jueves, 21 de mayo de 2009

Cuidado con los que comen como rico

¡¡Exijamos lo Imposible!!
EDITORIAL

De la corrupción y la honestidad.

Tocante a lo sucedido en la Gran Bretaña, donde el líder del Parlamento, Michael Martin, ha tenido que renunciar para evitar el escándalo que enfrentan por el excesivo gasto de los diputados.

Aunque ciertamente habrá que reconocer que hay de grados a grados y que los excesivos gastos de los legisladores de allá, vienen siendo como un juego de niños, en relación con lo que sucede aquí, donde nuestros “representantes” tienen hasta Spa y fuente de sodas con bar dentro de sus instalaciones.

Sin soslayar a los dos Lores que acaban de pasar la vergüenza de tres Siglos por haber sido encontrados en actos de corrupción. La honestidad no admite grados y ciertamente no es más honesto quien roba o desfalca más, que quien dispone de lo ajeno de manera más medida.

Por lo que de alguna manera pudiera haber bases para generalizar que el Poder enferma y que finalmente todos los políticos acaban siendo iguales. Que el Poder los marea y que todos sucumben a sus propios principios; pues como bien decía Pitágoras. “Nadie es malo por voluntad propia”.

Pero dado que históricamente han habido personajes dignos de mencionarse, citando excepcionales estadistas como Simón Bolívar, Nelson Mandela, o el propio Valentín Gómez Farias.

Se recuerda que si los hombres somos el resultado de lo que hemos comido, se puede deducir que lo malo no es ser rico, sino comer como rico. Y como un claro ejemplo de lo que sucede con los que comen como ricos, en nuestra baraja política tenemos a varios “ejemplares” que justifican el proceder espartano que veía con malos ojos y descalificaba para funciones gubernamentales a quienes estaban sobrados de peso.

Y aunque “Mal de muchos, consuelo de tarugos”, como bien dice el popular refrán, el hecho de que en la GB también sean corruptos (inconscientes sería más propio, porque si comprendieran que todo se regresa, seguramente que no tomarían nada que no fuera suyo) a nosotros eso no nos alivia de nada.

La diferencia estriba en que allá no hay impunidad; o cuando menos no es tan ostensible como lo es aquí. Donde tenemos enfrente las pruebas de la delincuencia, como lo es el hecho de que Raúl Salinas de Gortari tenga 50 propiedades, y las declaraciones abiertas que los señalan como delincuentes y las Autoridades no hacen nada.

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