dosis personales para los adictos.
Lo que dicho sea solo de paso, ya eran conocidas y aplicadas desde hace mucho tiempo. De igual manera que los mentados 10 mandamientos de la Ley de dios ya eran conocidos por los egipcios mil años antes de que a don Moisés se le ocurriera venir a esta Tierra.
Pero así es la vida para quienes olvidan el pasado (o no se preocupan por estudiarlo) y obviamente tienen la necesidad de volver a repetirlo.
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